¿Vainilla o chocolate?

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La decisión que aún no tomaba pero tendría que hacerlo pronto lo estaba matando por dentro.

Su vida literalmente dependía de su decisión, y debía elegir la correcta.
<<Mi vida depende de esto, mi vida depende de esto.>>

Él mismo había creado sus propias opciones, y todas eran prácticamente lo mismo; escapar, huir, <<¿Qué no es lo mismo?>>
Estaba volviéndose loco.

La confusión es algo complicado, y cualquier futbolista lo sabe a la perfección. O la odias, o, de alguna forma, la aprovechas.

Esta vez las cosas eran completamente distintas.

La situación era la siguiente; dos personas lo secuestraron.
  Lo privaron de su libertad. Debe huir, y denunciar.
  Y es algo de lo que está totalmente dispuesto, si no fuese por que, surgieron otros inconvenientes.

Desea huir y ser libre nuevamente.

Sus mejillas ardieron. Se volteó para incorporarse, pero Julián lo detuvo.
—Está muy cómodo, quedate —dijo, antes de volver a acomodar su cabeza sobre los muslos de Kevin.

El también volvió a ponerse cómodo. Respiró profundo y suspiró pesadamente.

—Inhala, exhala —susurró para sí mismo, con los ojos cerrados intentando concentrarse únicamente a su respiración.

Julián lo rodeó con los brazos.
—No haz contestado a mi pregunta —le dijo Julián.
  Kevin lo ignoró y siguió concentrado en su respiración.
—¡Ey!
  Gateó y se puso sobre el, para molestarlo y darle golpecitos con la mano.
  Kevin abrió los ojos, y apartó la mano de un manotazo.
—. Yo te pregunté primero —se cruzó de brazos.

Julián rió, imitó la acción de Kevin y también se cruzó de brazos.
—Pero quiero que tú me contestes primero —ordenó. Kevin rodó los ojos, volteó la cabeza y volvió a cerrar los ojos.
—Kevin —llamó, pero Kevin no se inmutó.
  Antes de que pudiera seguir insistiendo, Kevin negó con la cabeza.
—Olvídalo —Hizo un gesto con la mano. Julián se la sostuvo.
—Kevin, por favor —cambió su tono a uno más amenazante.

No quería hacerlo enojar. Dejó de ignorarlo y lo miró a los ojos.
—No lo sé —contestó—. Todo es muy confuso para mí —se encogió de hombros y quiso voltearse otra vez, pero Julián lo detuvo.
—. ¿Prefieres a Hirving?

La pregunta le heló la sangre. Sintió que le temblaban las piernas.
Negó con la cabeza, intentando levantarse, pero Julián lo detuvo.

—No lo sé —esquivó la pregunta, pero Julián no parecía querer dejarlo.
—. Sólo quiero ayudar —explicó—, los dos necesitan ayuda.

Julián lo atrajo bruscamente, estampó sus labios con violencia, Kevin jadeo adolorido.
  Quiso apartarse para hablar, pero Julián lo detuvo.
Le mordió el labio inferior, Kevin se estremeció en la cama, sintió su cara arder.

—Mh-g —lo apartó y se cubrió con las sábanas, asustado.
—. No sigas, por favor —Imploro—. De verdad, quiero ayudarlos —sintió que el corazón iba a salir de su pecho.

Julián se pasó una mano por la cara y lo dejó tranquilo.
  Kevin suspiró de alivio, aunque no muy seguro de hacerlo. Temía de Julián, su sola presencia lo hacía tener escalofríos.

—Andá —apuntó a la ropa, que estaba desperdigada por la cama.
Kevin asintió, gateó hasta su ropa y se la colocó cuidadoso.

Le ardía el cuello, pero ya no le dolía tanto. Se puso se camiseta que apenas y le cubría del frío, además de sus medias negras.
   No le gustaba llevar medias, solo las usaba para los partidos, pero esas eran más cómodas.

Amor enfermizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora