Limerencia; estado mental obsesivo e involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra. Implica un anhelo de reciprocidad, pensamientos, sentimientos y comportamientos obsesivo compulsivos y dependencia emocional.
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Elara
Rafe me tuvo secuestrada exactamente tres días. No permitía que saliera de la habitación, solo cuando necesitaba ir al baño con urgencia. Él me acompañaba y esperaba al otro lado de la puerta hasta que saliera de nuevo para poder encerrarme en la habitación de Wheezie.
Sabía que no podía retenerme ahí para siempre pues nuestros padres volverían de las Bahamas en poco tiempo, pero conociéndole también era consciente de que si no confiaba en mí buscaría una alternativa para mi enjaulamiento. Así que opté por adoptar una actitud pasiva ante la situación; dejé de llorar y de gritar, dejé de intentar salir de la habitación y acaté cada una de sus órdenes, como cuando me pedía que me terminara la comida.
Tenía la esperanza de que si seguía su juego, me dejaría salir con vida. Una parte de mí dudaba que Rafe fuera capaz de hacerme daño o de llegar a matarme como hizo con Oliver. Pero los moretones con la forma de sus dedos en mi cuello y mis ojos rojizos a causa de la fuerza que ejerció cuando trató de estrangularme, me hacían pensar lo contrario.
Como el lunes no fui a clase, Sarah apareció por casa para buscarme. Al parecer estaba muy nerviosa, desde lo que pude escuchar a través de la puerta. Rafe le dijo que estaba bien, solo un poco enferma. Les escuché discutir. Aunque pude haber gritado y haber pedido ayuda, temía que aquello solo agravara las cosas tanto para mí como para Sarah. Así que me mantuve en silencio hasta que se marchó, no muy convencida.
La habitación de Wheezie no era muy grande, lo cual solo añadía a la sensación de sentirme aprisionada, pero estaba llena de cosas interesantes. Posters, libros, estuches llenos de bolis de diferentes tamaños y colores, libretas con todo tipo de patrones, pegatinas, bolsas repletas de figuritas y objetos varios que parecían haber salido de la basura pero que Wheezie había decidido rescatar... También coleccionaba discos de música y cajas pequeñas de porcelana en las que guardaba papelitos en los que había escrito algunos de sus deseos.
Su habitación era irónicamente reconfortante.
Husmear entre sus cosas era lo único que me mantenía algo cuerda cuando Rafe no estaba haciéndome compañía.
—Buenos días— apareció él por la puerta de la habitación, como cada mañana, con una bandeja en las manos—. ¿Cómo es que ya estás despierta?
—No podía dormir— contesté, dejando a un lado la libreta llena de dibujos de Wheezie—. ¿Es mi desayuno?
Asintió, cerrando la puerta antes de acercarse a mí y dejar la bandeja sobre la mesita de noche.
—Café con tres cucharadas de azúcar como te gusta, huevos revueltos con bacon y tostadas con aceite y sal— dijo.