Jeon Ji-hu estaba sentado en su escritorio, tal y como lo había dejado antes de ir a entregarle la carta a Jungkook. Bueno, esta vez lo acompañaba una botella de Whisky recién abierta, el vaso en que se sirvió pronto necesitaría ser llenado.
—¿Señor?—Hwasa pregunó de forma cautelosa al ver a su jefe que tenía la mirada clavada en aquel cristal. Cuando obtuvo su atención, asintió a su persona—. Me recibió la carta, señor. ¿Desea que haga algo más?
—Ven a despedirte de mi, Ahn Hye-jin.
Más que una orden, sonó como una súplica desesperada. Con lástima mal camuflada aceptó la invitación y se sentó en el asiento frente a su jefe, estirando su mano para recibir el trago que se le era servido. Soltó un fuerte suspiro antes de atreverse a hablar.
—Yo siempre estaré con usted, señor Jeon... mi lealtad es únicamente suya.
—Lo sé.
La mujer levantó su mirada del vaso en sus manos y observó el rostro del caído Jeon Ji-hu, el hombre levantó su copa para brindar y ambas personas se acabaron el líquido color caramelo de un solo trago. El cristal protestó cuando golpeó la mesa.
—¿Dónde están los papeles que firmó Nadya?
—En mi oficina, en la caja fuerte. ¿Por qué, señor?
Pasaron varios minutos de silencio antes de que la respuesta fuera dada.
—Quémalos— Jeon Ji-hu empezó a preparase otro trago después de asentir para sí mismo—. Haz otros nuevos y encárgate de que Jimin los firme... todo se lo dejaré a él; asi que, si Jungkook fracasa en quedarse con mi organización, Jimin será mi As bajo la manga... nadie sab-
—Señor—Hwasa interrumpió a Jeon con una mirada atónita—. ¿Qué está diciéndome? No puede dejar la organización a manos de un chico con quién... Señor, no puede dejarle esto a Park Jimin.
—Jimin es lo único que me queda Hwasa—el viejo Jeon respondió en cambio, encogiéndose de hombros—. Jungkook no sabe de él, Nadya piensa que esto estará bajo su nombre... tampoco quiero que Jimin se entere, esto nos lo llevaremos a la tumba. Ambos— sentenció y la mujer negó incrédula—. Escúchame... sin estos papeles, Hwasa, mis tierras, mi droga, mis armas, mi gente... no tendrán dueño legítimo y estará constantemente en guerra, aún muerto voy a hacer que estos viejos de mierda se maten entre ellos...
La fémina pestañeó aún incrédula por las palabras que salían de la boca de Ji-hu. Negó varias veces su cabeza, intentando entender la alocada idea.
—Señor, si alguien se entera de esto irá a por Jimin y lo matará... mostrará su cabeza a los otros para reclamar todo lo que usted ha construido— Hwasa gesticuló con las manos intentando expresarse mejor—. ¿Qué tal si su hijo se entera?
Jeon Ji-hu tomó un largo trago de su whisky antes de dejar el vaso sobre el escritorio con una calma aterradora. Sus ojos, oscuros y agotados, se clavaron en Hwasa como si estuvieran perforando su alma. Cuando habló, su voz era baja, casi un gruñido, pero con una autoridad que cortaba el aire.
—Hwasa... haz lo que te digo. Aún trabajas para mí.
La mujer se quedó en silencio, la incredulidad pintada en su rostro. Por un instante, pareció que iba a replicar, a seguir intentando razonar con él. Pero algo en la mirada de Ji-hu, ese abismo implacable de quien ya no tiene nada que perder, la detuvo.
—Sí, señor.
Fue todo lo que dijo antes de levantarse. Pero su mente hervía con preguntas y dudas. ¿Cómo podía confiar en que esto no terminaría en un desastre? ¿En una masacre? Sin embargo, conocía a Ji-hu lo suficiente como para saber que, cuando daba una orden, no había espacio para la negociación.
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Детонирующий || Kookmin
FanficCuando un sádico encuentra a un masoquista natural se convierte en un escenario mortal y tóxico, todos los sentidos se activan en forma de supervivencia, los vellos se erizan y todo el mundo aguarda en silencio expectantes ante al detonante nuclear...