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En el corazón vibrante de Pandora, Eywa, la entidad espiritual que conecta a todos los seres vivos, tejía destinos con hilos etéreos. Cada cierto tiempo, elegía a dos almas destinadas a encontrarse. Era un ritual cósmico que marcaba el inicio de un amor condenado a ser eterno. La resonancia de sus corazones creaba una armonía que vibraba en toda la selva. Cuando estas almas se encontraban, la magia de Pandora se intensificaba, y la naturaleza misma parecía susurrar canciones de amor.
Sin embargo, el éxtasis del amor estaba equilibrado por una trágica verdad. La separación de estas almas, una vez entrelazadas por Eywa, traía consigo desastres en cascada. Las raíces de los árboles lloraban savia de lamento, y las criaturas nocturnas se sumían en un silencio melancólico. Era como si el tejido mismo de Pandora sintiera el dolor de la separación.
Esta historia se contaba desde el inicio de las primeras canciones y se transmitían de generación en generación, advirtiendo a los enamorados de la fragilidad de su conexión celestial.
Los sabios de Pandora aprendieron a respetar los deseos de Eywa, entendiendo que el amor, una vez entrelazado por la diosa, era tan eterno como las estrellas que adornaban el cielo, por mas tonto o adsurdo que pareciera. Y así, las almas elegidas continuaban su ciclo natural, recordando que el vínculo tejido por Eywa era un regalo divino que debía ser apreciado con la reverencia de aquellos que bailaban al ritmo de la vida en esta tierra sagrada.
—. ¿Eso es real abuela?
—. Es mucho más real de lo que crees mi pequeño guerrero
Neteyam, con su mente infantil, escuchaba con atención las palabras de su abuela, ella siempre tenia historias sorprendentes que contarle
—. Así, aprendemos a respetar las decisiones de Eywa. El amor, es un regalo otorgado por ella, debe ser acogido con gratitud y reverencia. Cada conexión es un hilo en el tapiz, y nosotros, los hijos de esta tierra, somos como guardianes de ese sagrado vínculo
—. ¿Como será mi futura esposa?
—. Estas algo joven para saber eso, pero se que será una mujer espectacular y que tu la amaras mucho
Mo'at acarició la cabeza de Neteyam con ternura, sintiendo en su corazón que, aunque joven, el niño lograba entender de lo que hablaba. Él joven Omaticaya deseaba algo tan lindo y seguro como el amor que sus padres se tenían. Pero el no conocía los planes que la Gran Madre tenía para él.
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En la penumbra del frondoso bosque de Pandora, Neteyam observaba en silencio mientras una joven cazadora, ajena a su presencia, rastreaba a su presa. Sus ojos, agudos como los de un depredador, seguían cada movimiento de la chica entre las sombras. La luz tenue de las plantas bioluminiscentes delineaba la escena, creando un telón de misterio en el escenario natural.
