XVIII: DON'T FORGET TO HIDE.

691 77 30
                                    

La sangre que se iba deslizando por sus nudillos hasta meterse entre sus dedos se sentía caliente. El chico uniformado temblaba bajo él, con el rostro casi irreconocible y soltando bajos jadeos que amenazaban con callarse pronto si es que recibía otra paliza brutal. 

El nacimiento de la madrugada y un par de ojos estaban siendo testigos de que uno de sus compañeros estaba a punto de ser asesinado a manos del cadete recién llegado hace un par de semanas. La oscuridad del cielo lo hacía ver más tétrico de lo que era, un valiente se había atrevido a jalar al nuevo para que dejara al otro pero su acción no tuvo más respuesta que un brutal codazo que aterrizó directamente en su nariz. El crujido que sonó hizo que los demás novatos retrocedieran un par de pasos. El temor reflejándose en sus ojos.

ㅡREPITE LO QUE DIJISTE, PEDAZO DE MIERDA… ¡QUÉ MIERDA ESTABAS DICIENDO DE MI, HIJO DE LA GRAN PUTA!

ㅡ¡CABO JEON!

El grito del comandante retumbó en el espacio abierto. Antes de dar su último golpe, su cuerpo fue jalado hacia atrás con tanta fuerza que su espalda azotó contra en concreto y le fue inevitable soltar un quejido. Su comandante, sin darle tiempo, lo agarró del cuello y lo puso a su altura.

ㅡ¡ERES EL CÁNCER DEL EJÉRCITO, JEON! ¡ÉSTE ES EL TERCERO, QUÉ DIABLOS PASA POR TU ENFERMA CABEZA, MIERDA INSOLENTE!

Mmm…

¿Ya había pasado por eso, no?

Tercer cuartel en toda sur corea que lo aceptaba sin tener más opción a las amenazas de lanzaba Jeon Ji-hu. Tres semanas habían bastado para que finalmente Jungkook explotara contra la primera alma que se cruzara en su camino. El hecho de que no era la primera base que pisaba no fue un secreto para nadie en ese lugar; lo tachaban de raro, de un problemático y no se molestaba de ocultar su disgusto hacia él.

El superior al mando apretó aún más su agarre en el cuello de Jungkook, con los ojos inyectados de ira, reflejando la profunda frustración acumulada desde la llegada de ese niñato. El silencio se adueñó del lugar, solo siendo roto por el sonido de la respiración entrecortada de Jungkook, quien mantenía la mirada desafiante a pesar de la situación.

—¿Ya te crees invencible, novato?—espetó el comandante, sus palabras resonando en el aire cargado de tensión—. No toleraré tu insolencia. Esto no es un patio de recreo.

Los otros cadetes observaban en silencio, mezcla de temor y curiosidad en sus rostros. Jungkook, con la mandíbula apretada, sostuvo la mirada de su superior, luchando por respirar. En ese momento, el comandante dejó caer al adolecdnte al suelo con desprecio, y este aprovechó la oportunidad para recuperar el aliento.

—Estás al borde de ser expulsado, Jeon. No necesitamos problemas como tú en nuestras filas— El comandante señaló hacia los otros cadetes—. ¡Desaparezcan, todos!

A medida que los demás cadetes se dispersaban, murmullos de desaprobación seguían a Jungkook. Era un forastero, un elemento discordante en ese ambiente militar. Los días siguientes se volvieron aún más difíciles para Jungkook. El aislamiento y las miradas de desprecio eran moneda corriente. Sin embargo, en lugar de doblegarse, canalizó su rabia en entrenamientos más intensos, en los rincones oscuros de la base, la reputación del problemático cabo se teñía de rebeldía, una sombra que se negaba a desaparecer.

Iba a salir de ese lugar. Más pronto que tarde.

El murmullo del motor de los autos avanzados por el concreto liso era lo que llenaba el silencio dentro de estos. Jimin se preguntó si es que los autos complenatemnte negros y lujosos llamaban la atencion en las calles de la capital o ¿es que simplemente era normal para aquellos ciudadanos?

Детонирующий || KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora