Un día maravilloso

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Ay ya, Raúl, deja de jalarme el pelo!
Guillermo se quejaba y Raúl reía mientras le enredaba los chinos.
-¡¡Raúl!!
Guillermo rio y Raúl lo atrapó con sus brazos, luego, se les unieron Andrés y Layún.

Entre todos acorralaron a Guillermo y empezaron a jalarle el pelo y a darle sopes, todos reían alegres.

El sol anaranjado se iba ocultando lentamente, hacía un tiempo fresco y el entrenamiento había cambiado a hacerle burla a Ochoa.
Ya, estense sosiegos!-rio Ochoa.
Todos lo ignoraron y siguieron molestandolo.

Guillermo trataba inútilmente de alejarse, pero no podía contener la risa y se dejaba molestar, indefenso.
Jiménez, Ochoa, Guardado, Layún, no es momento de jugar!
Todos escucharon gritar a su director técnico desde lejos y se separaron, riendo todavía.

Cuando se separaron, Guillermo traía el pelo chino desordenado y los miraba con los ojos entre cerrados.
-Ah como chingan.

Todos saltaron una sonora carcajada, Layún se fue al césped y jaló a Guardado para que cayera también.

Guillermo no pudo contenerse y soltó una carcajada también, sus compañeros que miraban desde lejos rieron contagiados por la alegría.
-A ver, Jiménez, Ochoa, practiquen penaltis. Guardado, Layún, vayan a la otra portería.

Les ordenó su técnico desde lejos y todos obedecieron, mientras seguían riendo.
Ochoa y Jiménez se dirigieron a la portería. Raúl seguía riendo lo más bajito posible para que no les volvieran a llamar la atención.

Guillermo rio y le revolvió el cabello.
-Me molestan bien mucho, neta que traen conmigo.
Raúl lo miró con una enorme sonrisa, aguantando la risa.
-Ay ya, déjate de reír que me contagias lo wey.

Guillermo se quitó los guantes que traía en las manos y se los lanzó a Raúl.
-A ti te toca -le sonrió y se alejó unos metros de la portería, mientras Raúl colocaba cuidadosamente los guantes.

Apenas se los había acomodado cuando recibió un balonazo en la cara.
-Esperate, pinche Memo.
Le reclamó y le devolvió el balón con la mano.-. Ahora .
Guillermo asintió y dio unos cuantos pasos para atrás, luego, dio otros pasos hacía adelante y pateó el balón, el cual, se fue por el poste derecho directo a la red.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora