Ayuda

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Cuando despertó el sentimiento horrible que había sentido anoche regresó. Sintió un pinchazo en el pecho.

Se tallo los ojos y se encontró
compartiendo cama con Hirving. Apenas volvió a verlo sintió ganas de llorar.

Se enderezó y trató de levantarse, pero sintió otro pinchazo en el pecho, luego notó que le dolía la cadera...

Hizo una mueca y volvió a acostarse en la cama. Hizo ejercicios de respiración, se relajó y suspiró cansado. Se volteó y vio a Hirving sonriendole.

—Buenos días —susurró. Kevin asintió pero no dijo nada.
  Volteó a otro lado para no tener que verlo.

Volvió a suspirar.

Hirving lo atrajo con el brazo para abrazarlo, Kevin se mordió el labio para evitar el llanto.

Se apartó de Hirving y lo miró suplicante.

—Hirving —respiró profundo —. Te lo ruego. Ya, ya hiciste lo que querías hacer. Te lo ruego —se limpió una lágrima —, te lo imploro. Déjame.

Hirving le acarició la mejilla.
—Kevin, ya te lo había dicho. Tú ya eres mío. Tú no vas a salir de aquí.

Y le sonrió con ternura. Kevin lo observó un buen rato. Luego, se levantó con cuidado de la cama y buscó su ropa.

Hirving lo tomó de la cadera y lo beso en el cuello. Kevin jadeó.

—Déjame —trató de zafarse, pero al final acabó cediendo a los besos que Hirving le ofrecía.

Se acostaron en la cama de nuevo. Kevin jadeaba con fuerza, hasta el mismo se asustó por reaccionar así.

—Espera —lo detuvo antes de empezar a sentirse peor. —Me duele todo.
Hirving se levantó de la cama y se puso su ropa.

—Te traeré ropa. Tu quédate aquí.

Salió y cerró la habitación. Kevin entonces, aprovecho para darse un baño. Y, mientras lo hacía, lloró en silencio.












Guillermo estaba angustiado. No sabía que hacer a continuación; no con certeza.

Sentía la necesidad de decírselo a alguien.
  De llorar y contar apenado lo que había hecho. Respiró y pensó seriamente —por otra milésima ocasión—, si contarle a alguien toda la verdad y pedir ayuda.

Siempre pensaba en Raúl. Raúl era el único que lo comprendería. Raul era el único que se iba a sentar con el a consolarlo.<<Raúl... Raúl.>>
Pero Raúl no era su única opción.
   Un día que pensó en Kevin, se acordó de Chávez.

Chávez era compañero de Kevin en el Pachuca, y además tenían una gran amistad. Pensó qué, a lo mejor, podría decírselo a Luis, y pedirle ayuda. Estaba indeciso.

Se pasó una mano por sus rizos. Se sentó en la cama y se miró en el espejo que tenía enfrente.
<<Qué sea lo que Dios quiera.>>agarró su celular y marcó el número de Raúl.

Este, como siempre, no contestó enseguida. Guillermo apretó el puño y se mordió el labio.
—¡Vamos, Raul! —se dijo a sí mismo y empezó a mover la pierna ansioso.

—¿Bueno? —escuchó la voz de Raúl y sintió un gran alivio.
—¡Raúl!

Se levantó de la cama con adrenalina y caminó por toda la habitación como loco.
—Raúl. Lo siento.
—¿Qué?
—Raúl.
—¿Qué hiciste?
—Raúl... —se echó a llorar.—. Lo siento, lo siento tanto. Hice algo horrible...

En eso, su celular se apagó. Lo había dejado descargado. Se pasó las manos por sus rizos con frustración.












Kevin se vistió y se miró al espejo. Le encantaba apreciarse en los espejos, pero no cuando lloraba. Hirving apareció por detrás, lo apretó de la cadera y le sonrió al espejo.

—Te ves hermoso —le dio un beso en la mejilla. Kevin quería salir huyendo de ahí en ese momento: quería huir, correr lo más rápido que su cuerpo le permitiera hasta encontrar a alguien que lo ayudara.

Miró con sutileza si la puerta estaba cerrada.
   Estaba entre abierta.

Se separó lentamente del agarre y caminó sin disimulo a la puerta.
La abrió con cuidado y miró desafiante a Hirving.

—No te atrevas —advirtió.

Kevin dio un paso afuera, pero se quedó quieto. Julian lo miraba fijamente.
—Kevin.

Miró a sus dos secuestradores. Hirving parecía querer acercarse, mientras que Julian parecía estar preparando para saltar sobre el.

Pensó que debía burlar a los dos. Burlar al rival, como un defensa debe hacer. Corrió rápidamente y bajó las escaleras casi en un instante.
  Escuchó correr detrás suya a los otros dos, pero siguió avanzando hasta la puerta principal.
  Trató de abrirla pero estaba cerrada. En eso, sintió a Julian muy cerca.

Lo esquivó y corrió a la puerta que daba al jardín de atrás. Corrió y se detuvo un momento, Julian apenas estaba yendo por el.
  Abrió la puerta trasera y contó cuanto tiempo tenía de ventaja.

<<Uno, dos... tres.>> Corrió como pudo y abrió la última puerta que daba a la calle de afuera.

Se encontró con una casa solitaria en medio de una carretera. Las casas vecinas estaban separadas pero no muy lejos.
  Avanzó de inmediato para alejarse de esa casa y correr a las casas vecinas para pedir ayuda. Con cada pisada sentía a Julian cada vez más cerca. Sus piernas pronto empezaron a fallarle.

No se detuvo por nada. Sintió a Julian ya muy cerca, apunto de alcanzarlo, así que antes de que lo alcanzara, gritó.

—¡Auxilio! —fue lo último que salió de su boca antes de sentir que lo tomaban por las caderas con los brazos y lo empujaban al suelo.

Trató de arrastrarse para adelante, pero sintió una fuerza extra sobre el.
—Déjenme —siguió moviéndose terco. Sintió que lo cargaban, terminó por rendirse y supo que otro intento de huir sería inútil. Eran dos contra uno.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora