Capítulo 13

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Después de la fiesta de Claudio todo fue felicidad, había llegado el verano y los enamorados presumían su amor por todos lados. Alguna vez, leí en un artículo que, en los países fríos, la gente se deprimía durante el invierno y era motivo de muchos suicidios, y que cuando llegaba el verano, era lo opuesto, la gente salía de sus casas, felices, buscando cualquier rayo de sol que pudiera aparecer. Y que en las carreteras había letreros de anticonceptivos y claramente era la época en la que había más embarazos. El verano traía una felicidad especial y con ella todo el fuego que no había durante el año.

Y para nosotros así fue, el calor de Nueva Orleans era insoportable para algunas personas, pero para los chicos de la preparatoria, era el motivo perfecto para salir en shorts y vestidos sexis, ir a la playa y tomar cerveza, a escondidas de los padres por supuesto. Sam y Claudio se paseaban por todos lados, tomados de la mano y se miraban como dos tórtolos enamorados, y aunque Lya y las demás seguían sin aceptarlo, parecía que el resto del grupo se había acostumbrado. Y Jack y yo... Bueno, estábamos experimentando toda esa pasión que de pronto había explotado. Yo acababa de cumplir 16 y él 17, así que, nos sentíamos con el derecho de vivir nuestro amor tan rápido y apasionado como queríamos.

Un día, hicimos un viaje corto con los chicos del equipo, tomamos carretera y llegamos a una playa de Florida. El día era perfecto, el Sol brillaba en el cielo despejado y pintaba para ser un fin de semana increíble. Los chicos jugaban voleibol, incluyendo a Jack, mientras las chicas no asoleábamos; sin embargo, no podía dejar de ver a Jack, no podía creer que ese chico tan guapo con pectorales y abdomen perfecto fuera mi novio. Se veía tan sexy... El sol bronceaba su sudorosa piel y cada vez que daba un paso podía apreciar su tonificado cuerpo. Eso era demasiado para mi joven cuerpo con todas esas hormonas aceleradas y trabajando al mil por hora. Él dejó de jugar y se sentó a un lado de mí, tomó agua y mientras miraba a sus amigos.

JACK- Sí que voy a extrañar todo esto.

Su comentario me tomó desprevenida, no sabía de qué hablaba y lo miré confundida.

JACK- Cada vez falta menos para graduarnos y cada uno irá a escuelas diferentes.

LISSA- Sí, pero por lo menos tú y Claudio estudiarán en el mismo lugar.

Jack se quedó pensativo.

JACK- No lo sé, Lissa. Estoy pensando en hacer mi servicio militar antes de entrar a la Universidad.

LISSA- ¿Qué? ¿Estás bromeando? Nunca mencionaste que quería entrar al ejército.

JACK- ¿No? Bueno, siempre he tenido ese sueño.

El ejército me parecía lo más idiota del planeta, el hermano de mi padre (Rymond) y yo habíamos sido muy cercanos durante mi niñez, después él entró al ejército y murió en batalla. El día de su funeral, el presidente salió con un traje impecable a dar un discurso. Era evidente que aquella mañana había despertado en una lujosa cama, había tomado una ducha caliente y un desayuno espectacular, para después besar a su esposa antes de salir de casa a dar un discurso ridículo frente a todos nosotros y el país, para dar las condolencias por los soldados muertos en SU guerra. Porque los soldados estaban peleando por los intereses o la pelea de dos presidentes o de alguien más. Y mientras él hablaba de un dolor que no conocía, otros estaban muriendo. Él daba ese discurso y yo sólo podía pensar en que las guerras no deberían de existir, o en todo caso, deberían de enviar a los presidentes a pelear unos contra otros a muerte, me parecía muy cobarde que enviaran a personas inocentes al matadero. Por lo tanto, el tema del ejército me ponía los pelos de punta.

LISSA- No juegues conmigo, Jack. ¿Qué no escuchaste lo que le pasó al tío Rymond?

JACK- Sí, pero es diferente.

LISSA- No, no es diferente, no vas a ir a morir por un idiota de presidente. Él decidió estar en guerra, muy bien, que vaya él con un rifle y que se pelee él mismo.

Jack me miró sorprendido.

JACK- Hey, relájate. No te pongas así, todavía falta mucho.

Los ojos se me llenaron de lágrimas.

LISSA- Entonces ya lo tienes decidido, muy bien.

Me levanté y caminé por la arena, quería estar lejos de él, estaba furiosa. Cuando sentí que me abrazó por la cintura y me cargó.

LISSA- ¡¿Qué haces?!

JACK- Lissa, por dios.

Me dejó en la arena y cuando me di la vuelta para mirarlo, me besó, dejándome sin palabras como siempre.

JACK- No te pongas así, solo será temporal. Entiéndeme, quiero servir a mi país, pero no es para siempre.

LISSA- No quiero que te vayas.

Lo abracé con todas mis fuerzas.

LISSA- Es que no quiero perderte, no te quiero dejar de ver nunca.

JACK- Lissa, mírame, mírame.

Lo miré a los ojos e hice todo para aguantar el llanto.

JACK- No me va a pasar lo mismo que al tío Rymond. ¿Sabes por qué?

LISSA- ¿Por qué?

Jack me tomó la cara con mucho amor y...

JACK- Porque en unos años tú y yo nos vamos a casar, nos vamos a ir de luna de miel a Italia, vamos a tener un perro, una casa grande y cuatro hijos. Nuestra vida será maravillosa. ¿Okay?

Sus palabras me tranquilizaron y asentí con la cabeza.

LISSA- Okay.

JACK- Muy bien, ahora vamos a disfrutar de este fin de semana.

Nuestro amor era lo más grande que los dos teníamos, nos habíamos convertido en mejores amigos. Todos los días pasaba por mí para ir a la escuela, entrábamos juntos a las clases, después al entrenamiento y en las tardes estudiábamos en mi casa o en la suya. Éramos almas gemelas, aunque teníamos ciertas diferencias y esas pequeñas cosas no hacían explotar. Jack era la persona más perfeccionista del mundo, le gustaba tener todo impecable, la ropa, las uñas, todo tenía que estar perfectamente ordenado y a tiempo, y eso me sacaba de mis casillas porque yo era lo contrario, además de que me gustaba decir todo lo que pensaba y meterme en los asuntos de los demás y eso lo volvía loco a él, decía que no podía dejarme sola sin que me metiera en problemas. Pero los dos estábamos de acuerdo en que esos defectos nos hacían amarnos más.

El tiempo pasó volando y llegó el momento agridulce de graduarnos, estaba feliz por terminar ese ciclo en mi vida y Sam y yo iríamos a la misma Universidad, pero, por otro lado, dejaría de ver a mis compañeros y Jack había mandado su solicitud para entrar al servicio militar. El sólo hecho de pensar en eso, me provocaba dolor de estómago y ganas de vomitar.

Tuvimos un periodo de vacaciones antes de comenzar la Universidad, y mientras yo preparaba todo para entrar, Jack revisaba el correo todos los días para ver si tenía una respuesta a su solicitud. Y yo, todas las noches rezaba para que esa hoja nunca llegara o para que lo rechazaran.

Entonces, el día llegó. Jack me llamó por teléfono y al escuchar su voz nerviosa, sabía lo que estaba por ocurrir.

JACK- Lissa...

LISSA- ¿Sí? ¿Qué ocurre?

Comencé a temblar de nervios.

JACK- Lissa, te tengo que decir algo... 

"CUANDO TE VUELVA A VER"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora