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Elara

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Elara


A la mañana siguiente, después de arreglarme, me marché directamente a la mansión de los Cameron. Mis padres no me hicieron muchas preguntas, estaban acostumbrándose a que casi no pasase ni una hora en casa. Supongo que estarían contentos, después de haber permanecido encerrada en casa durante tanto tiempo, a penas sin salir. 

Cuando llegué, Sarah me abrió la puerta. Ella ya llevaba puesto su bikini y traía unas gafas de sol que reposaban sobre su cabeza porque se las subió nada más verme. 

—¡Ari!—exclamó con entusiasmo. Enseguida me estrechó en sus brazos para darme la bienvenida—. Pasa, pasa— se hizo a un lado cuando me soltó. Entré en la casa. 

Cerró tras de sí y empezó a andar en dirección a la piscina. Tuve que seguirla, con la bolsa para cambiarme todavía colgando de mi hombro. 

—Wheezie bajará luego, estaba hablando con sus amigas por teléfono— explicó—. Bueno, así tendremos algo de margen para poder hablar de tus cosas. 

¿De mis cosas? 

—Wheezie no me molesta— respondí—. ¿Y de qué cosas quieres que hable? 

—Uh… Bueno, estás quedando con mi hermano. Algo tendrás que contar, ¿no? Me dijo que el otro día saliste con sus amigos, supongo que conociste a Topper. 

Salimos al jardín y ella enseguida tomó asiento en una de las hamacas a las que les daba directamente el sol. Sarah estaba bastante bronceada por lo que supuse que pasaba gran parte de su tiempo así. Se volvió a colocar las gafas de sol y dio varios golpecitos en la hamaca que estaba al lado de la suya para que me sentara con ella. 

—Ay, lo siento, Ari. No te he preguntado si quieres tomar algo— se disculpó apresuradamente—. ¿Quieres que te saque algo de beber? Hay agua, refrescos, limonada, cerveza… lo que quieras. Yo creo que me serviré algo de limonada. 

—Claro— asentí—. Si no es mucha molestia, un vaso de limonada estaría bien. 

—Enseguida— dijo levantándose de nuevo. 

—Por cierto, Sarah, necesito ir a cambiarme primero. 

—Sí, sí, claro— asintió—. Deja las cosas aquí si quieres, hay un baño en la planta de abajo. Supongo que ya sabes dónde. 

—Sí, no te preocupes. 

Me dedicó una sonrisa antes de entrar en la casa. Ella se dirigió a la cocina, mientras que yo busqué el baño. Entré, cerré la puerta y puse el  pestillo para poder cambiarme. Una vez lo hice, guardé toda mi ropa en la bolsa y salí. Por un lado deseaba encontrarme con Rafe, pero por otro lado me pondría muy nerviosa si me viese con tanta piel descubierta. Sí había ido con él a la playa, pero nos dedicamos a hablar y jamás me quité la ropa frente a él. Creo que todavía no me había aceptado a mí misma físicamente y a mi gran pérdida de peso, lo que hacía que me resultase incómodo mostrarme tanto a la gente. Aunque intentaba trabajar en ello. Por eso, salí en bikini al jardín junto a Sarah, que me esperaba ya con un vaso frío de limonada con lo que parecía ser sirope de fresa. 

Limerencia || Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora