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Lo que había transcurrido la noche anterior entre Alicia y Victory se aferraba a la atmósfera del apartamento parisino. La complicidad que se había manifestado en sus palabras y gestos, ahora se traducía en la tensa normalidad de la sede de Europol.

Alicia, al cruzar la puerta de la oficina, sintió la mirada escrutadora de Raquel y Marie. Habían compartido tantas misiones y secretos, pero esta vez había algo diferente en el aire. La noche había dejado una huella de intimidad que ahora debían enfrentar con discreción.

Raquel, con su aguda percepción, arqueó una ceja al observar a Alicia y Victory entrar juntas.

La sede de Marie estaba envuelta en la cotidianidad del trabajo y las reuniones estratégicas. Alicia y Victory, tras la noche compartida, intentaban deslizarse por los pasillos con la misma serenidad de siempre. Sin embargo, sus miradas y gestos revelaban la intensidad de la conexión que ahora mantenían en secreto.

Raquel y Marie, aunque ajenas al secreto de la noche anterior, detectaban una vibración sutil en la dinámica del equipo. Alicia y Victory, nerviosas ante la posibilidad de que su conexión se filtrara, intentaban disimular la complicidad que se había tejido en las horas nocturnas.

—Te llamé más de cien veces —declaró Raquel al ver a Alicia.
—Si no contesté las dos primeras ¿qué te hizo pensar que contestaría las demás? —preguntó Alicia.
—Ayer no llegamos a un acuerdo. Tenemos que hablar.
—Chupi. Haz lo que quieras Murillo. Tienes libertad de movimiento.
—No volveré a españa sin ti. Ya terminamos el caso, es hora de irnos.
—Eres más pesada que una losa —se quejó Alicia.
—Chicas creo que deberíais tratar este tema en privado —dijo Marie.
—Estoy de acuerdo. Si estamos aquí es para trabajar —dijo Victory con su característica seriedad.
—Ya la has oído —dijo Alicia intentando salvarse de la conversación. —¿Qué tenemos? —preguntó.

La reunión transcurría con normalidad, pero los intercambios de miradas entre Alicia y Victory no pasaron desapercibidos. Las dos mujeres, conscientes de las sospechas que flotaban en el aire, se esforzaban por mantener la fachada de profesionalismo.

—¿Todo bien, chicas? —preguntó Marie.
—Por supuesto, todo bajo control —declaró Alicia.
—¿Están seguras? —reiteró la francesa con una ceja alzada.
—Absolutamente, solo estamos enfocadas en el trabajo, Marie —asintió Victory.

La tensión crecía, pero Alicia y Victory continuaron con sus tareas, manteniendo la privacidad de su conexión fuera del alcance de sus compañeras.

Al finalizar la jornada, Marie quedó a solas con Victory decidió abordar el asunto.

—Victory, sé que algo está pasando. ¿Quieren hablar al respecto?

Victory, con una expresión imperturbable, respondió.

—Todo está bien, Marie. Solo hemos tenido algunas noches ocupadas trabajando en estrategias.

Marie, no del todo convencida, continuó escudriñando la reacciones de la castaña.

—Bueno, espero que encuentren tiempo para relajarse. La tensión no es buena para el trabajo.

Victory asistió, agradeciendo la preocupación de su amiga. Abandonó la sala, y la sede estaba sumida en la quietud de la tarde.

El cielo parisino se desvanecía en tonos anaranjados y morados, creando un escenario pintoresco mientras Alicia y Victory caminaban de regreso a la casa de Victory al final de un día de trabajo en la sede de Europol. Las luces de la ciudad comenzaban a destellar, pero entre las dos mujeres, un diálogo cargado de secretos esperaba ser liberado.

—¿Notaste la mirada de Raquel y Marie hoy en la reunión? —preguntó Alicia.

Victory, caminando con una mezcla de pensamientos y preocupaciones en su rostro, asintió.

—Sí, lo noté. Parece que nuestra actuación no es tan convincente como pensábamos.
—Sospechan algo. No es fácil disimular la tensión entre nosotras.
—Bueno, somos expertas en resolver situaciones difíciles, ¿no? —sonrió Victory.
—Pero esta vez estamos del otro lado de la trama —rió Alicia

La ciudad cobraba vida a su alrededor mientras continuaban su camino, pero las palabras no dichas entre ellas se volvían más densas con cada paso.

—Hablé con Marie hoy después de la reunión —dijo Victory.
—¿Y qué dijo?
—Me preguntó discretamente si pasaba algo entre nosotras. No es la primera vez que me pregunta por algo en referente a ti.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que éramos solo compañeras investigando un caso y centradas en el trabajo, pero creo que no quedó completamente convencida.
—No es fácil engañar a Marie. Trabajando con ella me he dado cuenta de que sabe bien leer entre líneas.
—Exacto. Pero debemos tener cuidado, Alicia. No podemos permitir que esto afecte nuestro trabajo.
—Tienes razón. Pero ambas sabemos que estamos aquí por una razón más allá del trabajo. Yo no me he ido a España. Y tú no te has ido a Lyon.

Entonces Victory tomó el brazo de Alicia y se pegó a ella sin dejar de andar. Quedando a su lado.
—No quiero irme —se sinceró la castaña sin ser capaz de mirar a la pelirroja. Simplemente andando junto a ella mientras miraba al suelo.
—Yo tampoco —musitó Alicia.

Ambas llegaron a la puerta de la casa de Victory, deteniéndose antes de entrar.

—Esto se está enredando más de lo que imaginábamos —declaró Alicia subiendo al ascensor junto a Victory.
—Pero no me disgusta —declaró la castaña con su mirada fija en la puerta del ascensor.
—A veces, vale la pena complicarse un poco más —dijo Alicia con una sonrisa

Victory, captando la dualidad de las palabras de Alicia, la miró vale devolvió la sonrisa.

—Sí, vale la pena —sonrió Victory.

Ambas mujeres entraron en la casa, llevando consigo la incertidumbre. Se adentraron en la sala, donde la luz suave del interior revelaba el acogedor refugio que habían descubierto la una en la otra.

Se sentaron en el sofá. La conversación, ahora más íntima, revelaba capas de complicidad entre ellas.

—La verdad es que no sé cuánto tiempo podremos mantener esto en secreto. Tampoco sé qué es lo que hay entre nosotras.
—Yo tampoco. Es como si Marie y Raquel lo hubieran sabido antes que nosotras mismas.
—Raquel es muy lista y me conoce bien —declaró Alicia.
—Me imagino —rodó los ojos Victory.

Alicia rió notando cierto tono de celos en su voz y en su gesto.
—Quiere volver a españa —declaró la pelirroja.
—¿Y tú no? ¿No quieres volver a tu España querida? ¿Con tus españoles, tu paella y tu tortilla de patatas?
—No me voy hasta que se te cure del todo la herida de bala.
—Alicia —dijo Victory tomando su cara. —Ambas sabemos que no es por la herida de bala —declaró la castaña besando profundamente a la pelirroja. Tras unos segundos se alejó de ella y la miró. —A mí también me han pedido que vuelva a Lyon —declaró.
—Joder —se quejó Alicia casi sin querer.
—Tenemos trabajo... Ni si quiera hemos definido nada. Solo follamos... No debería ser tan difícil —declaró Victory con una indiferencia que sorprendió a Alicia.
—Pues vete a Lyon —dijo Alicia levantándose del sofá.

Victory la miró confusa. Alicia cogía su abrigo y se disponía a salir.

—Pero ¿a dónde vas? —preguntó Victory impidiendo que abriera la puerta.
—Te pongo las cosas fáciles —dijo Alicia.
—Alicia.
—Solo follamos. ¿Por qué te importa tanto?
—Alicia yo no quería decir eso.
—Pues vaya boca tienes —rodó los ojos Alicia. —Venga quítate de ahí —dijo intentando abrir la puerta de nuevo en vano.
—No... Quería decir que solo nos hemos acostado una vez y...
—¿Y cuántas te hacen falta para evidenciar la conexión? ¿Cuatro, diez, veinte? Venga ya...
—Alicia si no me importaras me habría ido a Lyon de inmediato. La única razón por la que me he quedado en París eres tú. Y lo hice sabiendo que quizá no sentías lo mismo.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora