CAPÍTULO 21 HOGAR DULCE HOGAR

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Dejo caer la última caja, estirando todo mi cuerpo para desentumecer mis músculos. Atrapo a uno de mis cachorros cuando pasa corriendo a mi lado, colgándolo cabeza abajo mientras le hago cosquillas. -¿Qué ha dicho papi sobre correr, eh? - Vuelvo a dejarlo en el suelo, contagiado de sus risas pero una vez promete dejar de correr por toda la casa lo dejo ir, suspirando al ver a mi alrededor todavía las paredes vacías.

Hoseok dijo que se encargaría de organizar todo, decorar la casa y dejarla habitable, pero tampoco quiero que se eche todo el trabajo encima. De todas formas algo me dice que no me dejará meter mano en la decoración. No es como si eso me importase. No hay nada que me guste tanto como el ambiente hogareño que tenía el apartamento de Hoseok. No quiero otra cosa para nuestra casa juntos.

-Niños venga, tenemos que volver. -Me encargo de que ambos estén atados y seguros en sus asientos del coche antes de emprender la marcha de vuelta al centro de la ciudad. La casa está algo alejada de nuestros trabajos, pero queda cerca del colegio de los niños y el barrio es sin duda más agradable para una familia que cualquier apartamento en el centro de Seúl.

Cuando llegamos a mi viejo apartamento, el olor a comida recién hecha nos tiene a los tres salivando en segundos. El apartamento de Hoseok era de alquiler, así que ha sido tan sencillo como rescindir el contrato y mientras terminamos de poner a punto la casa, viviremos aquí.

-¡Al fin llegan! Ya pensaba que se perdieron. -Recibo un beso de mi omega, el cual hago durar unos segundos, evitando que se aleje de mi aunque con ese gesto lo haga reír y acabe ganándome un pequeño empujón en el pecho. -Basta, alfa. Es hora de comer. -Un ronroneo sordo escapa de mi cuerpo pero me aparto de él, dejando que se mueva con libertad entre los fogones, sirviendo los platos para los cuatro justo antes de que nos sentemos a comer.

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Se nada más cruzar la puerta del despacho de mi padre que no me espera nada bueno. Ni siquiera nada común. Su rostro no expresa solo indignación o enfado, muestra auténtica ira.

-¿Un omega varón, SeokJin? Lo entendería e incluso lo dejaría pasar si fuese un omega importante, pero ¿ese omega? Sin futuro ni beneficio alguno para tu vida o la empresa. ¿Cómo se te ocurre marcar a alguien sin nuestro consentimiento? - Bufo, mirando incrédulo también a mi madre, de pie a un lado del sillón de mi padre. Su mirada es más tranquila, pero su postura es recta y clara a la derecha de Dak-Ho

-¿Su consentimiento?¡Se trata de mi omega! Pueden decidir sobre la empresa todo lo que quieran, pero mi vida privada es cosa mía, no necesito su consentimiento. Y si les gusta Hoseok o no, es mi omega ahora. Lleva mi marca.

El puñetazo en el robusto escritorio hace sobresaltar a mi madre, pero ya no a mi. No más. -¡Tu vida es parte de la empresa!¡Eres parte de nuestra imagen, SeokJin!¡No puedes emparejarte con un omega cualquiera! Encamate con quien te dé la gana, pero tu vida pública debe ser ejemplar, ¡sabes eso!

-¿Como has hecho tu, padre? Creo que no. ¿Para qué elegir una pareja y exhibirla como un trofeo si no la amas? -Niego con la cabeza, mis manos en los bolsillos del pantalón de mi traje, manteniendo mi postura segura y relajada.

-Antes un trofeo que esa porquería de omega. ¿Sabes la vergüenza que nos has hecho pasar? En todas las revistas con ese prostituto... Lee lo investigó. No tiene suficiente con ser un don nadie, que encima es un omega que ha pasado por vete a saber cuántos hombres. Es una vergüenza que él lleve tu marca. Pero lo arreglaremos, podemos hacerlo desaparecer.

Siento como mi postura cómoda desaparece, mi cuerpo entero tensándose, el alfa en mi interior rasgando mi pecho, queriendo salir y golpear al hombre frente a mi, ningún resto del antiguo respeto que como padre le tenía. -Jamás, óyeme, jamás tocarás a Hoseok. -No debería hacerlo, no es una buena idea que él lo sepa, pero la furia en mi es tan grande que no logro contenerme. -Y me alegro de que te joda que se haga público. Imagina lo bien que se lo pasará la prensa cuando descubran a mis herederos.

La sorpresa es evidente en el rostro de Dak-Ho, pero pronto desaparece para dar pie al odio y la ira. Mi madre, sin embargo, parece haberse desinflado como un globo, la tristeza y la compresión llegando de golpe hasta ella. - ¿Herederos? Jin... - Niego, apartándome cuando intenta posar sus manos en mi brazo, buscándome. -No, madre. ¿Quieres vivir como un perro faldero, a sus órdenes? No puedo decidir por ti, pero puedo hacerlo por mi. Elegí a mi omega cuando sólo era un crío, le dí dos hermosos cachorros y a día de hoy, volvería a elegirlo cien veces más. Y me alegra saber que ellos jamás van a tener que vivir bajo sus estúpidas normas, jamás van a tener que aparentar ser quienes no son o fingir amar sin poder hacerlo.

No lo pienso dos veces y salgo de esa oficina, dios quiera que para siempre. En el momento que pongo un pie fuera del edificio, siento un gran peso desaparecer de mis hombros, liberándome del yugo que conlleva ser un Kim.

Y si esa tarde al llegar a casa el abrazo a mis cachorros es más largo de lo normal, dejo que piensen que es por lo muchísimo que los he echado de menos todo el día. A Hoseok no necesito engañarlo, él puede leerme con tanta facilidad como yo puedo hacerlo con él. -Estaremos bien... estarás bien, mi valiente omega.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora