Limerencia; estado mental obsesivo e involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra. Implica un anhelo de reciprocidad, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo compulsivos y dependencia emocional.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Elara
Al fin era sábado. Ahora que iba a clase, Rafe y yo no nos veíamos mucho porque siempre estábamos ocupados, por lo que siempre esperaba con ansias el fin de semana. Solíamos dedicárnoslo a nosotros mayormente, haciendo planes y pasando el máximo tiempo posible juntos. A veces echaba de menos el verano, cuando nos veíamos todos los días y hacíamos un montón de cosas juntos. Aunque la nueva etapa a la que había pasado nuestra relación jamás la cambiaría por nada.
Me dolía admitir que desde que Oliver desapareció, había estado mejor que nunca con Rafe, por lo que una vez más, mi novio tenía razón al decir que nuestros problemas eran culpa del rizado. Y aún así, en algunos momentos echaba de menos a Oliver. No exactamente a él, sino más bien a la imagen que mi mente había formado. La amistad que yo sentía tan fuerte y desinteresada, que después de todo no fue más que una mera ilusión para aprovecharse de mí.
Echaba de menos a quien Oliver pretendió ser. Y sentía mucha culpa por ello.
Que se confirmara su muerte fue algo extraño para mí. Por un lado, desde el día de mi cumple, había querido que pagara por sus actos, pero nunca me había parado a pensar cómo. Su muerte se sintió como un alivio en el momento, aunque me sentí horriblemente mal por pensarlo. Por otro lado, a pesar de todo, mi mente seguía viendo a Oliver como un amigo y trataba de justificar sus actos una y otra vez, minimizando lo ocurrido. Hasta el punto en el que yo misma llegué a pensar que no fue para tanto. Tal vez yo había exagerado las cosas y las había sacado de contexto. Entonces, su muerte me entristeció y lloré durante días su pérdida.
Más tarde, cuando les conté a mis padres lo ocurrido y me llevaron a terapia, me di cuenta de que eso solo era un mecanismo de defensa que tenía mi mente ante los eventos traumáticos de esa noche. Y aún trataba de reconstruir mi pensamiento, meses después. Pero poco a poco iba mejorando.
Por suerte, Rafe y los Pogues eran un gran apoyo para mí.
—Has jugado bien— me dijo Rafe, antes de plantar un corto beso en mis labios—. Estás aprendiendo rápido.
Habíamos decidido ir a jugar al golf esa mañana. Desde hacía un tiempo, estaba intentando enseñarme a jugar bien aunque yo no era muy fan del deporte. Pero sabía que a él le gustaba así que trataba de poner de mi parte.
—Tengo el mejor profesor— le sonreí.
Él me sonrió de lado, pegándome más a él.
—¿Profesor?— cuestionó—. ¿Cómo de apropiado es que el profesor quiera arrancarle la ropa a la alumna?
Abrí la boca y le golpeé el hombro, haciéndole reír.
—¿Es que no tuviste suficiente ayer por la noche?— negué con la cabeza de forma divertida.
—Nunca es suficiente— respondió relamiendo sus labios.
—Pues tendrás que aguantarte porque no te veré hasta la hora de cenar.