THIRD ACT

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–THIRD ACT–

END OF THE HUNT

"Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma y aquello a lo que te resistes, persiste." — Carl Jung.





La ciudad respira. Lenta. Peligrosa. Irreversible.

Las luces de neón parpadean sobre el asfalto húmedo, reflejándose en los charcos como espejos distorsionados de una realidad podrida. El aire huele a lluvia reciente, mezclada con el metal oxidado de la desesperación. Seúl nunca duerme, pero esta noche parece contener la respiración, como si supiera que algo está a punto de romperse.

Jungkook mira el condominio de departamentos con tranquilidad.

El frío muerde la piel expuesta de sus nudillos, pero él no siente nada. Su gabardina negra pesa sobre sus hombros como un recordatorio de todo lo que ha arrastrado hasta este punto. La ciudad sigue en movimiento a su alrededor, indiferente al hecho de que alguien, en algún lugar, está a punto de perderlo todo.

No ha dicho una sola palabra desde que bajó del auto. solo pudo sentir por breves segundos las gotas de lluvia antes de que una sombrilla lo cubriera. No ha mirado hacia atrás. No ha dudado. No hay espacio para el arrepentimiento cuando el final ya está decidido.

El edificio de su interés aparece frente a él como un espectro de concreto y vidrio. No hay necesidad de revisar la dirección, no hay necesidad de repasar el plan en su cabeza.

Se inclinó hacia su trabajador para susurrarle una última cosa, espero que esté asintiera antes de verlo extenderle un arma.

—Quédate aquí.

Avanzó sin importarle la lluvia, poco a poco se acercó al edificio y el silencio en el vestíbulo es sofocante. Solo el zumbido lejano de las lámparas fluorescentes llena el espacio, un sonido constante, monótono, como un mal presagio. El guardia de seguridad ni siquiera lo mira cuando pasa. No hay necesidad de forzar una entrada cuando uno camina con la seguridad de que pertenece allí. Con las manos en los bolsillos y la mirada fija en los ascensores al fondo del pasillo, Jungkook siente el peso del metal frío contra su palma.

Ding.

Las puertas del ascensor se abren y él entra. Pulsa el número del piso con la misma calma con la que se enciende un cigarro, con la misma tranquilidad con la que ha quitado vidas antes. Pero esta vez es diferente. Esta vez, el final no es solo un punto en una línea recta.

Es un círculo cerrándose.

Las puertas se cierran con un susurro mecánico. El ascensor sube.

Jungkook exhala. El espejo detrás de él lo hace mirarse; pálido como siempre. Pareciendo un muerto.

El ascensor se desliza hacia arriba, tan silencioso que casi parece que el tiempo se ha detenido dentro de esas cuatro paredes. Pero Jungkook sabe que no es así.

Sus ojos permanecen fijos en los números rojos que parpadean conforme el ascensor asciende. 12... 13... 14...

No piensa en nada. O eso se dice a sí mismo.

Porque la verdad es que su mente es un campo de batalla, un terreno donde el pasado y el presente chocan en un ciclo infinito. El sonido de la lluvia, el olor a pólvora, el calor de la sangre en su piel... Todo sigue ahí. Todo lo ha seguido hasta aquí.

Ding.

El ascensor se detiene.

Por un momento, Jungkook no se mueve. Un solo respiro. Un solo segundo de quietud antes del impacto.

Детонирующий || KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora