CAPÍTULO 7 2SEOK.

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Tae recita de memoria el número de Hoseok, pero cuando se lo hago repetir por cuarta vez para asegurarme de que es el correcto, termina quitándose su cazadora, enseñándome la etiqueta donde ahí va escrita su dirección y efectivamente, el teléfono que el niño ha estado recitando. Deben ser unos verdaderos terremotos si Hoseok etiqueta su ropa con todos sus datos. O quizá es algo que se hace por precaución con todos los niños. No tengo ni idea de niños, bastante tengo con los adultos.

Marco el número desde mi teléfono personal, no queriendo perderlo por marcar desde la oficina. No se que pueda pasar con Hoseok, no se siquiera que quiero que pase... pero no voy a perder el contacto, eso seguro. No ahora que sé que tengo dos pequeños que irremediablemente ya son parte de mi.

En cuanto escucho el tono de marcado me agacho a la altura de los chicos, pasándole el teléfono a Taehyung. Kook parece muy cómodo en el sofá con Mye, hablando ambos por los codos.

El rostro del pequeño cambia cuando contestan al otro lado del teléfono -¿Papá? - Los pequeños dedos del niño agarran con fuerza el teléfono, pegándoselo al oído como si con ello fuese a colarse por el auricular y aparecer al lado de Hoseok. -Muy bien, papi... eh... nosotros... nosotros estamos... -suspira y me mira de reojo, tendiéndome el teléfono de vuelta. Le hago un cariño en la mejilla, sentándome en la silla del despacho mientras llevo el teléfono a mi oído.

-Hoseok.- No puedo evitarlo, mi voz sale fría, seria. Estoy enfadado, si, pero al mismo tiempo me muero por oír su voz después de tantos años. He intentado encontrarlo tantas veces... y al final, ha tenido que ser de esta forma como volvamos a vernos-SeokJin... - su voz suena...¿asustada?¿impresionada? No podría descifrarla...

Veinte minutos más tarde, la impaciencia está a punto de matarme mientras los gemelos mantienen una apasionada conversación con Mye sobre algo llamado Hot Wheels. Suspiro interiormente al observar a mi hermana. Se ha adaptado a los chicos con una naturalidad sorprendente, como si estuviesen hechos unos para otros. Ser tía es algo innato en ella...¿Pero seré yo capaz de ser padre?

No es como si tuviese una gran referencia de uno. Nuestros padres han estado ausentes la mayor parte de nuestras vidas, la empresa siempre siendo más importante... y aún cuando mi madre durante los tiempos en los que coincidíamos siempre se mostraba atenta, cariñosa y dulce, mi padre a duras penas tuvo relación con cualquiera de nosotros. Empecé a conocerlo cuando cumplí los diez y decidió que debía empezar a trabajar para heredar la empresa algún día. Pero ese era el único tema a tratar con él. Los negocios, el deber, la empresa, el honor y el renombre.

Observo a ambos niños; sus gestos emocionados, el brillo en sus ojos, sus sonrisas genuinas y la comodidad de sus cuerpos, la complicidad entre ellos. Son mis primogénitos y eso los hace, al final del día, los siguientes herederos de empresas Kim... pero no quiero mi vida para ellos. Si, la comodidad económica es algo a tener en cuenta... pero esa inocencia, bondad e ilusión es algo que quiero ver en ellos siempre. Me recuerdan tanto al Hoseok del instituto... aquel chico que me traía loco. Era siempre tan diferente a mi... tan bueno, tan puro... tan loco y a la vez tan responsable.

El sonido del intercomunicador de mi despacho me sobresalta, sacándome de mis ensoñaciones. Cuando mi secretaria anuncia que Jung Hoseok está aquí, los nervios me invaden de pronto. ¿Cómo estará?¿Habrá cambiado mucho?¿Me odiará por lo que le hice?

No necesito pensar nada más cuando, al abrirse la puerta, su aroma me invade, haciendo gruñir a mi alfa interior. Ha cambiado, donde antes había frescor y humedad ahora hay un fuerte aroma a roble y cítricos... aunque la base sigue siendo la misma: sándalo. Sigue siendo Hoseok, debajo de todos esos cambios que la edad adulta ha traído con él.

Me permito observarlo por unos segundos mientras accede a mi oficina, como si el tiempo corriese más despacio. Los años que han pasado solo parecieron favorecerle, donde había un chico delgaducho, con brackets, de facciones suaves y dulces ojos verdes hay ahora todo un hombre, delgado, pero con curvas definidas, que a pesar de tener ropa de invierno puede resaltarse su esbelta cintura. Las facciones de su rostro son más duras, más afiladas, aquellos brackets que lo hacían lucir tierno se han ido. Y esos ojos... esos demonios verdes que me hicieron enloquecer siguen ahí, preocupados y aterrorizados, pero mostrando una calma absoluta cuando hacen contacto con las dos pequeñas personitas que han provocado que volvamos a encontrarnos.

Sus rodillas tocan el suelo al mismo tiempo que los dos pequeños cuerpos se estrellan contra él, cada brazo del adulto rodeando a uno de los niños, estrechándolos con fuerza contra su pecho, como si quisiera protegerlos del mundo. -En menudo lío se metieron ustedes dos... Me tenían súper preocupado... - veo como acaricia sus cabellos, apartándolos de él apenas unos centímetros y revisandolos enteros con su vista, cómo comprobando que todo esté en su lugar. Miro a Mye y veo en su mirada la misma sensación que siento. Incomodidad. Como si estuviésemos metiéndonos en una escena demasiado íntima como para tenernos presentes.

Carraspeo cuando veo que Hoseok parece haberse calmado un poco. No sé cuánto tiempo habrá pasado desde que los chicos se escaparon, pero habrán pasado como dos horas en mi oficina, sin contar el tiempo que tardasen en llegar hasta aquí. No quiero imaginar la angustia de una situación así. El sonido alerta al hombre y puedo ver como sus hombros se tensan, el pánico y la tenacidad entremezclandose a través del lazo que nos une, llegando hasta mi.

Hoseok se incorpora y, no se si de forma consciente o no, coloca a los gemelos tras de sí, cubriéndolos con su cuerpo como si yo fuese una amenaza. ¿Eso es lo que soy para él?

-Gracias por llamar... no sabía dónde más buscar. Jamás se me habría ocurrido que estuviesen aquí... ellos no deberían haber venido. -Da una mala mirada a los chicos, mientras las palabras salen como dardos envenenados. Ellos se encogen a su espalda, probablemente sabiendo que van a recibir una buena reprimenda por esto.

Pienso que ni siquiera va a mirarme, pero justo entonces, como si una orden hubiese llegado a su cerebro alza su rostro y fija sus orbes en mi. Una mirada fuerte, decidida y salvaje que revoluciona todo mi interior en cuestión de segundos. - Nos vamos, no queremos seguir molestando. - Suspira como meditando sus palabras y su mirada cambia, un leve toque de suavidad apareciendo en ella. - Se que probablemente tengas preguntas, o reclamos o... quieras una explicación. Pero ahora solo quiero llevar a mis niños a casa.

Asiento, las palabras arremolinándose en mi lengua, que parece incapaz de dejar salir ninguna. -Tienes mi número... te prometo que vamos a hablar, si es lo que quieres... Sólo... no ahora.

Al no recibir respuesta de mi parte, sólo se gira, poniendo a los niños en marcha a través de la puerta, un leve saludo hacia mi hermana que es capaz de sonreírle de esa forma segura y confiada que caracteriza tanto a Mye, quien los observa hasta que el ruido de la puerta del ascensor cerrándose devuelve el aire al habitáculo, haciéndome caer sentado como un peso sobre mi sillón.

-¿Qué demonios?¡Kim SeokJin!¿Lo vas a dejar ir?¿Así sin más? Ni una palabra le has dicho...¡ni una! Porque no son mis hijos, que ganas de decirle de todo no me han faltado...¿Vas a llamarlo, verdad? Dime que vas a llamarlo... - Jamás había visto a Myeong tan salida de sus casillas, y eso que normalmente ya es una loca. Hasta podría decir que me asusta, así que dejo salir un suspiro, la revolución que Hoseok ha causado en mi cuerpo atenuándose, aunque las puntas de mis dedos todavía cosquillean deseando tocar su piel.

-Por supuesto que voy a llamarlo... tengo que aclarar esto.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora