Детонирующий || Kookmin

XXIII: THE BETRAYAL OF BLOOD.

El ser humano es un ser increíble, y no por sus logros, su inteligencia o sus conquistas, sino por su capacidad de autodestrucción. Existe algo fascinante y trágico en la manera en que el alma humana puede sostenerse al borde del abismo, aferrándose a una serie de emociones, de secretos y de heridas que la llevan cada vez más cerca de su propia ruina. Es el único responsable del propio sufrimiento, creadores de laberintos donde el amor y el odio se entrelazan en una danza eterna. Nos decimos que deseamos la verdad, pero en realidad, pocos soportan el peso de su revelación. Porque la verdad es un arma de doble filo, capaz de liberar tanto como de destruir, y al final, cuando uno mira el reflejo de sus propias decisiones, a menudo se ve a un extraño. Ese ser extraño es cada traición, cada mentira y cada acto de crueldad cometido, siendo un recuerdo permanente de nuestra esencia, la cual no es pura; porque somos el resultado de nuestras peores decisiones, de las sombras que decidimos abrazar; engañandoa, envidia, mentiras y codicia.

En este mundo, el amor y el odio no son opuestos, sino extremos que pueden coexistir, alimentándose mutuamente hasta que ya no es posible distinguir entre ambos. Ahora ellos no son más que dos almas testigos de esto, atrapados en una red de emociones contradictorias, donde el dolor se confunde con el afecto, y donde la violencia parece ser la única forma de comunicación auténtica. Quizá esto sea el gran secreto de la naturaleza humana; ser prisioneros de la propia naturaleza, incapaces de escapar, porque en el fondo, el ser humano no desea ser libre; solo desea encontrar una cadena que le haga sentir vivo.

Disparando un arma.

Aceptando abuso.

O manipulando a las personas que te aman.

¿Había algo más que confesar?

La pregunta flotaba en el aire, llenando la habitación de una tensión espesa que parecía hacer imposible respirar. Jimin se obligó a sostener la mirada de Jungkook, quien lo observaba con una calma inquietante, casi antinatural. Jamás había visto esa expresión en ninguna otra persona que se hubiera cruzado en su vida. No había odio en esos ojos, pero tampoco perdón o compasión. Lo que encontró en su lugar fue una mirada vacía, un frío tan absoluto que le heló la piel. Ese vacío era tan profundo que por un instante le recordó a Hwasa, en sus momentos más despiadados, cuando sus palabras podían cortar como cuchillas y dejaban cicatrices que ningún tiempo sanaría.

Por primera vez, Jimin buscaba algún destello de arrepentimiento o alguna emoción que le revelara que aún quedaba algo humano en Jungkook, algo que demostrara que este no era un monstruo completo. Pero no encontró nada. Aquellos ojos reflejaban una ausencia de todo, como si él fuera una mera sombra frente a un abismo que no podía llenar. No supo si lo aterraba más esa ausencia de reacción o el hecho de que, en el fondo, comprendía lo que significaba. En algún nivel oscuro y casi primitivo, Jimin entendía que había cruzado una línea sin retorno, y que, al hacerlo, había desatado algo en Jungkook que no podría controlar.

¿Algo más que confesar? pensó nuevamente, casi riéndose ante la ironía. Después de todo, ¿qué más podía ofrecerle que ya no estuviera destruido, corrompido o quebrado? ¿Qué sentido tendría seguir...?

Jimin sintió el impulso de reírse, una risa amarga que habría sido una súplica ahogada si no hubiera contenido el nudo en su garganta. Había desnudado su verdad frente a Jungkook, había dejado caer cada confesión como piedras sobre una tumba, su máscara había caido, lo único que lo protegía de todos y de él mismo. Y ahora, sentado frente a él, se daba cuenta de que Jungkook seguía imperturbable, como si las palabras no hubieran dejado ni una mínima grieta en su indiferencia aunque era todo lo contrario.

—¿Algo... más?—susurró Jimin, la voz casi quebrada, sintiendo cómo el eco de sus palabras caía en el vacío que se extendía entre ambos. No esperaba una respuesta amable ni una palabra de consuelo; en el fondo, ni siquiera esperaba un grito o una mirada de odio. Pero está siendo egoísta, él también estaba en blanco.