CAPÍTULO 13 SINCERIDAD

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Nunca en mi vida me había sentido tan mal. Nunca he sido un hombre de bajas defensas, así que he sufrido pocas gripes y resfriados, pero esto es tan diferente que no puedo compararlo a nada que haya pasado antes.

En cuanto salgo del apartamento de SeokJin el aire fresco de la noche me golpea el rostro, aliviándome por un instante. Me doy cuenta de que hay un chófer en la puerta esperando por mi y, aunque en otras circunstancias lo rechazaría por puro orgullo, hoy siento que lo necesito. No quiero vagar por las calles hasta mi casa con el cuerpo así.

Siento el calor en todo mi cuerpo, llegando incluso hasta las puntas de mis dedos, la dolorosa erección presionada contra mis pantalones, incapaz de desaparecer. Mis sienes están llenas de sudor cuando finalmente llego a casa. Creo que no soy el hombre más cortés del mundo cuando Jimin se despide y se va. Apenas doy un vistazo al cuarto de los niños antes de meterme en el aseo, desnudándome rápidamente y entrando en la ducha.

Dejo correr el agua lo más fría que me permite el grifo, las gotas como estacas de hielo golpeando mi piel, el calor de mi cuerpo todavía ahí, sin disminuir. Noto la humedad en mi trasero y tentativamente llevo una mano hasta él, curioso. Nunca me había pasado algo como esto...¿Es por SeokJin?

Paso uno de mis dedos y un gemido de placer se me escapa cuando ni siquiera tengo que hacer presión y resbala dentro de mi, todo mi interior lubricado, preparado para ser tomado. Oh joder, maldito celo. Tras muchos años sin hacerlo, sostengo mi miembro erecto y caliente con una mano mientras la otra indaga en mi interior, el placer invadiendome una y otra vez durante toda la noche hasta que el cansancio puede más que la excitación y consigo dormir.

Los siguientes días no son mejores. Agradezco que al fin el curso haya terminado y no tenga que salir a llevar a los gemelos a clase. No me veo capaz de abandonar la casa, el celo volviéndome loco. Me reporto indispuesto en el trabajo y me resigno a pasar unos cuantos días así. Sin embargo, un mensajero llega el segundo día, una caja de inhibidores dentro del paquete. Una pequeña nota es todo lo que lo acompaña.

Esto debería ayudar un poco.

SeokJin

El resto del celo sigue resultando doloroso, pero al menos consigo concentrarme, poder ocuparme de mis pequeños y sobre todo, no volver a tocarme como un maldito animal incapaz de controlarse a sí mismo. Lo hago, si, cada noche... pero al menos soy consciente de lo que estoy haciendo.

Pese a que los niños preguntan por su padre, no hay más contacto entre él y yo desde nuestra estrepitosa cita. Necesito pensar, e imagino que SeokJin también, pues más allá de la nota de los inhibidores no ha intentado ponerse en contacto conmigo. Sin embargo, este tiempo me ayuda a pensar y aclarar mis ideas. SeokJin podría haber seguido adelante, yo mismo inicié el contacto. Recuerdo el deseo de esa noche, la sensación de querer ser llenado, la pasión que ese hombre me provoca estallando sin control.

No puedo culpar al celo de dejar salir mis impulsos. Todos estos meses con SeokJin acercándose a los niños me han hecho volver años atrás, a aquel Hoseok adolescente que estaba loco por el joven alfa, aquel amor prohibido que jamás me atreví a confesar. No puedo evitarlo, el SeokJin adulto me gusta tanto o más que aquel joven con quien pasaba las tardes.
Han pasado diecisiete días cuando decido plantarme en el penthouse del oji marrón. Mi cuerpo entero está temblando de los nervios, mi corazón bombeando con fuerza y mi cabeza sembrada de dudas. Pero tengo que hacerlo, quiero hacerlo. Ya ha sido suficiente tiempo siendo un imbécil.

Como siempre, la puerta se abre antes de que yo consiga salir del ascensor. Ese maldito conserje siempre adelantándose a mis movimientos. SeokJin se ve sorprendido, pero aún así, me cede el paso a su apartamento.
Tomo una respiración profunda antes de girarme hacia él, marrón contra dorado. -Gracias... por lo de la otra noche. -noto mi garganta secándose, probablemente debo parecer un idiota ahora, después de casi tres semanas. -No he dejado de pensar en... bueno... en todo.

Soy incapaz de quedarme quieto, así que me muevo hacia el salón del mayor de los Kim, observando las vistas desde su gran cristalera. -Siempre me gustaste, ¿sabes? Cuando éramos críos. -Tomo aire, mi vista todavía centrada en la gran ciudad. Sé que si enfoco mi mirada en él no seré capaz de soltarlo todo. - Me sentía afortunado. No era el alfa más popular del instituto, el chico por el que todo el mundo habría dado incluso más de lo que tenían, el que me gustaba. Me creía un privilegiado por tener el gusto de ver más allá, de conocer al verdadero SeokJin. -no puedo ni quiero evitar la sonrisa que adorna mis labios, la ligera burla adornando mis siguientes palabras mientras giro mi rostro hacia él- Me gustaba el adorable chico que suspendía química a propósito para conseguir unas clases particulares con el tonto idiota de Jung Hoseok.

Su cara de horror lo dice todo, haciéndome reír por primera vez en toda la tarde. -¿Lo sabías? - sonrío divertido, devolviendo mi vista al exterior. -Pues claro. Nunca tuve ni un solo tutelado que aprendiese las cosas casi sin explicárselas. Tus errores eran estúpidos, los ejercicios siempre estaban bien resueltos... Era más difícil cometer los errores que me mostrabas que resolver los ejercicios correctamente.

Puedo sentir su mirada fija en mí como si le hubiese dicho que el mar es naranja y el cielo fosforescente -¿Lo sabías y nunca dijiste nada? - me encojo de hombros, mi sonrisa transformándose en una pequeña mueca. -Mi vida no era fácil, SeokJin... Nuestros mundos no podían ser más diferentes. ¿Para que alimentar la esperanza por algo que simplemente no podía ser?

Noto un peso en mi hombro, la caricia de su mano siendo suave y a la vez firme, haciendo que desvíe la mirada hasta su rostro. -Quizá si podía ser... habría luchado por ti. Sigo dispuesto a luchar por ti, Hoseok.

Enfrento al hombre a mi lado, dejando de refugiarme en la ciudad, el dolor de sus palabras calando hondo en mi mente. -No, SeokJin. Si supieras todo lo que he hecho no estarías dispuesto a nada por mi. - Porque estoy sucio, porque soy un trapo viejo, un omega que su familia nunca aceptará. Porque mis hijos son lo único bueno que tengo, lo único que, aunque no merezca, sigo queriendo retener. Son ellos quienes me aferran a la vida.

-Cuéntamelo. Déjame decidir esta vez. -Siento su mano en mi mejilla y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy llorando. -Siempre te he querido en mi vida. Me pasé años buscándote después de aquella noche. Sé que me porté como un verdadero cretino, te hice daño, pero me enlacé a ti porque te quería. Ya entonces sabía que eras todo lo que deseaba en una pareja.

Noto las lágrimas descender más copiosamente, pero mi mirada nublada sigue fija en sus ojos, los mismos que cada noche me perseguían. Los mismos que lloraban de hambre y miedo cuando mis cachorros eran apenas bebés. Los que me mantuvieron con vida. - No sabes lo que dices...

Suspiro y me aparto de él, dándole la espalda mientras me limpio las lágrimas, intentando retener las que siguen intentando salir. -Te lo contaré. Te lo contaré todo. Y después la decisión estará en tus manos. Sólo te pido que, por favor... pase lo que pase no me alejes de ellos.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora