xɪx- ᴄᴏsǫᴜɪʟʟᴇᴏs

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MADISON BROWN

Salí de la sala donde acababa de vendar el ala al loro de la señora Hooper.

-Aquí tiene- estiré mi brazo, donde el animal estaba agarrado y la señora Hooper le cogió con cariño.

-Gracias querida.

-Gra-gracias- repitió el pájaro.

Sonreí y asentí en respuesta. 

-¿Ya ha firmado los papeles?- pregunté a la mujer.

Esta asintió enérgicamente.

-Nos vemos Madison- se despidió la mujer antes de salir.

-Hasta luego- me despedí con una sonrisa.

Una semana después de la hoguera había decidido ir a la clínica. La verdad, que ya casi ni me acordaba de esa noche, y volver a la veterinaria me había despejado la mente.

Katherine había ido al rancho de Mato Summerhill, el padre de Skylar, ya que su coneja estaba a punto de parir, por lo que en le clínica solo estábamos Yamal, el otro ayudante de Katherine y yo.

Me puse a colocar varios documentos en las distintas carpetas, sentada en el escritorio que había frente a la puerta, y que tenía una especie de muro para que los clientes no vieran todo el papeleo y para que estos se pudieran apoyar cuando tenían que rellenar formularios u otras cosas.

Me fui hacia la habitación donde estaba Yamal con uno de los perros de sus vecinos, acariciándole para ponerle una vacuna.

-¿Te ayudo?- le pregunté con una sonrisa.

-Claro- me correspondió la sonrisa.

Agarré la jeringuilla y la llené con un líquido rojo, di un par de toques mientras que el chico agarraba al perro y yo le puse su vacuna con cuidado.

El cachorro lloró un poco, pero después se tranquilizó.

Yamal miró la hora de su reloj y se quitó los guantes de látex rápidamente.

-Tengo que irme, mi chico me espera- me guiñó un ojo.

-Vale, ya me encargo yo.

Este se fue hacia su pequeño despacho para cambiarse, mientras que yo cogí al cachorro y lo saqué de esa sala para llevarle a su jaula hasta que viniera su dueña.

Pasa por el pasillo principal cuando la puerta principal se abrió. Me giré para ver quien era, causando que mi coleta se girara.

Sonreí cuando vi a Isaac entrar con una sonrisa.

-Hola- me saludó este.

-Hola- le respondí de igual manera.

Desde el ''incidente en la hoguera'' Isaac no se había separado ni un minuto de mí en toda la semana.

-¿Qué haces aquí?- inquirí mientras se acercaba a mí.

-Cole ha venido a comprar unas cosas para su coche y he pasado a saludar- se fijó en el animal que tenía entre mis brazos y le sonrió.

-¿Me esperas un segundo aquí? tengo que ir a guardarle- le expliqué.

El chico asintió y yo fui a dejar al cachorro en una jaula, este se había dormido, por lo que no dio ni un ruido.

Volví al pasillo y me despedí Yamal, quien ya se iba.

Miré a Isaac y le dediqué una sonrisa.

-¿Qué tal estás?- preguntó.

-Muy bien, llevo unos días muy bien- le dije como cada vez que me había preguntado. -Pero gracias por preocuparte.

Isaac se encogió de hombros y me miró dulcemente. -Como si pudiera evitarlo.

-No, en serio- insistí. -No sé que habría pasado sino hubieras llegado a tiempo, y sino me hubieras cuidado toda la semana.

El chico me sonrió y yo le imité.

Se acercó a mí hasta que quedamos unos frente al otro. Nuestras respiraciones chocaban y yo podía oír su pulso acelerándose.

Isaac bajó una mano y la colocó en mi cintura, con la mayor delicadeza del mundo. Y eso me pareció precioso.

Se acercó un poco más, y nuestras narices estaban a punto de tocarse.

Sabía por donde iba, pero no me aparté, ni quería hacerlo.

-¿Acaso vas a besarme García?- le pregunté con una sonrisa en mis labios.

Este me miró a los ojos, bajó la mirada a mis labios, acto que yo también hice, y luego ambos nos miramos a la vez.

-Sí- respondió.

Y sin esperar ni medio segundo después, colocó su otra mano en mi mejilla y acercó su cara a la mía, uniendo nuestros labios.

Volví a sentir ese cosquilleo en la barriga, pero esta vez era mucho más fuerte.

Rodeé su cuello con mis brazos, y me estiré por la diferencia de altura.

El chico bajó la mano que tenía en mi mejilla hacia la cintura. Mientras que nosotros seguíamos besándonos.

Si alguien me hubiera dicho hace unos cuantos meses que Isaac me acabaría besando y que yo se seguiría el beso, me hubiera negado y enfadado con Isaac por una tontería como esa. Pero ahora, incluso sentía mariposas revolotear en mi interior, como en las películas.

Los dos nos acabamos separándonos a la vez, y al mirarnos a la cara, ambos sonreímos. Yo aún con mis brazos rodeando su cuello y él con sus manos en mi cintura.

-Sabía que caerías en mis encantos- murmuró Isaac.

Rodé los ojos antes de que el chico me dejara un corto beso en los labios.

𝐔𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐞 𝐌𝐨𝐨𝐧𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 (𝙸𝚜𝚊𝚊𝚌 𝙶𝚊𝚛𝚌í𝚊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora