Capítulo 33

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Irak

Me desperté después de que los rayos del sol pegaran fuertemente en mi rostro, tenía un poco de dolor de cabeza y sentía que iba despertando después de una noche de farra. Una enfermera me pasó una luz por los ojos y esto me hizo reaccionar. Automáticamente, me sentí en peligro y traté de incorporarme, cuando me dijo.

ENFERMERA- Tranquilo, Jack, tranquilo. Estás a salvo.

Veía un poco borroso, por lo tanto, hice un esfuerzo para enfocar y me di cuenta de que estaba en un hospital, y todo ese piso estaba lleno de soldados en recuperación.

JACK- ¿En dónde estamos?

ENFERMERA- Seguimos en Irak.

Entré en estado de alerta, no quería estar un minuto más en Irak.

JACK- ¿Qué hacemos aquí? ¡Me tengo que ir!

La enfermera me miró con calma, me tomó del hombro y:

ENFERMERA- No hay nada de qué preocuparse, estás en un lugar seguro. Mañana mismo tú y los demás serán enviados a USA con sus familias.

Entonces, sus palabras me llenaron de aliento y comencé a llorar. No entendía lo que me pasaba, pero mi pecho era una bola de sentimientos.

ENFERMERA- Está bien, está bien. Has pasado por mucho.

Me tomé el pecho, porque todavía tenía un ligero dolor.

ENFERMERA- Todavía hay un poco de polvo en tu pecho, consecuencia de las minas. Pero vas a estar muy bien.

Estaba muy agradecido de estar ahí, parecía un sueño.

Al otro día, después de tanto tiempo, pude tomar una ducha caliente de manera privada y tranquila, me quedé parado bajo el agua el mayor tiempo que pude y sentí que cada uno de mis músculos me lo agradecía. Esto me hizo recordar los días de "ducha" en la mina, teníamos derecho a bañarnos una vez a la semana y había un patio común en donde todos nos bañábamos al mismo tiempo, cada uno acarreaba una cubeta de agua fría y nos daban un pedazo de jabón. El polvo que despedía la mina era tan pesado que irritaba la piel y por momentos olvidábamos lo fría que estaba el agua, ese momento nos sabía a gloria.

También, por primera vez recibí un plato de comida caliente, me dieron un pedazo de carne bien cocido, con arroz y vegetales. Cuando lo vi quería aventarme al plato y arrasar con él, pero habría sido de muy mala educación. Corté la carne en finos pedazos y cuando el primero tocó mi lengua, sentí que estaba en el paraíso.

Era tiempo de partir, hasta ese momento no había estado tan consciente de lo cerca que estaba de llegar a casa, hasta que tocaron a la puerta y me entregaron mi uniforme militar. Era tan perfecto y elegante, que me parecía ajeno, como si no me perteneciera. Terminé de vestirme y me paré frente al espejo, casi no me reconocía, aquel saco de huesos maloliente ahora era un hombre limpio y bien vestido. Y mientras me miraba detenidamente, me percaté de que en el buró estaba mi diario, las enfermeras habían tenido el detalle de guardarlo para mí. Lo tomé y al abrirlo, me encontré con la foto de Lissa, entonces, me la llevé al pecho esperando que las horas pasaran corriendo para volverla a ver.

El avión estaba listo y comenzamos a subir, algunos de mis compañeros se detuvieron unos momentos para ver el horizonte y despedirse de Irak, en cambio yo, me subí sin mirar atrás, no quería voltear a ver aquel pasado tan horrible. Llegué directo a mi asiento y me acomodé para viajar, todo el tiempo, con la foto de Lissa en mi mano, por supuesto.

Entonces, ese sentimiento de incertidumbre me invadió una vez más, porque lo único que sabía era que mi familia iba a estar esperando por mí en el aeropuerto, pero nunca habían dicho nombres. Por lo tanto, no sabía si entre esas personas se encontraba Lissa. Las preguntas comenzaron a atacarme. ¿Qué iba a hacer si al llegar no estaba ella? Dios, no quería ni pensarlo. ¿Habría hecho su vida? ¿En dónde la iba a buscar? ¿Cómo se estaría sintiendo en ese momento? Tal vez ya había dado vuelta a la página y yo era algo del pasado que la atormentaba. La ansiedad me carcomía, pero lo único que quería era volver a verla, aunque fuera una vez más.

Me quedé dormido por varias horas, hasta que la voz del piloto me despertó.

PILOTO- Bienvenidos a la ciudad de Nueva Orleans. ¡Bienvenidos a casa!

Todos comenzaron a aplaudir y a gritar de alegría. Estábamos a punto de ver a nuestras familias. Las sonrisas de todos me contagiaron y comencé a sentirme con esperanza, la vida ya había sido bastante dura y no tenía por qué continuar siéndolo, merecía una recompensa.

Sabíamos que al llegar, la prensa y mucha gente del gobierno, incluyendo al presidente, estarían ahí esperándonos, por lo tanto, sería algo serio y formal.

El avión aterrizó y a lo lejos, en la pista, vi a una multitud de gente esperando, el corazón me latía rápidamente y estaba muy nervioso.

Uno por uno de los soldados, comenzó a bajar y cada vez que se acercaban a la gente se escuchaba el tumulto, aplausos y gritos de felicidad. Cada uno, antes de bajar del avión, tenía una cara de alegría que jamás había visto, y ahí comprendí que el ser humano es básicamente bueno y que, a pesar de todo, en el fondo todos tenemos bondad y el amor es lo que nos saca adelante.

Entonces... llegó mi turno, los chicos que quedaban ahí me despidieron con aplausos y yo me despedí con una gran sonrisa.

JACK- ¡Lo logramos!

Respiré profundo para calmar los nervios y bajé corriendo las escaleras. El Sol pegaba fuerte y eso me impedía ver con claridad a todos. Cuando estaba en tierra, caí en cuenta de lo que estaba pasando, a los lados había gente de prensa tomando fotos y también había cámaras de TV, no quise concentrarme en eso y caminé hacia toda la gente. Tenía un nudo en la garganta, nunca había experimentado ese sentimiento, y mientras caminaba me vino a la mente todo lo que viví, desde el día en que me despedí de Lissa para ir a la guerra, hasta ese momento exacto que estaba pasando. Había sido un camino muy arduo para llegar a casa y en algunos momentos había jurado que ese día nunca llegaría, y ahora, lo estaba viviendo, estaba siendo libre.

Caminé más rápido, me parecía eterno el trayecto. Levanté la mirada y vi a todos esperándome con mucha alegría, me aplaudían y celebraban mi vida, pero ¿y Lissa? ¿en dónde estaba ella? Y entonces, cuando me acerqué más, vi una melena roja que se abrió paso entre toda la gente.

"Ese andar y esa melena yo la conozco", pensé.

Aquella melena llegó hasta el frente y ...ahí estaba ella, agitada, decidida y con los ojos llenos de esperanza. Era ella, Lissa con doble S, mi amor más grande, el amor de mi vida, mi Lissa. Nos miramos a los ojos y en ese momento, volví a nacer.

"CUANDO TE VUELVA A VER"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora