Limerencia; estado mental obsesivo e involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra. Implica un anhelo de reciprocidad, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo compulsivos y dependencia emocional.
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Elara
Habían pasado ya unas semanas desde que llegué a Outer Banks. Era sobre finales de junio. Me dediqué a salir bastante con el grupo de Pogues, que al final se hicieron buenos amigos míos aunque no compartiésemos muchas cosas en común. Durante ese corto periodo de tiempo me di cuenta de que no encajaba en ese mundillo como lo habían hecho Kiara y Sarah, yo era una Kook y aunque me gustase divertirme con Pogues no me atrevería a decir que era como ellos. En ningún sentido. Pero no tenía ningún problema, nos llevábamos bien entre todos. Aunque, como es obvio, la relación que compartía con ellos estaba muy lejos de ser cercana. Sé que podían prescindir de mí y no me importaba. La única persona con la que me alegraba haber congeniado más que nunca era con Kie, mi prima. Creo que jamás habíamos compartido un lazo tan fuerte. JJ también se mantenía dentro del círculo de personas en las que podía confiar y puede que fuese uno de los pocos Pogues al que le entusiasmaba mi presencia. Adoraba a JJ.
Por otro lado traía novedades, como el hecho de haber conocido un poco más a mi vecino Oliver Vernon. Lo encontré un día en uno de los bares de Figure Eight e insistió en tomarse una cerveza conmigo, a lo cual no me negué. Era simpático y extrovertido por lo poco que pude conocer de él ese día. Tenía la sensación de que formaría un gran papel en mi vida, como buen amigo. Además la cercanía de nuestras casas hacía que fuese inevitable no vernos. Me lo cruzaba todos los días al salir de casa para pasear a Bailey y algunas veces me acompañaba.
Respecto a Rafe, no podía estar más feliz. Nuestra especie de relación amistosa y romántica (más rara que ninguna otra cosa, también lo diré) iba mejor que nunca. En verdad creo que nunca nos fue mal. Seguíamos viéndonos prácticamente todos los días. Salíamos a cenar, también navegábamos en barco, íbamos a la playa, jugamos al golf una vez... y una infinitud de cosas más. Tenía algo que me gustaba tal vez un poco demasiado. Y después de todas esas semanas que habíamos pasado juntos al fin podía afirmar que me gustaba Rafe Cameron. Y cualquiera lo diría porque hablaba a todas horas sobre él, mi cara se iluminaba cuando recibía un mensaje suyo, le llamaba casi todas las noches y de vez en cuando me pillaba a mí misma fantaseando sobre ciertas cosas. Ese chico me estaba volviendo loca y ni siquiera sabía cómo.
Creo que por su parte era mutuo. Me lo había dejado claro miles de veces, le gustaba reafirmarme lo mucho que le gustaba aunque eso se podía observar a simple vista. Cada vez que estábamos solos y nos acercábamos un tanto demasiado el uno al otro, la tensión sexual podía palparse en el ambiente aunque la condición que puse seguía en pie y ninguno de los dos la había roto. ¿A qué estaba esperando? Buena pregunta. La verdad es que no lo sé. Quería asegurarme de que realmente le gustaba como algo más, de que no fingía lo que me decía para meterse en mis pantalones. Era uno de los miedos que todavía llevaba conmigo, aunque se iba esfumando lentamente.
Ese día, por ejemplo, iba a presentarme a su grupo de amigos. Bueno, "grupo". Él y otros dos chicos. Y yo estaba muy contenta y nerviosa al mismo tiempo, porque eso era como afirmar que íbamos en serio. Aunque técnicamente no fuésemos nada. Pero era un indicador de que las cosas iban de maravilla.