𝗔𝗖𝗧𝗨𝗔𝗟𝗜𝗭𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦: TODOS LOS SÁBADOS
𝗖𝗢𝗡𝗧𝗘𝗡𝗜𝗗𝗢 +𝟭𝟴
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"𝑬𝒚𝒘𝒂 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒕𝒆 𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓𝒆𝒔: 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒄𝒓𝒖𝒄𝒆 𝒅𝒆 𝒄𝒂𝒎𝒊𝒏𝒐𝒔 𝒈𝒖𝒂𝒓𝒅𝒂 𝒆�...
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A veces, la vida nos coloca frente a decisiones que nunca pensamos enfrentar, y cuando lo hace, solemos alejarnos de aquello que nos asusta o nos duele. Es más fácil recluirnos en el silencio o en los recuerdos, que enfrentar el presente y a las personas que forman parte de él. Sin embargo, al distanciarnos de los demás, solo terminamos perdiéndonos a nosotros mismos.
Las personas que amamos, aquellas que caminan a nuestro lado, son más que simples figuras en nuestra historia. Son faros en medio de la tormenta, anclas que nos mantienen firmes cuando el viento amenaza con derribarnos. A veces, nos cuesta ver su luz, cegados por nuestras propias inseguridades, pero están ahí, esperando a que reconozcamos su valor.
Vivir no es solo respirar, es compartir, es sentir, es permitirnos conectar de verdad con los que nos rodean. No podemos escondernos tras paredes de resentimiento o miedo, porque al final, lo que realmente nos da fuerza es abrir nuestro corazón, aceptar lo que sentimos y valorar a quienes se han mantenido cerca, incluso cuando nosotros nos alejamos.
Este es un momento de despertar. De ver, por fin, con claridad lo que siempre estuvo frente a nosotros.
—Nos alegra que estés bien, Neteyam —murmuró Kiri con una sonrisa temblorosa. La emoción era palpable en el aire mientras su familia entera se reunía en torno a él, casi sin atreverse a creer que, finalmente, el hijo que tanto amaban estaba fuera de peligro. Cada uno se había preocupado al escuchar la voz de T/n resonar entre los árboles, un llamado desesperado que todos temían no haber escuchado a tiempo. Pero ahora, al ver a Neteyam despertar, no pudieron evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas.
Neytiri cayó de rodillas junto a él, con sus manos temblorosas acariciando suavemente su rostro, como si temiera que al tocarlo se desvaneciera como el humo de un sueño. —Hijo mío, mi dulce Neteyam... —su voz se quebró, dejando ver todo lo que había guardado en su corazón durante su ausencia. Jake también se arrodilló a su lado y coloco una mano firme en el brazo de su hijo.
—Nos diste un buen susto. Pero estamos aquí... estamos contigo.
Neteyam apenas podía hablar, así que se limitó a sonreírles, asintiendo débilmente a cada palabra. Durante su convalecencia, había soñado con ese momento, temido que jamás volvería a oír las voces de su madre y su padre, o a sentir el calor de sus manos envolviendo las suyas. Sin embargo, por muy feliz que estuviera de estar rodeado por su familia, sus ojos parecían buscar a alguien más.
Escudriñó el grupo con ansiedad hasta que, finalmente, la encontró. T/n estaba al fondo, observando toda la escena en silencio, con una pequeña sonrisa mientras sus manos se entrelazaban frente a ella. Y entonces lo comprendió: le estaba dejando ese momento a su familia. Sabía que habían sufrido y esperado tanto como ella, que ellos también se habían quebrado por dentro. Por eso se quedaba en el borde de la escena, dejando que se reconciliaran con él, dándoles el espacio que tanto anhelaban.
