Limerencia; estado mental obsesivo e involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra. Implica un anhelo de reciprocidad, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo compulsivos y dependencia emocional.
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Elara
Ver a Rafe con Pipper la tarde que salí con mi prima Kiara tuvo más efecto en mí del que me habría gustado. Había escuchado rumores por la isla antes, la gente decía que Rafe andaba con una chica nueva. Pensé que era mentira al principio porque, ¿cómo había pasado página tan rápido? ¿Tan fácil era reemplazarme? Luego pensé que tal vez era cierto, él siempre había tenido fama de estar con muchas chicas y nunca me había importado hasta entonces. Pero jamás imaginé que esa chica sería Pipper. De entre todas las que podría haber elegido de Outer Banks tuvo que ser ella, la que me había provocado celos e inseguridades. Cuando les vi entrar al local juntos de la mano se me paró por completo el corazón, dándome cuenta en ese mismo momento de que lo más seguro era que Rafe me había puesto los cuernos con ella cuando aún estábamos juntos. Quise irme, quise esconderme y evitar la situación, pero Kiara agarró mi mano y me susurró:
—No le des el gusto. Siéntate, está buscando una reacción.
Así que tomé asiento de nuevo.
Ver a Rafe ya era difícil de por sí. Y junto a Pipper... era una tortura. Cuando les vi reír y acariciarse, cuando él la besaba y agarraba su mentón, cuando vi sus manos entrelazadas encima de la mesa... No podía soportarlo más. Traté de ignorarles, de verdad que lo intenté. Pero era imposible. Además, sentía los ojos de Rafe atentos a cada movimiento y cada reacción, lo cual me ponía todavía más nerviosa.
—Me voy— le dije a Kiara, completamente frustrada ante la situación—. No puedo con esto.
—Ari, no— ella negó con la cabeza—. Está jugando contigo.
—No puedo— repetí, sintiendo la presión en mi pecho aumentar—. Tengo que salir. Tengo... Tengo que salir.
Mi respiración se volvió entrecortada y notaba cómo se me acumulaban las lágrimas en los ojos. El nudo en mi garganta me dificultaba poder hablar bien y debía controlarme al pronunciar cada palabra para no sollozar entre sílabas.
Ni siquiera podía mirar a Kiara, que estaba sentada delante de mí buscando mi atención. Mis ojos estaban clavados en una palmera que divisaba a través de la ventana del local concentrándome para no llorar.
—Elara escúchame— me dijo ella entrando casi en pánico por no saber qué hacer conmigo—. Rafe no importa, ¿vale? Rafe no importa. Estamos las dos aquí y él...
—Pero sí que importa, Kie— le interrumpí—. Ese es el problema.
Suspiró.
—Tomaste una buena decisión al dejarle. Sé que duele pero debes entender que todo pasará y serás más feliz. Yo estoy aquí para ayudarte.
Negué con la cabeza, esquivando su mirada otra vez y llevándome una mano a la boca, de nuevo mirando la palmera. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas con rapidez, empapándome la cara en cuestión de segundos.
