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La tarde en Madrid se teñía de colores cálidos mientras Alicia y Victory exploraban las animadas calles. Los edificios antiguos y las estrechas callejuelas daban testimonio de una historia rica.

—¿Te imaginabas que esto se convertiría en nuestro hogar? —preguntó Alicia de la mano de Victory.
—Jamás me imaginé viviendo en España y tampoco imaginé encontrar a alguien como tú. Pero agradezco que ambas cosas hayan pasado.

A medida que avanzaban, se detuvieron frente a una pequeña cafetería.

—Deben estar aquí —dijo Alicia.
—Estoy nerviosa —confesó Victory.
—Pero si ya conoces a Raquel.
—Sí, pero es tu amiga ¿y si no le caigo bien a Paula?
—Le has traído un oso de peluche. Le encantarás —tranquilizó Alicia.

Ambas entraron de la mano al lugar donde Raquel y Paula las esperaban.

—Hola —sonrió Raquel. —Cuanto tiempo Victory —declaró abrazando cálidamente a la francesa. —Paula, ella es la novia de la tita Ali.
—Hola Paula —sonrió Victory. —Te he traído un regalo —dijo la castaña sacando el oso de peluche de una bolsa de regalo. —Mira esta es la bandera de mi país —sonrió Victory señalando la bandera en la camisa que llevaba el osito. —Y aquí pone tu nombre —dijo señalando la pete posterior de la camisa del oso.
—¿Es para mí? —preguntó la pequeña.
—Ajá —sonrió Victory.
—Me encanta gracias —dijo Paula abrazando a la castaña y derritiendo su corazón.

—A que no ha sido tan malo —declaró Alicia entrando a su apartamento seguida por Victory.
—Paula es encantadora —declaró la castaña. —Me encantan los niños. Aunque nunca lo diga en voz alta...

Alicia se acercó a ella y la tomó de la cintura.
—Quizá algún día podamos tener alguno... ¿Te imaginas? —preguntó Alicia antes de besarla.
—Tendría todo contigo, Alicia —declaró Victory. —No quiero alejarme de ti nunca —añadió abrazando a la pelirroja con fuerza.
—No tienes que hacerlo, no te voy a dejar.
—¿De verdad tendrías hijos conmigo? —preguntó la francesa.
—Eres la única persona con la que los tendría. Mis hijos llevarán tu apellido. Y si el destino se pusiera caprichoso y me hiciera tenerlos con alguien más, llevarían tu nombre —dijo Alicia Antea de besar a Victory profundamente.
—Te quiero mucho, Alicia —dijo la castaña mirándola a los ojos.
—Y yo, Victory.

Semanas más tarde, después de una acalorada discusión, el ambiente en casa se volvía tenso. Alicia se retiró al balcón, observando el cielo que se teñía de tonos anaranjados mientras las emociones seguían palpables.

—Necesitaba entender qué pasó —declaró Alicia.

Mientras tanto, Victory se sentó en la sala, reflexionando sobre la disputa. El sonido de la lluvia suave golpeando contra las ventanas añadía un toque melancólico al ambiente.

—¿Cómo llegamos a esto? —preguntó Victory.

Después de un momento, Alicia se acercó, buscando romper el incómodo silencio.

—¿Podemos hablar?
—Claro. Necesitamos aclarar las cosas —declaró Victory.

Ambas mujeres se sentaron frente a frente, la vulnerabilidad reflejada en sus ojos.

—No quería que dudáramos de lo que teníamos.
—Yo tampoco, Alicia. Pero a veces, los celos nublaban nuestra perspectiva.
—Lo sé. Pero necesitaba que confiaras en mí.
—Y yo necesitaba recordar que eras solo mía, Alicia. Ese imbecil te rodeó la cintura con sus brazos y dejaste que te pegara a él. Eso no es propio de ti.
—Solo intentaba recaudar información. No dejaría que hiciera nada más allá.

La lluvia afuera parecía disminuir, como si la naturaleza misma estuviera cediendo espacio para la reconciliación.

—Prefiero perder pruebas a que te expongas de ese modo —declaró Victory.
—Si te hizo sentir tan mal, no volveré a hacer algo así. Eres lo más importante para mí. No quiero que sufras —afirmó Alicia.

Ambas mujeres se abrazaron, disipando la tensión. La melodía de la lluvia acompañó su reconciliación mientras decidieron dejar atrás los celos y fortalecer su vínculo.

Tras varios meses de complicidad, Alicia y Victory decidieron celebrar un logro importante en su trabajo conjunto. Optaron por una noche en uno de los restaurantes más elegantes de Madrid, donde las velas iluminaban un ambiente lleno de romance y promesas.

—Por nuestros éxitos y por lo que está por venir —declaró Alicia.
—Y por todas las noches que hemos compartido y las que aún nos esperan.

El suave tintineo de las copas acompañó sus palabras, sellando momentos vividos y aquellos que aguardaban en el horizonte.

—No puedo evitar recordar cómo comenzó todo esto en París —sonrió Alicia.
—Tienes razón, Alicia. Fue como si nuestras vidas se entrelazaran desde el principio.

A medida que avanzaba la velada, los platos exquisitos llegaban a su mesa, pero lo que realmente nutría sus almas era la complicidad que se tejía entre ellas.

—¿Recuerdas la primera vez que peleamos en París? —preguntó Alicia.
—Fue intenso... Creí que jamás seríamos capaces de trabajar juntas. Pero parece que aprendimos a entender nuestras diferencias.

La risa se mezclaba con la música suave que llenaba el restaurante, creando una sinfonía única para ellas.

—Has cambiado mi vida de maneras que nunca imaginé —confesó Victory observando a Alicia.
—Y tú la mía. Nunca pensé que encontraría el amor en medio de investigaciones y mucho menos en Francia.

Después de la cena, decidieron pasear por los jardines cercanos, donde las flores nocturnas desplegaban su fragancia.

—Gracias por este día, Alicia. Por enseñarme tus rincones de Madrid y hacer que lo sienta un poco más mío.
—Espero enseñarte muchas más cosas —declaró Alicia dejando un suave beso en sus labios.
—A veces me asusta lo mucho que te necesito, Alicia —confesó la castaña.
—Me pasa lo mismo, Victory. Jamás había sentido algo así. Agradezco que sea recíproco y que sea contigo. Creo que no hay nadie mejor.
—Lo quiero todo contigo, Ali. Una casa, mascotas, niños... Jamás lo había querido con nadie, nunca lo habría imaginado. Pero tú y yo... Creo que no hay nada mejor que nosotras —dijo Victory mientras se desplazaban hasta el apartamento que ya era de ambas.

Ambas pasaron su primer aniversario juntas organizando un viaje para celebrar el amor que compartían la una por la otra. El sentimiento de estar en una nube era constante y jamás habrían imaginado algo mejor.

MÁS QUE TRABAJO (Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora