¿Amor sincero?

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Se limpió la sangre de la cortada con la camiseta. En ella quedó un círculo pequeño con la mancha oscura.

Suspiró y salió del jardín, con dirección a la casa.
  Pero antes de que pudiera irse, Messi lo detuvo en seco.
—Ey, espera —lo tomó del brazo.
  Julián se volteó lentamente, y forzó una sonrisa.
—¿Son los nervios?
—¿Nervios? ¿De qué? —se encogió de hombros.
—Ay, Julián —le dio unas palmadas en la espalda y se fue.

A veces pensaba que, en realidad, Ochoa no había sido la razón para viajar hasta allí.
  Pensaba que, a lo mejor, sólo había sido para deshacerse de Hirving, y luego ya después vería que hacer.

No quería pensar más cosas así.
Caminó hacia la casa y subió hasta la habitación del guardameta, donde también había dejado a Kevin.
<<Puedo follarte cuando quiera.>>

Guillermo lo miraba con una especie de curiosidad, como para intentar sentir lo que sentía la otra persona, pero sin éxito.

—Kevin —articuló desganado, sin dejar de mirar a Kevin con extrañeza.
—Ayúdame.

La súplica lo hizo sentirse culpable. Odiaba oírlo o verlo llorar.
Trago saliva.<<No me hagas sufrir más, por favor.>>

La puerta fue abierta de golpe.
Guillermo se sobresaltó, sintió que el corazón le palpitaba fuerte.

Julián no dijo nada, se pasó a la habitación como si nada y tomó a Kevin del brazo.
—¿A donde lo llevas? —preguntó de inmediato.

La habitación se quedó en silencio un buen rato, hasta que simplemente Julián avanzó con Kevin, quien tampoco había dicho nada.

—¿Que haces? —dijo Kevin con cierta extrañeza.
Llegaron a la habitación del argentino.
—Te dije que te podía follar cuando quisiera —afirmó serio.

Kevin tembló, sus mejillas ardieron.
Julián lo tomó para besarlo, pero esta vez más delicado.

Al inicio fue lento, después subió la intensidad. Llevó sus manos hasta la cadera del chico, satisfecho por sentirlo débil ante el.

Mordió el labio inferior antes de bajar hasta su parte favorita, y que estaba seguro que era también la de Kevin: el cuello.

Recorrió cada parte, pasó su lengua por la zona del tatuaje y sintió que Kevin se estremecía con impaciencia.

Sonrió y volvió a pasar por la parte del tatuaje; no le había tomado mucha importancia anteriormente, pero ahora notaba que esa parte le encantaba al mexicano y debía aprovecharla.
—Mhg —gimió y luego suspiró bajito.

Siguió besando, para a continuar ahora con su lengua; lamio cada parte, el chico que había estado reteniendo cualquier cosa que pudiera salir de su boca por fin se dejó de llevar, y gimió bajito.

Luego, pasó a morder las partes que sabía que eran su debilidad. Kevin lo sostuvo de los hombros y apretó la camiseta.
—Julián —gimió, con los ojos cerrados mientras se removia con impaciencia.

Julián lentamente lo llevó hasta la cama, y mientras volvía a encargarse de los labios, con una mano sostenía a Kevin de la cadera, y con la otra le iba quitando las medias que traía puestas.

Dejó que Kevin recuperara el aliento un momento.
  Traía los ojos cerrados y respiraba frenético; estaba rojísimo de toda la cara y los labios estaban húmedos y rojizos.

Mientras Julián le quitaba las prendas restantes, notó que Kevin traía puesta la chamarra de Ochoa.
  No le gustó verlo con eso puesto, se la quitó de inmediato y la aventó al piso.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora