Capítulo 23

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IRAK

Todas las noches tengo el mismo sentimiento, es extraño, me duele el pecho. Dios mío, qué cursi me estoy escuchando, menos mal que nadie leerá esto, pero... Siento el corazón roto, como cuando extrañas a alguien, como cuando te duele perder a alguien amado. Y por más que trato de entenderlo no puedo, es absurdo.

Algunas veces pienso que no extraño a nadie y que este sentimiento se debe a la condición en la que estoy viviendo. Estoy en un nuevo dormitorio, este es muy grande, el techo es alto y en las paredes hay unas cuantas ventanas pequeñas, que apenas dejan pasar la luz del día. En él, hay por lo menos treinta literas. Somos sesenta trabajadores por cuarto. Mi cama es la número 24, "42" "24" qué coincidencia, ¿tendrá algún significado? Creo que estoy desvariando. Mis compañeros son bastante amables, aunque, a decir verdad, sigo sin entender mucho, la mayoría no habla mi idioma. El ochenta por ciento son soldados rebeldes que trabajan y viven aquí, todos han dejado a sus familias para defender sus "ideales". Y el otro veinte por ciento somos prisioneros de guerra, algunos son americanos y eso me hace sentir un poco mejor porque durante el almuerzo hemos intercambiado un par de palabras, aunque es imposible entablar una conversación, estamos custodiados todo el tiempo y no está permitido perder el tiempo en charlas.

En mi cuarto está Shane, y todas las noches aprovechamos para hablar, le hago la plática para tener más información y creo que a él le hace bien hablar conmigo, soy el único en el cuarto que habla su idioma.

Él tiene 40 años, lleva prisionero cinco años y dice que en los próximos meses podría ser liberado. A diferencia de mí, él sí tiene una familia que lo espera, incluso tiene dos hijos pequeños, por lo que da todo de sí mismo para poder salir pronto y reunirse con ellos. Cuando llegó a la mina, no quiso decir que tenía familia, dice que para su esposa habría sido más doloroso saber que estaba atrapado aquí. Por lo tanto, accedió a pagar su deuda trabajando y su familia piensa que está muerto. Aquí no hay ningún chivo expiatorio, ningún aliado que nos pueda ayudar a mandar mensajes al exterior y si te descubren tratando de sobornar a alguien de seguridad, tu destino es muy negro.

Shane es tan disciplinado que se ha ganado un lugar en el equipo de seguridad, él ya no acarrea piedras como yo, él se encarga de recibir a los nuevos y hacer que se incorporen lo antes posible a trabajar. Se ha ganado la confianza del primer comandante, es un buen chico.

Ayer por la noche le preguntaba qué hacen con las pertenencias de los prisioneros.

SHANE- Una vez que llega un prisionero, se la hace un chequeo médico, la mayoría vienen heridos, así que se les auxilia, se les despoja de todas sus pertenencias y se les da el tratamiento necesario. Una vez que están listos, pueden llamar a su familia y pedir el dinero del rescate o trabajar aquí para pagarlo.

JACK- ¿Y qué hacen con las pertenencias?

SHANE- Las meten en una bodega que está bajo seguridad, solamente algunos guardias y yo (algunas veces) tenemos acceso.

Al saber eso, supe que tenía que entrar a ese lugar. Tengo que entrar a como dé lugar y sacar mis cosas, es la única manera de saber quién soy.

Y ya lo decidí, voy a entrar, lo voy a planear, así sea lo último que haga.

42

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Las cosas han cambiado rápidamente en mi vida. Salí por primera vez con Blake a una cita real. Esa noche no sabía qué ponerme, ¿qué se pone una mujer para una cita en la que se quiere ver bien y tantear el terreno, sin estar segura de dar luz verde? Abrí mi closet y busqué en el área de los vestidos, una sección que tenía completamente olvidada. Pasé uno por uno mirando para encontrar el correcto y me topé con ese vestido rojo que usé en una cita con Jack, entonces, recordé lo sensual y bonita que me sentí esa noche y cómo el aliento de Jack me rosaba la piel cada vez que pronunciaba una palabra. Nunca había sentido algo así, y estaba segura de que no lo volvería a sentir jamás. Pasé el vestido y me concentré en el presente. Tomé uno rosa, sencillo, me lo puse con unos tacones abiertos, no muy altos, recogí mi melena con un broche y fue todo. Era una cita para ver la situación, no para dar luz verde.

"CUANDO TE VUELVA A VER"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora