Respira

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Julián.

Él se volteó, con un gesto de tranquilidad, tomó a Kevin y lo abrazó.

—Dime —murmuró, con la cara enterrada en el hombro de Kevin.

Se quedó pensando unos minutos, allí en silencio, sosteniendo débilmente al argentino, luchando por mantenerse despierto... vivo.

—¿Qué va a ser de mí? —su voz débil hizo reír a Julián.
—Ya te dije que vas a salir —murmuró con la voz ronca.
—No es cierto —se separó Kevin de golpe, con un gesto de enfado.—. Mientes.

Julián rodó los ojos. Se levantó de la cama y fue hacia la puerta.
  Se quedó un buen rato mirándolo. Luego, simplemente abrió la puerta y la cerró tras de sí.

Kevin gimoteó y se dejó caer. Le dolió el estómago hasta el alma.
Con cuidado volvió a incorporarse, y observó la habitación.

La pared grisácea rota, la ventana cerrada y apenas iluminada... estaba donde había estado siempre.

Le entró mucho coraje, pero estaba tan débil que sólo pudo gimotear y intentar levantarse.

Pero cuando se impulsó de la cama para levantarse, tropezó y cayó al suelo fuertemente, golpeándose justamente donde había sido apuñalado.

Hizo una mueca de dolor e intentó incorporarse, pero el dolor lo devolvió al piso.

—Tú puedes —se susurró a si mismo antes de impulsarse y levantarse. Se apoyó de la cama para no caer.

Sus ojos se llevaron de lágrimas, al sentirse inútil por no poder moverse si quiera.

Sollozó pero aguantó, y se guió con la pared para buscar algo que pudiera usar, cuando sabía perfectamente que allí no había nada.

Con mucho cuidado, entró al baño. Paseó la mirada por todas partes, y sollozo frustrado al no hallar absolutamente nada.

Entonces se miró al espejo.
Hace tiempo que no se atrevía a hacerlo.

Estaba pálido, con los ojos entre cerrados y ojeras. Las manos las tenía secas, con cortadas en los nudillos por no tratarlas.

Sus labios tenían una cortada, pero no estaban secos.<<Los besos sirvieron de algo.>>

Se inclinó en el lavabo para mirarse fijamente. Entonces, se dio cuenta que las manos las tenía ensangrentadas.
Se asustó, pero luego suspiró.<<Es mía>>-se tranquilizó-<<. Es mi sangre.>>

Sus ojos parecían ver el vacío. No prestaba atención a nada, más que a sí mismo.

Se restrego la mano por la cara. Quiso golpearse, había olvidado que las tenía manchadas, y ahora su cara estaba manchada.

Abrió la llave y se echó agua por todo el rostro, sintiéndose con más coraje.
Cuando acabó de limpiarse, regresó a la cama, débil.

Apenas llegó se dejó caer. Gimoteó, olvidó su herida y volvió a lastimarse.

Se dobló lentamente y sólo así pudo sentarse y mantenerse tranquilo un momento.

Cerró los ojos y respiró.<<Respira. Inhala, exhala.>>se indicó a sí mismo, mientras sentía como su pecho subía y bajaba.

Reflexionó entonces la situación. Esperaba que Guillermo hubiera escapado.

Esperaba que estuviera a salvo. Tenía la esperanza de que, en algún momento, llegarían por el.

Parpadeó muchas veces. Entonces, se dejó llevar por el sueño y cerró los ojos. Le dolía todo, no tenía ganas de nada. Tan solo deseaba descansar.

Se dejó llevar por el sueño y cerró los ojos lentamente.












Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora