¡Arriba del travesaño!

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—¿Extrañabas el cielo?
Rompió el silencio Ochoa.

Tranquilo, mantenía su mirada fija hacía el cielo nublado.

Kevin, que también miraba el cielo, entrecerro los ojos y volteó lentamente hacía Guillermo.

Este, quien se sintió acosado por la mirada, volteó y lo miró en silencio, luego bajó la cabeza.

—. Lo siento.

El chico no dijo nada. Estaba concentrado en algo que no podía sacar de su cabeza. El asunto le daba vueltas y vueltas.

<<Siguen con vida>> pensó, casi forma una sonrisa<<.Javier y Lainez siguen vivos.>>

Por primera vez en todo ese tiempo se sintió alegre. Otros pensamientos invadieron su mente.

Se sintió extraño saber que Hirving y Julián lo habían secuestrado por que lo querían.

Jamás admitiría que le halagaba en cierta parte, pero no quita que lo que hicieron estuviera mal.

Recordó los encuentros sexuales que tuvo con ambos secuestradores. Se sonrojó y bajó la cabeza.
  No sabía cómo sentirse, pero era otra cosa que nunca admitiría.
  Hasta ese momento, no sentía atracción hacía los hombres, pero, lo que sucedía era diferente.
  No estaba enamorado de ninguno, o al menos eso se hacía creer a sí mismo. Le gustaba que se preocuparan tanto por el. Tenía curiosidad por llegar a saber hasta donde eran capaces de llegar con tal de tenerlo a su lado.

Por algún momentito, se le cruzó por la cabeza aceptar y quedarse con ellos. Cuando pensó eso, agitó la cabeza y casi siente que se le sale el corazón.

Cerró sus ojos y luego de sentir el aire fresco, se le vino a la mente un buen plan que podía llevar a cabo en ese momento.

Se fijó que las paredes blancas que rodeaban el jardín a manera de muro eran altas; pero si tuviera algo alto con qué trepar...

Miró de reojo hacía atrás y luego a Guillermo. Luego, se asomó hacía adelante. Contuvo la respiración.

Se aclaró la garganta en silencio.
—Hirving —lo llamó con voz temblorosa —. Tengo mucho frío.
El otro se acercó de inmediato.

—¿Quieres que te lleve adentro?
—No. Quiero algo para cubrirme.
Hirving asintió y se metió a la casa.

Guillermo lo miró de reojo, algo confundido.

Luego, como si de una actuación de televisión mexicana se tratara, el chico se dejó caer al césped y jadeó.

De inmediato, el argentino que los observaba de lejos, corrió hacia al chico y se agachó junto a él.

—Me siento mal —murmuró con la voz más chillona que pudo hacer.
—¿Queres que te lleve dentro? —preguntó el argentino preocupado, el chico negó con la cabeza repetidas veces.

—. No, por favor, quiero seguir aquí —lloriqueó como si de un niño pequeño se tratara, Julián se incorporó.
—. Te traeré algo.
Y salió corriendo a la casa.

En cuanto se fue, volvió a medio levantarse y se giró hacia Ochoa.
—Desatame. Por la parte de atrás hay herramientas —habló seguro de sus palabras.

Guillermo y Kevin se levantaron, y se dirigieron a la parte trasera del jardín. Allí habían herramientas que podrían usar. Kevin apuntó con la cabeza.
—Usa la tijera.

Guillermo la tomó con cuidado; era una tijera de jardín, enorme, pesada y algo oxidada.

Con cuidado de no lastimarlo las abrió y como pudo las cerró. Al principio no se corto la soga, pero conforme iba contando se iba rompiendo.

En eso, escucharon pasos. Kevin se removió alterado.
—¡Vamos! —insistió.
Cuando por fin se cortaron, Kevin agarró a Guillermo y lo dejó pegado a la pared.

—¡Agáchate! —le pidió, Guillermo obedeció.
Entonces, Kevin agarró impulso sobre los hombros de Guillermo y colocó sus pies sobre ellos.
—Levántate —dijo, aún desesperado.

Guillermo se levantó con cuidado. Entonces, a duras penas llegó a estar a la altura de la pared; con cuidado se puso de puntas y se sostuvo para no caer.

Escuchó un gran jadeo detrás y pasos que iban hacía ellos.

Lleno de adrenalina, logró sacar hasta la cintura del cuerpo; su idea era trepar el muro y dejarse caer. Ya afuera, pediría ayuda.

Entonces, Julián empujó a Guillermo, Kevin casi se cae de espaldas.
  Se sostuvo con fuerza e hizo un esfuerzo por volver a trepar, pero de inmediato fue tomado por las piernas y empujado de vuelta al jardín.

Se quejo y trató de incorporarse, pero Hirving y Julián lo sostuvieron.
Sintió coraje, de nuevo, estuvo muy cerca de escapar.
Se removió y siguió luchando por salvarse.

Entonces, todo parecía volverse confuso, se sintió mareado y se dio cuenta que de verdad tenía frío y de verdad se sentía mal.

Luego, volvió a sentir que un pedazo de tela era puesta sobre su nariz y boca violentamente.

Mantuvo sus ojos cerrados por mucho tiempo. Estaba consciente, sabía que no estaba dormido y tenía esa gran necesidad de abrir los ojos. Últimamente sólo a eso se dedicaba: a dormir y dormir.












Sintió una mano que pasaba por su pelo, suave y dulce.
Con cuidado abrió los ojos.
   Pestañeo, Julián estaba sentado en la cama con el, jugando con su pelo.

—Me gustó lo que trataste de hacer. Fue ingenioso —le murmuró, y luego
Le sonrió. <<¿Por qué sonríes tanto? Maldito.>>

—Me imagino que si suplico será en vano, ¿verdad? —dijo tratando de mantener la calma. El otro asintió.
—Aunque..., me gusta oírte suplicar.

Kevin lo miró enojado, sintió que sus mejillas ardían.

—Cuando suplicas, vos te escuchas desesperado, sumiso ante cualquier cosa. ¿O no recuerdas cuando dijiste que harías lo posible para salir de aquí? —dijo burlón.

Kevin volteó a otro lado, avergonzado.
—. Mírame —ordenó Julián, pero al notar la negativa, lo tomó brusco de el mentón y lo acercó a sus labios.

Kevin, asustado, no hizo por quitarse y aguantó el beso.
Entonces, Julián fue más allá, se dirigió a su cuello y beso.

Kevin jadeo de sorpresa y, con cuidado, tocó el brazo de Julián, temblando.
—Basta, por favor —pidió, intentando no sonar nervioso.
—. Implora —lo ignoró y siguió con lo suyo, haciendo sufrir a Kevin, quien jadeó.

—¡Por favor! —de nuevo fue ignorado por Julián, así que no tuvo otro remedio que implorar.

—Por favor, para, te lo ruego, me duele todo.
Y tenía razón, no solo el forcejeo lo había debilitado, aún le dolía la cadera después de haberse acostado con ambos secuestradores.
—Por favor. Este amor, me enferma...

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora