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Lo'ak ajustó la última correa sobre su ikran, preparándose para partir hacia el arrecife, donde continuaría con responsabilidades junto a la tribu de los Metkayina. La familia Sully se reunió a su alrededor, con sonrisas, miradas de orgullo y un toque de nostalgia en sus rostros.
Neytiri fue la primera en acercarse. Lo abrazó con fuerza, mientras sus manos presionaban sobre sus hombros de Lo'ak y lo miraba con un brillo maternal en los ojos.
—Mantente fuerte, Lo'ak. Y recuerda siempre de dónde vienes. Eywa está contigo.
—Lo sé, mamá —respondió Lo'ak con una sonrisa sincera, apretando suavemente su mano antes de soltarla.
Jake dio un paso adelante, posando su mano en el hombro de su hijo.
—Estaremos aquí cuando vuelvas. Sé fuerte, pero también sé sabio.
—Lo intentaré, papá —contestó Lo'ak con una risa nerviosa, mientras ambos compartían una mirada de entendimiento que sólo ellos podían comprender.
—Promete que volverás pronto, Lo'ak —le dijo Tuk, con su voz temblando un poco mientras alzaba la mirada hacia él—. Y que vas a cuidarte
Lo'ak sonrió y la abrazo.
—Voy a estar bien, Tuk —respondió, despeinándola con cariño—. Me cuidaré, te lo prometo. Además, cuando vuelva, te traeré algo del arrecife, ¿vale? Algo especial.
Tuk asintió, intentando sonreír, aunque una lágrima se deslizaba por su mejilla. Luego, Kiri dio un paso al frente y miró a Lo'ak.
—Cuida de ti y de tu ikran, hermano —le dijo, abrazándolo también— Si necesitas ayuda, recuerda que siempre estaremos aquí para ti.
Lo'ak le devolvió el abrazo, y con una sonrisa confiada, respondió:
—Descuida, Kiri. No estaré solo.
Neteyam, sonriendo, lo abrazó fuerte. A pesar de las bromas y las rivalidades, era evidente cuánto le costaba despedirse de su hermano menor.
—Cuídate, Lo'ak. Y trata de no meterte en problemas... demasiado.
Lo'ak soltó una carcajada y le dio un golpe amistoso en el brazo.
—Sin ti ahí, hermano, creo que tengo mejores oportunidades.
Finalmente, T/n se acercó lentamente y le tendió la mano en un gesto amistoso, que Lo'ak recibió con entusiasmo.
—La verdad, pensé que ni vendrían a despedirse. —comentó curioso.
Neteyam y T/n se miraron por un instante, con sus rostros tornándose en una sonrisa nerviosa. La intensidad de la noche anterior aún estaba fresca en sus mentes, y aunque ninguno hablaba abiertamente de ello, ambos recordaban cómo despertaron esa mañana en el bosque. Neteyam, con una punzada en la cabeza y recuerdos confusos, apenas pudo enfocarse hasta que vio a T/n durmiendo a su lado. Pero lo que realmente lo dejó sin aliento fue notar las marcas en la piel de T/n, mordidas, chupetones y algunos arañones, incluso él los tenia y sentía algo de ardor alrededor de su cuerpo. Un miedo incontrolable lo invadió, y una pregunta oscura asomó en su mente: "¿La había lastimado sin darse cuenta?"
