Casi gol

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Jiménez miraba con atención la televisión: seguían dando noticias sobre la desaparición de Kevin Álvarez.

Ya casi era fin de año. Cada semana era más preocupante que la anterior. Sobre todo para el mismo Raúl, pues, poco después de la desaparición de Kevin, Guillermo se las arregló para desaparecer también.

<<Bueno.>>Aún no era un hecho. Pero, seguía pensando en la última llamada que tuvo con su amigo.
  Histérico, le gritó que Andres tenía razones para sospechar de Hirving, y luego, colgó la llamada y no volvió a contestar.

Durante las siguientes horas, se las arregló para marcarle una y otra vez al número de Guillermo hasta que se cansó y dejó de intentar, para entonces, a la mañana siguiente, apenas salió el sol, volver a marcarle hasta que optó por rendirse.

Agarró el control del televisor y lo aventó por alguna parte del sofá.
Se dejó caer en el sofá y cerró los ojos. Luego, volvió a abrirlos y se incorporó lentamente.

Miró su celular, el cual descansaba al otro lado del sofá. Con cuidado se estiró para tomarlo.

E hizo lo que había estado intentando sin descanso una y otra vez desde hacía días. Por última vez, marcó el número de Ochoa.

Ni una señal de vida.
—Vaya sorpresa —se dijo a sí mismo y suspiró pesadamente.

Entonces ahora optó por llamar a Andrés. ¿Sería correcto decirle? Este, a diferencia de Guillermo, contestó casi de inmediato.

—Raúl —sonó casi extrañado de que Raul decidiera llamarlo a las siete de la mañana.
—Andrés, hola. Quería saber si haz tenido comunicación con Memo.

Luego, hubo un silencio. Raúl apretó los labios.
—. No. Nadie sabe nada de él —dijo fríamente, como si no le importara.
—. Bueno, es que, hace unos días me llamó —hizo una breve pausa.
—. ¿Y? —dijo Guardado, casi con desdén.
—, me asustó mucho. Me contestó casi gritando, me pidió ayuda; que porque tenías razón —hizo otra pausa para respirar.
  Andrés entonces volvió a insistir.

—. ¿Razón de qué? —ahora se escuchaba enfadado.
—,  me dijo que Hirving lo tenía. Que tenías razón, que Hirving estaba ligado a la desaparición de Álvarez. Luego me colgó. Me preocupa que esto también esté ligado con la desaparición de Hernández y Lainez.

Andrés guardó silencio un minuto.
—Dios mío. ¿Y ya no te contestó?—preguntó preocupado. Raúl negó con la cabeza, aunque estuviera por llamada.
—Ya no me contestó.

Andrés suspiró.
—Con lo de Javier y Lainez... También me imagine eso. Supuse que, de alguna manera, las desapariciones debían estar ligadas unas de otras.
Jiménez asintió y se acomodó en el sofá.
—¿Hirving de verdad está involucrado, o sólo es una coincidencia?
—No puede ser una coincidencia —Andrés suspiró entrecortado al otro lado de la línea.

—, Hirving definitivamente tiene algo que ver con todo esto. No me extraña. Desde que llegó a Europa, dejó de portarse como el niño bueno. Pero aún así, tu y el güey de Memo no me creyeron.

Raúl bajó la cabeza.
—Es que, Memo estaba muy interesado en Hirving como para aceptar que está loco —dijo con pena.

—No sé que le vio Memo —se quejó Andrés. A Raúl por un momento se le hizo algo extraño el estar armando toda una teoría para darle credibilidad y seriedad al asunto, apenas a las siete de la mañana.

—Si Hirving se los llevó... ¿Qué crees que haya hecho con ellos? —se  preguntó y luego sintió un escalofrío.

A Andrés casi se le va el aire.
—No quiero ni pensarlo. ¿Sabes? Todos los días pienso si siguen con vida. Si Álvarez sigue vivo. Me alegraría mucho saber que están bien.
—Sí. He pensado mucho en eso también.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora