La decisión está en tus manos

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Guillermo iba a gritar desesperado por ayuda. Messi pareció leer su mente, y se aproximó a él para taparle la boca con su mano.

—No hagas esto más difícil —había enfado en su voz.
  Guillermo asintió, pero con los ojos bien abiertos y temblando.

—Ya me habías visto en el hospital, no sé por qué te asustas -
—con enfado apartó la mano y se paseó por el lugar.

Guillermo respiró profundo, armandose de valor para preguntarle sobre sus dudas.

—¿Tú que haces aquí? ¿Y Kevin? ¿Hirving?
  Messi dejó de pasear y lo miró confundido.
—¿No te acuerdas?
Guillermo negó con la cabeza.

Messi sonrió, y por un momento pareció que todo el estrés y enfado liberaban su cuerpo, su ser.

—Mejor para mí —sonrió—. Me sorprendió que no dijeras nada.
—Tengo miedo —murmuró Ochoa—. Dime qué quieres, o voy a gritar fuerte.
—Sí tú gritas yo te mato. Así de fácil.

Guillermo bajó la cabeza.

Se quedaron en un silencio prolongado. Guillermo estiraba su ropa. No movía la pierna porque no podía.

—Seré breve. Tú te quedas callado, y yo te mandaré el dinero suficiente para que lo estés siempre.

Guillermo dejó de estirar su ropa y volteó a ver al argentino con una mueca.

—¿Qué?
—Creo que quedó muy claro. ¿Aceptas o no?
—¿Quieres que me quede callado?
—¿Aceptas?
—¿Me estás ofreciendo dinero a cambio de mi silencio? —su cara lo decía todo. Totalmente ofendido por la propuesta, el portero negó con la cabeza.
—Te juro que voy a gritar.
—Casa número nueve, Colonia...
Guillermo quedó perplejo.
Sus piernas adoloridas exigían salir de allí de inmediato, pero incapaces de moverse.

—¿Ahí es donde Jiménez te cuidará, verdad? Ahí van a vivir después de casarse. Ahí, él te cuidará.

Guillermo respiró lo más profundo que pudo, sintiéndose ahogado.
   La mirada del argentino lo decía todo.<<Acaba de decir la dirección de la casa de Raúl.>>

El terror se instaló en su cuerpo rápidamente, como si se lo hubieran inyectado con una jeringa. Su cuerpo se entumecio. No fue capaz de hablar, ni de gritar.

—No sabes cuánto desearía ser él. ¿Por qué el y no yo?

De pronto Guillermo reaccionó al mundo real.<<¿Por qué el y no yo?>> recordaba esa pregunta de antes.
  Vagó por sus recuerdos, como si estuviera buscando entre un montón de desorden.<<. Hirving>>

Entonces Andrés les habría contado de sus sospechas a él y a Raúl.
  No le creyeron al instante (aunque ahora se arrepentía), y luego saltaba a la cancha del mundial.











Allí parado, evitando los nervios, observaba cómo sus compañeros calentaban en la cancha.

A punto de jugar su último partido en el mundial. Entonces volteó al banquillo y buscó a Kevin de.

Apretó los puños y, cegado por el amor y los celos, se preguntó:

¿Por qué el y no yo?

Luego Lozano y Álvarez tendrían una interacción después de la eliminación, lo que lo haría echarse a llorar, y luego llegaría Raúl a consolarlo.











Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora