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Ya habían pasado tres semanas y no había señales de Neteyam. T/n no sabía qué pensar. Al principio, no creía que la presencia de Neteyam fuera tan importante para ella, pero ahora, con su ausencia prolongada, el frío en las noches se hacía más presente. Los pequeños detalles que él siempre le daba, como un abrazo reconfortante o una sonrisa alentadora, comenzaban a hacerle mucha falta. Pero se negaba a admitirlo.
Esa tarde, parecía que iba a ser como cualquier otra, T/n había ido al hogar que compartía con Neteyam para traer algunas prendas de ropa. El ambiente estaba tranquilo, solo el suave murmullo de la brisa y el susurro de las hojas en el viento llenaban el aire. Mientras recogía las prendas, su mente vagaba por recuerdos y pensamientos de los últimos días.
Algunos aldeanos empezaron a respetarla y otros solo se limitaban a ignorarla. Aunque en un principio deseaba irse de aquel lugar o morir, había encontrado personas muy amables que la inspiraron a permanecer en ese lugar, de todos modos no tenía otro lugar a donde ir. Tuk se había convertido en una amiga muy cercana para T/n. Además de Tuk, T/n había conocido a los otros humanos que eran aliados de los Omaticaya, los cuales vivían un poco alejados del Árbol Madre. Aunque no eran muchos los que permanecían en Pandora, eran personas llenas de mucha experiencia y la hicieron sentir mucho más cómoda.
De repente, un ruido extraño proveniente del exterior interrumpió sus pensamientos. Se detuvo, con el corazón acelerado, y salió para investigar. Afuera, bajo la luz suave del atardecer, vio a un Ikran, lo que le provoco un susto haciendo que cayera sentada.
—(ese Ikran no es de Neteyam)
El animal la miraba fijamente, con ojos grandes y atentos. Antes de que pudiera reaccionar, escuchó una voz acercándose.
—¡Neteyam! —gritó la voz femenina desde el exterior de la casa.
T/n, sorprendida y con el corazón acelerado, giró en dirección de donde provenía el sonido. Con pasos lentos la desconocida ingreso a su hogar y T/n tomo un pequeño cuchillo que siempre cargaba alrededor de su cintura, cuando observo a la intrusa, notó que era alta y con una presencia imponente. Cuando aquella Na’vi la vio ambas se quedaron quietas, estudiándose mutuamente, hasta que finalmente, ambas soltaron un grito simultáneo.
—¡Ahhh! —gritaron al unísono, dando un paso atrás en reflejo.
La joven Na'vi recuperó la compostura primero, colocando una mano sobre su pecho y con sus grandes ojos ámbar llenos de curiosidad volvió a mirar a T/n. —¿Quién eres? ¿Qué hace una humana en el hogar de mi hermano?—preguntó, con su voz un poco agitada.
—S-Soy T/n, —respondió ella, tratando de calmar su respiración—. ¿Quién eres tú?
La joven Na'vi la miró con sorpresa. —Soy Kiri, hermana del Omaticaya que vive aquí y si él te ve no dudará en matarte —T/n pudo notar su rostro lleno de preocupación—. ¿Llegaste por accidente? ¿buscas a Norm? —preguntó nerviosa —No quiero sonar hostil, pero los Na'vi aquí no aceptan humanos, te matarán.
