IX: CONVICTION.

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Tranquilidad es sinónimo de relajación. Somos seres sensitivos, y expresar esas sensaciones nos hace humanos. Cuando uno se siente en paz, el cuerpo y la mente se vuelven uno mismo, tal así como el último latido al morir o como la última lágrima que cae al saber de una traición.

Ese nivel de relajación que llega a tu cuerpo es indiscutible. Todos tienen en mente un lugar tranquilo, suaves sonidos, ambiente cálido, ¿verdad?

Pero para Jungkook era completamente diferente, él necesitaba ruido, necesitaba que su entorno estuviera frío. Necesitaba ver lágrimas corriendo y sangre pintar sus manos.

Justo como ahora.

Un deudor estaba gritando con todo lo que sus pulmones se lo permitían, un fierro caliente teniendo un contacto repetitivo en su piel no era para nada agradable. El joven jefe, con una expresión ilegible, sostenía aquel fierro con ayuda de un guante de cuero negro. La espalda del deudor era una mezcla de sudor, sangre y pedazos de piel quemada, varias letras jota en tipografía rusa esparcidas en toda la extensión de la espalda humana se mostraban con orgullo y al rojo vivo.

Diez letras en total, diez nuevas cicatrices para recordar.

—¡P-PAGARÉ TODO...! ¡POR FAVOR, YA NO MÁS!

—¡TODO EL MUNDO DICE LO MISMO, MALDITA RATA!— Jeon bramó ya cansado. La persona que tenía enfrente no era más que un apostador, lamentablemente una mula permanente de la mala suerte que ingresó en una de sus cerradas y más buscadas organizaciones de peleas clandestinas. Jungkook tenía presente que era un hijo de un ministro—. ¡ME DEBES VEINTICINCO MILLONES DE WONES, CHOI! ¡¿CÓMO PIENSAS PAGARME TODO ESO EN UNA SEMANA?!

—¡L-LO HARÉ... L-LO PROMETO!

¿Cuántas veces ya había escuchado eso?

Miles de veces en miles de bocas.

Con desgana tiró el fierro al suelo y se sacó el guante de cuero con brusquedad. En realidad él no tenía planeado torturar a un puto deudor de mierda para exigirle dinero a las cuatro de mañana en un jodido callejón apestoso, él iba a seguir un plan que había creado días atrás, más una maldita confesión en cierto diario fue el que mandó todo a la mierda.

Y solo había un culpable.

Al ver el cielo nublado de Busan se cuestionó un par de minutos que mierda estaba haciendo perdiendo su tiempo en una persona que apenas había visto una vez en lugar de estar en su habitación, desquitándose con cierto chico pelirosa, a quién dejó durmiendo en su cama después de comerle la boca y acabarse el licor color caramelo. Después de que Park Jimin quedara dormido después de una hora, ya por el alcohol en sus venas y la pesadez de su cuerpo, Jungkook procedió a enfocar sus ojos en el rostro relajado de su mayor. Vio ojeras más marcadas, su labio inferior había rebajado de tamaño por el golpe que le había dado y en algunas partes de su piel se apreciaban un color amarillo ligero, casi imperceptible.

El silencio de aquella todavía extraña habitación, fue su compañero momentáneo de sus pensamientos. Preguntas y más preguntas que solo podían ser respondidas leyendo confesiones escritas.

Así que lo hizo.

El diario café que reposaba en uno de los veladores a los lados de la cama, fue alzado por su nuevo dueño. Jungkook no lo leía en orden, no seguía las fechas escritas porque le parecía aburrido... o quizá no quería que algunas cosas tomaran sentido demasiado pronto.

Una confesión hizo estallar algo en su interior.

Una confesión escrita por su padre.

Su jodido padre.

Детонирующий || KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora