CAPÍTULO 10 ¿Papá, papi, Jin?

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-¡Papá!¡Ya vale! - Tae bufa frente al espejo, subido en uno de los dos taburetes que hay en el cuarto de baño para que ambos puedan llegar bien al lavamanos. Intento poner en orden su cabello, pero resulta imposible.

-No es mi culpa que tengas un pelo tan indomable, hijo. - Suspiro antes de darlo por imposible, para variar. Dejo un beso en su cabeza y alzo mis manos, rindiéndome. -Anda, ve a jugar... ¡y nada de ensuciarse!

Tarda poco en echar a correr por el pasillo, de cabeza a su habitación, donde pronto se le oye hablar con su hermano. Menudo par de cotorras.

Devuelvo la mirada al espejo, las ojeras bajo mis ojos más visibles que nunca. Ni el maquillaje es capaz de ocultarlas ya. Suspiro de nuevo recogiendo las pocas cosas que he sacado para intentar domar el nido que tienen por cabello mis hijos, caminando hasta la puerta de su habitación, apoyándome allí mientras los observo jugar.

Sus sonrisas son tan puras y sinceras... que me asusta que relacionarnos con SeokJin y los Kim vaya a cambiar eso. Me he esforzado tanto en que mis niños puedan ser sólo eso, niños. Es todo lo que quiero para ellos. Que puedan crecer felices, convertirse en dos adultos respetables pero amorosos, que hagan con su futuro lo que ellos mismos deseen y no lo que nadie les imponga.

El timbre me saca de mis cavilaciones y veo dos pares de ojos marrones observándome. -¿Jimin viene hoy? -El puchero en los labios de Kook me hace sonreír enternecido. -¡Dijiste que pasaríamos el día juntos! - Le guiño el ojo, caminando hacia la puerta. -¡Y lo pasaremos juntos, pequeño conejito!

Abro la puerta justo cuando el timbre vuelve a sonar, un toque un poco más largo esta vez. -Ya voy, ya voy... - tomo una respiración profunda antes de quitar el seguro y abrir la puerta, unos ojos tan marrones como los de mis hijos devolviéndome la mirada desde el otro lado. -Ya pensaba que te habías echado atrás.

Pongo ambas manos en mis caderas, ofendido. -Yo nunca me echo atrás, SeokJin. -Me muevo a un lado para que pueda entrar. Nuestro hogar no tiene nada que ver con su lujoso apartamento, pero es todo lo que tenemos y más de lo que necesitamos. Los chicos tienen de todo aquí, no les falta nada... y no puedo evitar estar un poco a la defensiva, porque sé que SeokJin podría darles mucho más, incluso cuando no lo necesitan.

-Están en su habitación... la primera puerta a la izquierda. - Dejo que vaya delante, caminando tras él sin acortar mucho las distancias, como si fuese a desaparecer con mis hijos en cuanto le quite la vista de encima.

-¡Papá!- El grito de los gemelos es casi sincronizado, la emoción impregnando sus voces. Puedo ver la sonrisa de SeokJin incluso cuando apenas observo su rostro. Y se que estoy haciendo lo correcto cuando veo el abrazo que los tres se dan cuando el heredero de los Kim se agacha para recibirlos.

-¿Les apetece pasar juntos la tarde? - Veo los ojazos de los chicos mirarme como pidiendo permiso. Sólo me hace falta una pequeña sonrisa para que ambos chillen contentos, abrazando aún más a Jin. Maldito sea el momento en el que la naturaleza decidió hacerlo tan encantador.

Salimos en dirección al parque, el sitio favorito de los niños de toda Corea. Jin se ausenta unos segundos con la excusa de ir a por unos helados y aprovecho para sentarme con los chicos, haciendo una caricia a cada uno. -¿Están contentos?¿Les gusta Jin?

-¡Es super genial, papá! - sonrío algo tocado. No se si realmente quiero que los niños tengan tanto aprecio tan rápido por su padre. Se que Jin tan pronto está aquí como Kim Dak-Ho lo mandará seis meses a Nueva York, o a Australia... y no quiero que mis niños se encuentren en esa situación, como si estuviesen siendo abandonados después de haberlo conocido.

No quiero que piensen que no son suficientes.

-¡Hola papá!¡Mira! - Puedo ver el brillo de ilusión en los ojos de Jungkook y poco después también en los de Taehyung, ambos con la vista fija en algo tras de mí. Giro la cabeza a tiempo de ver a SeokJin acercarse de vuelta a nosotros, ni rastro de los helados pero con un enorme perro atado a una correa corta.

No puedo evitar la mueca que aparece en mi rostro. Ese perro babea, mucho. Y es enorme, y con tanto pelo... iugh.

-¡Un perrito! - Obviamente, mis hijos no opinan lo mismo. Llevan pidiendo un perro por lo menos dos años. Genial, minipunto para papá Kim.

-¿Es tuyo, papá? - Puedo notar lo emocionados que los chicos están, casi rebotando sobre las puntas de los pies mientras acarician y abrazan al perro. Por Buda, tendré que echar toda la ropa a lavar, que de pelo tiene que soltar ese animal.

-Se llama Mickey. - La sonrisa de Jin es resplandeciente, igual que lo era durante nuestras clases de química, cuando tomábamos un descanso y sólo éramos dos adolescentes normales, con nuestras tonterías. Se agacha a la altura de los niños, enseñándoles los sitios donde al animal le gusta ser acariciado.
Tengo que rendirme cuando veo las sonrisas infinitas en las caras de los gemelos. Está claro que el amor por los animales no lo han sacado de mi.

Se ve que no hay mejor truco para cansar a dos niños de siete años que un perro enorme y una pelota. Llevan media hora lanzándola y corriendo detrás del animal entre gritos y risas, revolcándose por el césped. - Buen truco este, Kim... un perro. Eso es una trampa.

Niega a mi lado con media sonrisa, observando a los niños con ese brillo especial en la mirada. No se puede negar que se ha enamorado de ellos dos, hasta un tonto lo vería. Pero no me extraña, los niños son adorables, es casi imposible no caer enamorado de ellos dos. -¿Es trampa tener mascota? Mickey necesitaba salir también, y he pensado que se llevaría bien con los chicos. A él le encantan los niños... y apostaría un brazo a que a los niños les encanta el.

Ruedo los ojos, cruzándome de brazos. - Sigue siendo trampa. No puedes ganártelos así. -Me encojo un poco más sobre mí mismo, todavía inseguro con el alfa a mi alrededor. El lazo se vuelve más fuerte cuando lo tengo cerca, incitándome a desearlo, un peso en mi estómago que sólo desaparece cuando nuestras miradas se conectan. Pero el miedo es más fuerte. Mis hijos son mi vida, si he salido adelante ha sido porque los tenía a ellos.

-No espero ganarlos con un perro, ni con regalos. No creo que sea una mala persona, Hoseok. Sé que no he estado en su vida estos siete años, pero no ha sido precisamente una elección propia. Y quiero ser parte de sus vidas de ahora en adelante. No creo que necesite un perro para que ellos me aprecien. -Se encoge de hombros, desviando la mirada de los niños para fijarla en mi, el peso en mi estómago desapareciendo por un instante, esparciéndose por todo mi cuerpo, transformándose en un imán que sólo grita "SeokJin".

-Sólo espero que puedan ser libres y felices, más de lo que tú y yo lo fuimos. - Su mirada de nuevo centrada en los niños, corriendo delante de la perra con la pelota entre las manos de Kook. -Se lo merecen todo... son niños estupendos. Has hecho un gran trabajo con ellos, Hoseok... Quiero ser un buen padre para ellos. Que sepan que pueden contar conmigo... que confíen en mi como lo hacen contigo.

Y no puedo evitarlo, la sonrisa aparece en mis labios. La sinceridad del mayor de los Kim es innegable. Me sonríe de vuelta antes de que Jungkook choque contra sus piernas, rompiendo la burbuja. -¡Papá!¡Mickey me ha chupado la cara! - Debo verme horrorizado, porque la carcajada de Jin es casi instantánea. - Anda pequeño, vamos a lavarte antes de que a tu padre le de un ataque.

-¿Papá? - Sonrío mirando a Taehyung, limpiando su mejilla con el pañuelo que siempre cargo en mi bolsillo. - ¿Si cariño? - Se sienta a mi lado en el banco. No puedo evitar darme cuenta de que el perro, aún con la pelota en la boca, se tumba a los pies de mi niño, como si estuviese protegiéndolo. Sabio animal.

-¿Cómo tenemos que llamar a papá? Porque tu eres papá... y él es papá... pero no pueden ser los dos papá, ¿o si?¿O sólo puede ser Jin? - sonrío enternecido, acariciando su mejilla con cariño, intentando acomodar por instinto su revuelto cabello, sudado después de correr con la perra. -Tendrás que preguntarle a él, cariño... pero creo que estará bien como quieras llamarle. Podemos ser papá los dos si así lo quieres.

Incluso cuando eso sea mi perdición.

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