Sospechas

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—¿Cómo?

Preguntó Guillermo, quien se removió incómodo en el suelo.

Jiménez se levantó de golpe y miró sorprendido a Andrés.

—Lo que escuchaste —Dijo seguro de sus palabras.
   Se notaba nervioso.
—... ¿Obsesionado? —preguntó Jiménez —¿Obsesionado de qué?

Andres bajó la cabeza.
   Casi se arrepentía de hablar de sus sospechas con alguien.
  A lo mejor lo estaban tomando por loco.

—. Obsesionado de "quien" —lo corrigió Guardado.
   Jiménez se acomodó mejor en la cama.

—A ver, explícate mejor —Raúl sonó desesperado.
  Andres iba a hablar, pero Ochoa lo interrumpió antes de siquiera abrir la boca.

—Según tú, sospechas que Kevin está siendo acosado. ¿O me equivoco? —Andres asintió.
  Iba a hablar pero de nuevo lo interrumpió la voz ronca de Guillermo.

—Okay, eso dijiste en los vestuarios —hizo una pausa para aclararse la garganta—. Pero ahora explica por qué piensas eso.
—Yo no lo pienso —le respondió Andrés casi gritando —. Esto es real —volteó a ver a Jiménez y luego a Ochoa.

Estos se veían preocupados por él.

—¿Qué? No lo estoy imaginando. No estoy mintiendo, ¡Dios mio!

Andres salió de la habitación, enfadado.

Ochoa lo vio irse y se sintió culpable otra vez. Andrés tenia razón.
  ¿Por qué mentiría?

Se sintió mal una vez más. Pero aun asi le seguía pareciendo raro que Andres hablara o acusara de algo horrible a alguien.

También conocía bien a Hirving. Era un buen compañero, sería Incapaz de hacer algo tan terrible.
Todos lo conocían.

¿Por qué?

¿Por qué acusarlo de algo como eso?

De pronto sintió un toque en su espalda y se sobresaltó.

—Ya me voy a dormir —por un momento olvidó que Raul también estaba allí —. Será mejor que también descanses. Hoy fue un día duro para todos —esbozó una sonrisa y se giró dispuesto a marcharse, pero la voz de Guillermo lo detuvo.
   La escucho lejana, aunque estaban a pocos centímetros.
  Volvió a girarse para verlo.
—Raúl —susurró, casi tímido.
—Dime.
—Tú —titubeó un poco el de rizos —¿Tú le crees a Andres? ¿Tú crees que lo que dice, es verdad?

Raúl se quedó pensando.
¿En serio le creía?
  Guardado no mentía nunca.

—No... No lo sé —se encogió de hombros —. Andrés no tiene por qué mentir. Pero no lo sé.

Guillermo asintió y bajó la cabeza.
—. Buenas noches, Memo —Guillermo pareció reaccionar y respondió.
—Buenas noches, Raul, descansa —se despidió y vio a su amigo marcharse.

Se tumbó en la cama, estaba harto de todo. Primero el partido, y luego Guardado culpando a Hirving.

¿De verdad Hirving estaba...?

Ya no sabía ni qué pensar. Estaba seguro que le costaría dormir ésa noche.

A diferencia de algunos compañeros, el no compartia habitación. Esta era solo suya. Y lo agradecía, porque necesitaba estar solo.
  Pero esta maldita vez necesitaba a alguien a su lado.
Pensó si sería conveniente ir a buscar a Raúl, pero el pobre se notaba cansado.

Y ser alguien más de quien preocuparse no le gustaba.

Se levantó de su cama y salió al balcón que el mismo cuarto tenia.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora