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—Profesor, ¿qué ha sido eso? —preguntó la inconfundible voz de Raquel.
—Tengo que comunicaros una cosa y es que... Somos uno más en el estanque de tormentas. —dijo Sergio. —La inspectora Sierra ha dado a luz a un bebé, una preciosa niña de unos tres quilos y medio aproximadamente. Y está en perfecto estado de salud.
—Enhorabuena —dijo Raquel. —Un bebé siempre es una alegría y la alegría no abunda mucho por aquí últimamente. ¿La llamarás como me dijiste antes de... todo? —preguntó Raquel. —¿Victoria?

Entonces Victory levantó su mirada confundida y la dirigió a Alicia. Sergio acercó a esta un intercomunicador para que pudiera contestar a Raquel.

—Pues... —dijo Alicia. —Pues sí... Ya sabes... Ideas fijas —sonrió la pelirroja.
—Espero que volváis a veros —dijo Raquel. —Te mereces ser feliz.
—Gracias Raquel —dijo Alicia y el entregó el comunicador a Sergio.

—¿Por qué Victoria? —preguntó Victory mirando a Alicia confusa.
—Porque ya te dije una vez querida amiga mía. Que si mis hijos no llevaban tu apellido iban a llevar tu nombre. Y yo soy una mujer de palabra —declaró Alicia con su particular tono despreocupado.

Victory suspiró y se levantó.
—¿Hay un baño o algo en esta puta cueva? —preguntó Victory y Benjamín le hizo una seña.

La castaña se metió en el baño y comenzó a llorar sin poder evitarlo. Trató de respirar calmadamente en vano a sabiendas de que sus sollozos debían estarse escuchado por todo el lugar.

—Alicia ha tenido una hija, la ha llamado como yo, la han incriminado, es una fugitiva y estoy en una cueva llena de mierda con el jefe de un atraco —dijo de manera atropellada como para intentar convencerse a sí misma de esa situación tan surrealista.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Benjamín al otro lado de la puerta del cubículo.

Victory mandó unos mensajes a su padre y respiró profundamente durante unos largos minutos antes de salir del baño.

—Estoy bien —dijo dedicándole una sonrisa a Benjamín.
—¿Segura señorita?
—Sí, claro.
Victory le dedicó una sonrisa y se acercó a donde se encontraba Alicia.

Mientras andaba vio como Sergio entraba a toda prisa al baño y se encerraba.

—Tokio ha muerto —dijo Marsella al ver la cara de confusión de Victory.
—¿Quién coño es Tokio?
—Una integrante de la banda, muy importante.
—Pues id con él. Os va a necesitar —dijo Victory.

La castaña volvió a donde debía encontrarse Alicia pero se percató de que ni esta ni Victoria estaban.

—Joder con esta tía —se quejó Victory. Pudo ver por las cámaras como esta robaba un coche y corrió al suyo el cual estaba aparcado fuera a unas calles.

Arrancó a toda velocidad para encontrar la salida de ese parking y cuando lo hizo vio el coche que había robado Alicia a toda velocidad. Por lo que lo siguió sin pensarlo.

Entonces su teléfono comenzó a sonar.

—¡Creí que no ibas a traicionar a nadie! —exclamó Sergio.
—¿Cómo cojones has conseguido mi numero? No he traicionado a nadie.
—Marsella es el coche que va tras el tuyo. Y yo tras el de él.
—Como le toquéis un pelo os mato a todos pero primero os arranco la piel —dijo Victory.
—Tienes el mismo carácter de mierda que tu novia.
—¡No es mi novia joder! —exclamó Victory en plena persecución esquivando a un coche.
—Voy a intentar dialogar con ella. No la pierdas de vista.
—Tranquilo, ojalá fuera la primera vez que la persigo en persecución por un arrebato —se quejó Victory.
—No te voy a colgar pero no te metas en nuestra conversación. Intentaré hacerla entrar en razón.
—Suerte con ello —dijo Victory acelerando.

El profesor empezó a discutir con Alicia mientras Victory ignoraba esa discusión e intentaba acelerar tanto como daba su coche.

Entonces vio cómo Alicia pasó entre dos camiones perdiendo un retrovisor.

—Se va a estallar ¡joder! —exclamó Victory mientras seguía escuchando como Alicia y Sergio discutían a la vez que Alicia intentaba calmar a la niña, que lloraba sin parar.

—Vas a pasar lo que queda de atraco atada y amordazada —dijo Sergio a Alicia después de que esta lo culpara por la muerte de Tokio y Nairobi.
—Ya te gustaría —dijeron Alicia y Victory a la vez.

Entonces Alicia se desvió y Marsella intentó cortarle el paso.

—Marsella o te apartas o te embisto —escuchó decir a Alicia.
—No me aparto —dijo Marsella.
—Si no lo haces vas a matar a una madre y a su hija, y no eres un asesino que ya he visto como coges a la niña —declaró Alicia.
—¡Para el coche! —exclamó Marsella. —¡No sea loca Alicia!
—No soy loca, estoy loca —afirmó Alicia acelerando y Marsella desvió el coche justo antes de que colisionaran. Alicia extendió su mano y disparó a las ruedas del coche de Marsella.

Victory vio cómo Marsella se quedaba tirado y frenó en seco abriendo la puerta de su coche.

—¡Corre coño! —exclamó para que subiera al coche y Marsella obedeció. Entonces Victory aceleró de nuevo viendo como Sergio los había adelantado.
—¿Por qué? —preguntó Marsella.
—Es una larga historia —aclaró Victory. —Antiguas pasiones —dijo acelerando más. —Joder este puto coche no acelera.
—Su amiga o su novia está loca —dijo Marsella.
—Es parte de su encanto.

Al llegar a un establo Victory frenó en seco y bajó a toda prisa. Los coches estaban vacíos y dentro no había nadie.

—Me cago en la puta —se quejó Victory. —Marsella. No te conozco y tú a mí tampoco pero te lo ruego. No hagáis daño a Alicia. Te lo pido como una de las jefas de la Interpol, como la hija del presidente y como una mujer que sigue estúpidamente enamorada y que os matará si le tocáis un solo pelo.
Coge otro coche. Me voy —dijo Victory subiendo al suyo y marchándose sin dar a Marsella la posibilidad de contestar.

Condujo a toda velocidad sin una sola idea de donde podría estar Alicia. Recorrió las zonas más cercanas a aquel establo sin éxito en el encuentro de la pelirroja.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora