ɪɪɪ- ᴇɴ ᴜɴ sᴏʙʀᴇ ᴀᴢᴜʟ

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Me levanté de mi cama por un par de golpes a mi puerta. Dejé de buscar la ropa que me pondría y me acerqué a abrir.

Rodé los ojos cuando vi a Isaac al otro lado de la puerta con las manos en su espalda y mirándome con una sonrisa.

-¿Necesitas algo?- le pregunté de mala manera, a ver si entendía que no lo quería ver ni ahora ni nunca.

-¿Vas a ir al partido de bienvenida?- quiso saber, abriendo un poco más la puerta.

Le miré con las cejas levantadas, pensando en que si creía que le iba a responder. Me separé un poco de la puerta y se la cerré de un portazo en toda la cara.

Volví a mis cosas, a buscar ropa para ir al partido. Claro que iba a ir, es uno de los eventos más importantes en el pueblo, ¿de verdad había sido tan tonto como para preguntar eso? 

Ni siquiera pude quitar la camiseta de la percha cuando oí abrirse la puerta. Me giré, sabiendo de quien se trataba, dispuesto a echarle a patadas de mi habitación si hacía falta.

-¿Se puede saber que...?- me quedé callada cuando el mayor de los García enseñó sus manos, con una carta entre ellas.

Un sobre azul.

Era de mi padre.

-Dámelo Isaac- le exigí.

-¿No me vas a responder?- dijo ahora con un tono burlón.

Me acerqué poco a poco de manera amenazante hacia él, alternando mi vista entre el sobre en sus manos y sus ojos, cargados de diversión.

Mi padre había sido uno de los problemas por el cual Isaac y yo no nos hablábamos.

Isaac fue retrocediendo, pero sin eliminar esa estúpida sonrisa de su cara.

Ni siquiera me puse a pensarlo dos veces, me abalancé sobre él, agarrando la carta y tirando de ella, acto que no sirvió para nada, porque con Isaac y conmigo en el suelo, los dos seguíamos peleando por ver quien se llevaba la carta.

-¡Deja de ser un imbécil y dame la maldita carta!- chillé.

-¡Deja de ser una niñata y párate!- se atrevió a responderme.

La puerta de mi habitación se volvió a abrir, y entre todo el movimiento y mi pelo alborotado pude ver a Alex, Lee y Danny en la puerta.

Todo pasó muy rápido.

En un solo segundo.

Issac y yo acabamos separados, uno al lado del otro pero separados, sin pelear.

Pensé que había soltado el sobre, pero mi cara cambió a una de horror cuando vi que solamente tenía una parte de la carta.

Miré a Isaac, y en cuyas manos estaba la otra mitad.

-Eres un completo imbécil- murmuré y le quité la otra parte de la carta.

Ignoré que había cuatro chicos en mi habitación. Me levanté del suelo y me senté en mi escritorio, dándoles la espalda a los cuatro y colocando las dos partes del sobre.

Saqué la carta y la coloqué encima de la mesa como pude. Los ojos me empezaron a escocer y me limpié una lágrima que cayó por mi mejilla cuando empecé a leer la carta.

Hola mi querida y dulce niña:

No sé si te esperabas mi carta, pero como todos los meses te escribo una aquí estoy.

Me he enterado que has ido a Denver a hacer un curso semanal en un hospital muy conocido, estoy muy orgulloso.

Yo sigo aquí, en el centro, ahora mismo estoy esperando a que me hagan unos análisis pero me encuentro muy bien.

Ayer me dieron una chapa en una de las charlas. ¿Sabías que llevo siete meses sin probar una sola gota de alcohol?

Que sepas que lo hago por ti, porque algún día me respondas una carta o me mandes un mensaje diciéndome cualquier cosa.

¿Qué tal con los Walter? Espero que algún día me invites a ir, me encantaría verte y hablar contigo un poco.

He conocido a una nueva enfermera, se llama Isabella, y el otro día trajo a un gato al centro. ¿Sabes dónde está en animalito ahora? Aquí conmigo, supongo que fuiste igual que yo a la hora de los animales.

Te echo mucho de menos, tengo que irme a los análisis, pero te escribiré.

Un beso de tu padre, que te quiere un montón.

Suspiré cuando acabé de leer la carta, y con lágrimas por mis mejillas la guardé en el cajón junto a todas las demás.

Mi padre era el hombre más dulce y amable del mundo, pero desde que cayó en el alcohol lo mejor fue alejarme de él.

Sé con certeza que no estoy enfadada con él, y que estoy súper orgullosa de todo lo que está haciendo, pero también sé que hasta que no lo consiga por completo lo mejor es que estemos alejados.

Miré la puerta, que estaba cerrada. Ya no había nadie en mi habitación.

𝐔𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐞 𝐌𝐨𝐨𝐧𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 (𝙸𝚜𝚊𝚊𝚌 𝙶𝚊𝚛𝚌í𝚊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora