La herida de Victory sanaba lentamente, pero las cicatrices físicas y emocionales resonaban en la dinámica de su equipo. Alicia, afectada por la cercanía de la tragedia, se volcaba aún más en su trabajo, decidida a evitar que algo así volviera a suceder.
—Necesitamos ser más cautelosas en nuestras operaciones. No podemos permitirnos más errores —declaró Alicia.
Victory, asintió con una expresión reflexiva.
—Entiendo. La precaución es esencial, pero también necesitamos resultados concretos. En otro orden de cosas, ha llegado vuestra resolución —dijo esto último refiriéndose a Raquel y Alicia. —Tras indagar en el caso se ha declarado que sois inocentes y se reconoce vuestra activa y necesaria participación para desentrañar el robo del que se os había acusado de cómplices.
—Menos mal joder —suspiró Alicia aliviada.
—Entonces ¿podemos volver a españa no? —preguntó Raquel. Entonces Alicia y Victory se giraron hacia ella instintivamente.
—No podemos volver Murillo, tenemos un caso entre manos —declaró Alicia.
—Bueno colaborábamos para hacer tiempo pero... —trató de decir Raquel.
—¿Quieres que esa sea la imagen que se lleven de los españoles? ¿Que no terminamos el trabajo?
—¿Podemos hablar en privado, Alicia? —preguntó Raquel. La pelirroja asintió y salió dejando a Marie y Victory solas en la sala.—¿Qué pasa con la subinspectora Sierra? —preguntó Marie a Victory.
—¿Con Alicia?
—Creí que os odiabais. Pero parece que no... ¿Cuándo ha surgido ese punto de inflexión?
—Teníamos que trabajar juntas es mejor que nos lleváramos bien...
—Mhm... la tensión sigue pero... Os veo distintas...
—Grandes problemas requieren grandes soluciones... ¿Crees que se irán?
—¿Tanto te preocupa?
—No, no en absoluto pero... Ya sabes necesito reposo. Nos vendría bien...
—¿Por qué no llamar a otro especialista?
—Marie, déjalo. Estoy cansada, es tarde.
—Victory. Somos amigas.
—Marie. Déjalo. Voy a dar un paseo.
—¿A esta hora?
—Estaré bien, pasearé hasta casa. Quiero ir sola, no es personal.
—Ten cuidado.
—Siempre lo tengo.
—Tu herida de bala dice otra cosa.
—Soy especialista, es mi trabajo...
—Ajá... —dijo Marie rodando los ojos.Victory se despidió y salió del lugar. No había andado más que unos pocos pasos por la fría noche de parís cuando encontró a Alicia notoriamente malhumorada.
—¿Problemas en el paraíso? —preguntó Victory.
—Que susto coño —se quejó Alicia.
—¿Estás bien?
—De puta madre —dijo irónica.
—Voy a casa ¿quieres venir? Quizá tomar algo te siente bien.
—¿A tu casa?
—Tengo un apartamento aquí. No vengo tan a menudo como me gustaría. Lyon está bien pero... No es París.
—Ni Madrid, no te jode —rió Alicia.
—¿Todos los españoles sois tan patrióticos?
—Nos gusta lo nuestro.
—Ya lo veo. Quizá algún día me pase.
—Cuando pises España no querrás volver a este país de pijos.
—¿Disculpa?
—Es una broma... Más o menos. ¿Cómo va tu herida?
—Bien, avanza bien. ¿Os... ¿Os vais a España?
—Discutí con Raquel a si que no sé si se marcha.
—¿Y tú? ¿Te marchas?Las luces de la ciudad de París parpadeaban en la oscuridad, creando un escenario íntimo mientras Alicia y Victory caminaban juntas por las calles adoquinadas. El sonido suave de sus pasos resonaba en la quietud de la noche.
—No me voy a ninguna parte sin asegurarme de que estés completamente recuperada, francesa.
Victory, sorprendida por la respuesta, se detuvo y se enfrentó a Alicia.
—¿Por qué? Tienes tu vida en España. ¿Por qué te quedarías por mí?
Alicia, sonriendo suavemente, colocó una mano en el hombro de Victory.
—Bueno, me salvaste la vida... Dos veces en realidad. Me quedaré porque este equipo, esta misión, y tú, sois importantes para mí.
Victory, tocada por las palabras de Alicia, bajó la mirada por un momento antes de encontrar sus ojos.
—No estoy acostumbrada a que se queden por mí. Siempre he sido la que se queda atrás.
—Yo no estoy acostumbrada a que reciban balas por mí. Las dos nos hemos sorprendido.Continuaron caminando, compartiendo pensamientos en las calles silenciosas de París. El viento soplaba suavemente, llevándose consigo las sombras del pasado.
—Es aquí —dijo Victory abriendo la puerta de un lujoso edificio. —Pasa.
—Vaya tía, como se nota que tu papi es el presi de Lyon.
—¿Por?
—Tienes un pisito vacacional en medio de París y me preguntas...
—Anda sube —dijo Victory subiendo al ascensor.Ambas llegaron al apartamento de Victory. Cuando esta abrió la puerta Alicia quedó boquiabierta.
—Se nota que te gusta vivir a lo grande —dijo Alicia.
—¿Quieres algo?
—¿Tienes ron?
—¿Ron? Sí claro, creí que querrías algo como un bourbon, un Martini o vino...
—Alcohol de pijos —rió Alicia. —Ponme un vino si quieres.
—No, si quieres ron.
—Tranquila. No me voy a beber un cubata mientras te sirves una copa de vino. Ponme otra.
—¿Blanco, tinto o rosé?
—La que vayas a abrir para ti.
—Tinto.
—Pues tinto.Victory volvió con las copas y le entregó a Alicia la suya mientras se sentaban en el sofá.
—Voy a pedir algo de comer —declaró Victory. —No he cenado. ¿Te apetece algo en especial?
—¿Hamburguesas?
—Hecho. Ten escoge —dijo pasándole su teléfono con la aplicación de Uber Eats abierta. —Esa es la mejor hamburguesería de París —dijo mientras abandonaba el salón. —Cuando termines manda el pedido lo cobrarán automáticamente de mi tarjeta.Unos minutos más tarde Victory volvió. Su cabello estaba húmedo y llevaba una camiseta larga y un pantalón ajustado corto.
—Odio estar con la ropa del trabajo en casa —declaró Victory. —Puedes ponerte cómoda si quieres.
—Tranquila si no cuando me marche tendré que volver a cambiarme.
—O quédate —dijo Victory. —Tengo una habitación de invitados. Hay ropa nueva. No me ha dado tiempo a estrenarla. No he dejado de trabajar.
—Ya somos dos.Ambas tomaron un par de copas en silencio mientras esperaban la comida hasta que Alicia rompió el silencio.
—¿Qué es lo que te mantiene despierta por la noche, Victory? —preguntó Alicia sorprendiendo a la castaña.
—El miedo —dijo. —¿Y a ti?
—Algo así.
—¿Algo así?
—¿A qué le tienes miedo?
—¿Acostumbras a preguntar pero no a contestar?
—Encanto español.
—Ya claro...
—Todos caen rendidos ante él.
—¿Ante el encanto español?
—Ajá.
—Los franceses somos inmunes. Una de las ventajas de ser países vecinos.
—Nadie es inmune —dijo Alicia acercándose a Victory.En ese instante sonó el telefonillo y Victory se levantó rápidamente a abrir.
—La comida —sonrió Victory dirigiéndose a abrir la puerta. Tomó las hamburguesas y agradeció al repartidor para posteriormente cerrar y dirigirse al sofá.
—¿Comeremos en el sofá?
—Siempre y cuando no lo ensucies —bromeo Victory dando a Alicia su hamburguesa.
—Tenías razón —dijo Alicia tras el primer bocado. —Sí que puede que sean las mejores hamburguesas de París.
—Te lo dije —sonrió Victory.
Tras unos minutos el teléfono de Alicia comenzó a sonar insistentemente y el nombre de Raquel Murillo se reflejaba en la pantalla.—Murillo, las chicas buenas están dormidas a esta hora —dijo Alicia al descolgar el teléfono.
—¿A dónde coño te has ido? —se escuchó del otro lado. Raquel hablaba tan fuerte que Victory podía escucharla.
—¿Desde cuando te doy explicaciones?
—No me jodas Alicia. Se supone que nos iríamos de aquí en cuanto termináramos y ahora quieres quedarte.
—Ya lo hablamos...
—No, no hablamos de nada. Me dejaste con la palabra en la boca y te piraste.
—Te veo mañana en la sede.
—¡Alicia!Antes de que Raquel pudiera continuar Alicia colgó el teléfono.
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MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)
RomanceVictory Lefèvre es una importante miembro de la Interpol que tiene su vida completamente estructurada hasta que conoce a una pelirroja de ojos azules que vuelca su mundo.