𝗔𝗖𝗧𝗨𝗔𝗟𝗜𝗭𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦: TODOS LOS SÁBADOS
𝗖𝗢𝗡𝗧𝗘𝗡𝗜𝗗𝗢 +𝟭𝟴
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"𝑬𝒚𝒘𝒂 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒕𝒆 𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓𝒆𝒔: 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒄𝒓𝒖𝒄𝒆 𝒅𝒆 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐𝒔 𝒈𝒖𝒂𝒓𝒅𝒂 𝒆�...
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T/n parpadeó contra la luz que se filtraba sobre su rostro, mientras una mueca de dolor se dibujaba en su semblante al intentar moverse. Sin embargo, el pánico no tardó en apoderarse de ella al darse cuenta de la presión de las cuerdas que le apretaban las muñecas y los tobillos, inmovilizándola por completo. Desesperada, quiso gritar, pero la mordaza que le cubría la boca ahogó su voz, reduciéndola a un débil y sofocado gemido.
Su respiración se volvió agitada mientras sus ojos inquietos recorrían el entorno. Estaba en una cueva amplia, pero la oscuridad la envolvía casi por completo. Las paredes estaban cubiertas de musgo húmedo, que desprendían un olor terroso y denso que se mezclaba con el frío aire que penetraba desde algún lugar cercano. Solo un pequeño rayo de luz solar lograba colarse por una abertura en lo alto, iluminando apenas una pequeña porción del suelo. Confundida, T/n miró a su alrededor, esforzándose por recordar cómo había llegado hasta allí, pero su mente parecía un caos de imágenes borrosas y sensaciones extrañas.
"¿Qué ha pasado?", pensó frenéticamente. Entonces, los recuerdos volvieron a ella en ráfagas. La noche anterior, vagando por el clan, las voces que escuchó... y luego Rakan. Ese maldito. Lo último que vio fue su rostro acercándose a ella. Fue él quien la atrapó, eso lo sabía con certeza.
T/n cerró los ojos por un segundo, tratando de calmarse y de pensar con claridad. Tenía que salir de allí. Movió sus manos lentamente, tanteando la cuerda con sus dedos, buscando algún punto débil. Pero por más que lo intento, no lo logro y en su lugar, su cuerpo cayó con un golpe sordo al suelo de la cueva, el frío de la piedra contra su piel le arrancó un jadeo involuntario. Se revolvió, intentando arrastrarse hacia atrás, con su cuerpo temblando por el esfuerzo, pero las cuerdas en sus manos y pies se lo impedían.
Frente a ella, emergiendo lentamente de las sombras, apareció Rakan. Su figura alta y esbelta se recortaba contra la luz tenue que se filtraba desde la entrada de la cueva, bloqueando su paso y haciendo que la penumbra se sintiera aún más opresiva. Su rostro estaba marcado por esa sonrisa torcida, la misma que la había paralizado de terror la noche anterior.
—Vaya, mírate... —murmuró Rakan, su tono burlón mientras se acercaba lentamente, disfrutando del poder que ejercía sobre ella—. Te ves... tan indefensa.
T/n lo observó con el corazón martillando en su pecho, mientras cada fibra de su ser gritaba de terror. Desesperada, intentó arrastrarse hacia atrás, pero las cuerdas que la inmovilizaban y la frialdad dura del suelo lo hacían imposible. Cada movimiento era un esfuerzo inútil que solo aumentaba su angustia.
