CAPÍTULO 19 TE HE ECHADO DE MENOS

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La puerta se cierra tras nosotros con tal fuerza que creo que hace temblar la pared. Poco me importa cuando los cálidos labios de mi omega se están fundiendo con los míos... o lo hacían hace unos segundos, pues ahora esa sonrisa pícara atrae mi atención, mi cuerpo pidiendo la cercanía que el suyo nos ha robado al echarse unos pasos hacia atrás.

Mis manos buscan sus caderas y Hoseok no lo impide, un suave ronroneo asentándose en su garganta, haciendo ronronear en sincronía a mi alfa. Me pego a él de nuevo y hundo la nariz en su cuello, aspirando su aroma con fuerza, queriendo grabarlo en lo más hondo de mi memoria. Estos meses han sido tan largos y su ausencia ha dolido tanto...

-SeokJin... - su mano se arrastra desde mi sien hasta mi nuca, haciendo erizar el vello de todo mi cuerpo con tan solo esa simple caricia. -Debiste decirme que venías... alfa caprichoso. - Un golpe suave en mi hombro me hace reír y antes de que se aparte rodeo su cintura con ambos brazos, aprisionándolo contra mi cuerpo mientras mis labios van a su cuello, succionando la marca de la mordida.

Ahoga un gemido, pero aún así consigo sentirlo. Sonrío levemente cuando lo noto removerse contra mí, intentando apartarse con una sonrisa divertida. -He tenido que soportar a tus cachorros enfurruñados porque su padre iba a romper su super promesa... y luego hiperactivos porque tuve que darles un postre ultra edulcorado para que no se fuesen a la cama tristes y enfadados...¿qué te hace pensar que lo vales, Kim? No puedes jugar así con los sentimientos de los niños... -pone ambas manos en mi pecho, presionando con firmeza- ni con los míos, SeokJin.

-Jamás jugaría con sus sentimientos... -miro fijamente esos orbes dorados, serio. No puedo decir una verdad más grande que esa. Ellos en estos pocos meses se han vuelto mi mundo. Han llenado un vacío que he sentido toda mi vida. Han acabado con la ausencia que lleva asentada en mi corazón desde hace nueve años, cuando marqué a un hermoso omega del que estaba enamorado.

-Lo sé... pero la próxima vez, avisa. Ahora... He madrugado mucho para mi gusto. Los niños estaban sobre-excitados por el azúcar de anoche y su primer día de colegio. Y seguro que tu sufres de jet lag. ¿Quieres compartir cama conmigo? - río cuando sus cejas se alzan de forma sugerente, su cuerpo, no se si de forma consciente o no, se contonea de una forma demasiado atractiva para mi autocontrol.

-Quiero cualquier cosa mientras sea contigo, Hoseok. -Su sonrisa bien podría valer un millón de dólares.

Su mano se extiende hacia mi y la agarro, dejándome guiar por el apartamento hasta su habitación. Llevo casi cuatro meses sin pisar esta habitación y el olor a Hoseok resulta abrumador. Hay retazos del olor de los cachorros, pero principalmente es Hoseok, de forma tan intensa que hipnotiza e incluso adormece y tranquiliza a mi alfa. Se siente como... hogar.

-Perdona el desorden... ya he dicho que madrugar no va conmigo. - Afirmo un poco más mi agarre sobre su mano, sonriendo de medio lado. -No podría importarme menos... podríamos estar en una leonera que mientras huela así, me quedaría toda la vida. -Me acerco a él, todos mis sentidos intensificandose, buscándole. Vuelvo a posar mi nariz en su cuello, apenas unos segundos esta vez. Dejo un suave beso en esa piel y a ese le sigue otro, y otro más hasta que un suspiro escapa de sus labios y ladea la cabeza, dejándome un mejor acceso.

Presiono mi cuerpo contra el suyo, guiándolo hacia la cama. Sin embargo, el pequeño desorden provoca que Hoseok pise algo y se tambalee, agarrándose a mi con fuerza, provocando que también yo pierda un poco el equilibrio, golpeando con el codo el mueble tras de mi. El sonido de un cristal roto nos sobresalta a ambos, devolviéndome la cordura. -Lo siento... -Me agacho para revisar el daño, viendo un marco de fotos con el cristal lleno de rasgaduras, pero todavía entero. Es la foto en él lo que llama mi atención.

Hoseok, el Hoseok de mis recuerdos, el que me ha acompañado en mis sueños todos estos años... su rostro, cansado, pálido e incluso desnutrido, pero definitivamente feliz. Es una foto con nuestros dos cachorros acurrucados en su pecho desnudo, ambos con tan solo un pañal y un gorrito.

Noto a Hoseok mirar la foto a mi lado, una sonrisa melancólica adornando su rostro. -Apenas tenían un par de horas de vida en esa foto... Jackson nos la hizo. Dijo que era importante tener recuerdos de esos momentos. Creo que fue el primer día que sonreí y realmente pensé que tenía un motivo para salir adelante, para hacerlo mejor... Ellos me dieron la vida ese día.

Lo atraigo contra mi costado, envolviéndolo con mi aroma para intentar disipar ese aura de tristeza y melancolía que parece haberse creado a su alrededor. -Deberíamos tener otro cachorro... odio haberme perdido tu embarazo... seguro que estarías adorable con una tripita y antojos... ya eres un omega caprichoso incluso sin estar en cinta...

Siento su cuerpo a mi lado sacudirse y cuando quiero darme cuenta está soltando una carcajada. -Casi no podemos con dos niños...¿y tú quieres otro? Estás loco, SeokJin. Ni de broma vuelvo a quedarme embarazado, puedes quitartelo de la cabeza. - Mi alfa interior protesta, el instinto siendo demasiado fuerte. Los lobos viven en manadas, contra más grande, mejor. Pero la razón es más fuerte. Ni siquiera hace un año todavía que sé que soy padre. Tengo aún mucho por aprender y disfrutar.

Noto la caricia de Hoseok en mi antebrazo, sacándome de mis pensamientos sobre cachorros. -Pero si quieres... podemos practicar. Por intentarlo, que no quede.

Suelto una carcajada y giro sobre mis talones, dejándome caer en peso sobre la cama, arrastrándolo conmigo. - Eso está hecho... me muero por anudarte. ¿Crees que Mye podría ir a por los niños? Así no tenemos que salir de esta cama en muuuucho tiempo. - Ríe acomodado sobre mi pecho. -El que quiere tener otro cachorro. Papá irresponsable.

Acaricio su mejilla, retirando un mechón rebelde de su frente. -Está bien, está bien. Primer día de cole, papá responsable... a la hora de salida puntual en la puerta. Pero hasta entonces... -Localizo enseguida la marca en su cuello, dejando salir mis colmillos y, sin advertencia, muerdo con fuerza, abriendo la herida para volver a marcarlo. El aroma omega de Hoseok se intensifica, inundando aún más toda la habitación, haciendo rugir a mi alfa con plena satisfacción.

Lamo la herida con cariño segundos más tarde, observando como se cierra al contacto con mi saliva. Hoseok cae como un peso muerto sobre mi cuerpo, exhausto después del intenso orgasmo que la mordida le ha provocado. -Mi omega... dulce y mimoso como un gatito. -Acaricio su espalda bajo la camisa, su piel tostada cálida bajo mi toque. -Te amo, Hoseok. Estos meses separados, ahora que al fin te tengo, han sido una tortura. Quiero gritar al mundo que estamos juntos. Que eres mi omega, mi amor, mi protegido... Que nuestros hijos son mi orgullo y mi luz.

El silencio me asusta casi tanto como una posible respuesta. -Quiero... - mi voz sale entrecortada, pero no puedo parar de hablar- quiero que seamos una familia, Hoseok... que vivamos juntos, los cuatro. Que adopten mi apellido también, no reemplazando el tuyo, sino llevando ambos. Sé que hay muchas cosas que aún desconozco o no entiendo, pero te prometo que haré mi mejor esfuerzo para que salga bien. No quiero perderme un día más de sus vidas... y sobretodo no quiero pasar un día más sin tenerte a mi lado.

-Si... - suena tan bajito, tan susurrante, que casi pienso que ha sido mi imaginación. Acaricio su mejilla con el dorso del índice hasta su barbilla, elevando su rostro hacia mí, aún cuando se mantiene oculto en mi pecho. -Siempre será un sí para ti, mi alfa. Quiero dormir cada noche envuelto en tus brazos. Calmar tus miedos y llenar tus esperanzas. Sentirme protegido y hacerte sentir en casa al mismo tiempo. Quiero sentirme amado y poder amarte del mismo modo. Lo quiero todo y me bastaría con nada siempre que te tenga a mi lado.

Se mueve sobre mi pecho, más confiado ahora, observándome fijamente. -Ahora, mi alfa...¿piensas anudarme hoy o tenemos que esperar hasta encontrar una casa para nuestra pequeña manada? -No puedo contener una carcajada y giro nuestros cuerpos, aprisionandolo contra el colchón, nuestros labios juntos y nuestras lenguas enredadas.

El primer día de colegio y dos papás irresponsablemente responsables, llegamos tarde a recoger a nuestros cachorros.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora