Días después de la reveladora conversación, Alicia y Victory se encontraron en un inusual momento de calma. En lugar de sumergirse de inmediato en el trabajo, optaron por tomar un descanso en la azotea de la sede de la Europol, donde el atardecer pintaba el cielo de tonos cálidos.
Alicia, observando la ciudad de París desde lo alto, decidió abordar un terreno más personal.
—Las fachadas que construimos a veces nos protegen, pero también nos aíslan. ¿Nunca has sentido la necesidad de dejar caer esa máscara, al menos por un momento? —preguntó la pelirroja.
Victory, mirando el horizonte, pareció considerar la pregunta antes de responder.
—La vulnerabilidad puede ser peligrosa en nuestro mundo. Pero entiendo lo que quieres decir.
—Todos tenemos algo que nos hace humanos, incluso en este juego de sombras en el que elegimos vivir.El sonido de la ciudad proporcionaba un suave telón de fondo mientras ambas mujeres se sumían en la contemplación. Alicia, con su usual franqueza, buscaba encontrar un equilibrio entre la conexión recién descubierta y la persistente dinámica de desacuerdo.
—¿Qué te llevó a este mundo, Victory? ¿Hay algo más que el deber y la lealtad?
Victory, reflexiva, respondió con cuidado.
—La responsabilidad pesa mucho en mis hombros. Pero, como tú, tengo mi cuota de demonios personales. La diferencia es que no siempre tengo la libertad de lidiar con ellos como quisiera.
—La libertad es un bien preciado. A veces, creo que nos convertimos en prisioneros de nuestras propias decisiones.
—¿Alguna vez te has sentido atrapada en tu propio juego, Alicia?Alicia, mirando fijamente a la distancia, dejó que la pregunta resonara antes de responder.
—Más de lo que quisiera admitir. Pero aquí estamos, ¿verdad? Atrapadas en nuestro propio juego, pero aún encontrando maneras de avanzar.
La complicidad entre ellas se profundizaba con cada palabra compartida. La azotea, testigo silencioso de momentos cruciales, se llenó de una sensación de entendimiento mutuo.
—Tal vez no estemos tan solas en esto como pensamos —musitó Victory con una ladeada sonrisa.
—Quizás no. A veces, compartir la carga puede hacerla más llevadera —asintió Alicia del igual manera.El sol se sumergía completamente en el horizonte, marcando el fin de ese instante de vulnerabilidad compartida. Mientras descendían de la azotea hacia la realidad implacable de su trabajo, Alicia y Victory, aunque con la armadura aún en su lugar, llevaban consigo la semilla de una conexión más allá de las palabras afiladas y los desafíos persistentes.
Mientras descendían de la azotea hacia la realidad implacable de su trabajo, Alicia y Victory, aunque con la armadura aún en su lugar, llevaban consigo la satisfacción de una conexión más cercana.
Caminaron juntas por los pasillos de la sede, compartiendo el silencio cómodo que había surgido entre ellas. La noche avanzaba, y al doblar una esquina, se encontraron con Raquel y Marie, quienes parecían haber estado buscándolas.
—¡Ahí están! ¿Cómo va todo? —las abordó Raquel.
—Bien, progresando. —dijo Alicia para posteriormente mirar a Victory. —Juntas.
—¿Qué tal si vamos a cenar de nuevo las cuatro? Así podremos conocernos mejor —propuso Marie.Alicia y Victory, aunque inicialmente reacias, se miraron y asintieron. La idea de compartir no solo la carga del trabajo sino también momentos de camaradería parecía más atractiva de lo que hubieran imaginado.
La cena transcurrió en un restaurante acogedor en las callejuelas de París. Raquel, Marie, Alicia y Victory compartieron una mesa, sumergiéndose en la atmósfera relajada del lugar. A medida que los platos llegaban y los aromas llenaban el aire, la tensión que caracterizaba sus encuentros anteriores se desvaneció, dejando espacio para una conversación amistosa.
Marie, siempre la primera en romper el hielo, inició la conversación.
—Entonces, ¿qué les trajo a este mundo del crimen y la justicia?Raquel sonrió, listando algunas anécdotas de sus primeros casos en Europol. Alicia se sumó, compartiendo experiencias de su pasado en la policía antes de unirse a la unidad especializada. Además de anécdotas que ambas compartieron en la academia.
Victory, observadora, escuchaba atentamente. Raquel, notando su silencio, la animó.
—¿Y tú, Victory? Seguro tienes algunas historias fascinantes.
Victory, aunque inicialmente reservada, compartió anécdotas de su entrenamiento en las Fuerzas Armadas y algunas misiones encubiertas. Alicia, sorprendida, reconoció la habilidad táctica detrás de sus acciones.
—Parece que llevas la valentía en la sangre.
—A veces, la valentía es la única opción.La confesión de Victory resonó en la mesa, creando un momento de complicidad. Marie, siempre perceptiva, cambió el tono de la conversación.
—¿Y cómo manejan el estrés en este trabajo?
Alicia y Victory intercambiaron miradas antes de responder. Raquel habló primero ante el silencio que se había instaurado en la mesa.
—Para mí, la clave está en encontrar un equilibrio. A veces, un buen vino y música relajante pueden hacer maravillas.
—O el sexo —añadió Alicia.
—Ya no estamos en la academia —rió Raquel y Victory no pudo evitar percatarse de la complicidad entre las dos españolas. Complicidad que parecía ir más allá de la simple amistad.—¿Vosotras solo sois amigas? —preguntó Marie a Alicia y Raquel como si fuera capaz de leer la mente de Victory pues esta estaba pensando exactamente lo mismo.
—Follabamos... A veces... Pero se ha cambiado de acera —dijo Alicia señalando a Raquel.
—Ella me dejó —culpó Raquel a Alicia.
—Demasiado alcohol —añadió Victory intentando evitar la conversación.
—¿Hubo algo más entre vosotras? —preguntó Marie interesada.
—Hombre, ¿me has visto? —preguntó Alicia con su picardía característica.
—Lo que pasa en la academia de queda en la academia —rió Raquel. —Por suerte la cosa no acabo tan mal como podía haberlo hecho y somos buenas amigas y compañeras.
—De cama... —dejó escapar Victory rodando los ojos prácticamente sin darse cuenta y sin poder evitarlo. Tras notar lo que acababa de decir decidió que era hora de volver a casa. —Demasiado alcohol por hoy. Me voy a casa. La de esta noche corre por mi cuenta —dijo dejando un fajo de billetes en la mesa y marchándose rápidamente antes de que alguna de las otras tres mujeres con las que había compartido la cena pudiera decir una sola palabra.
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MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)
RomanceVictory Lefèvre es una importante miembro de la Interpol que tiene su vida completamente estructurada hasta que conoce a una pelirroja de ojos azules que vuelca su mundo.