PROLOGO

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El ser humano ha evolucionado con los años. Ha surgido una nueva naturaleza, fruto de la necesidad de dominancia de algunos. Los estudios pronto los clasificaron como alfas, betas y omegas. La mayor parte de la población son betas, pero cada vez aparecen más alfas y omegas. A veces está claro desde antes de que la muestren, otras... no tanto.

Los alfas están en lo más alto de la jerarquía. Son de carácter fuerte, con las ideas claras y una gran capacidad de liderazgo. Suelen ser populares en el ámbito escolar y exitosos en su vida adulta. Todas las grandes corporaciones están lideradas por un alfa, así como los puestos importantes en los gobiernos y otras organizaciones.

Los betas son los más similares a los antiguos humanos. Suelen ocupar puestos de importancia, pero no pueden competir con los alfas. Suelen relacionarse con otros betas o incluso con alfas, pero no se acercan a los omegas, pues los consideran inferiores e insuficientes.

Los omegas están en lo más bajo de la escala humana. Se encargan del hogar o los puestos de trabajo que nadie más quiere. Una vez al mes, sufren un doloroso celo que solo se alivia con la mediación de un alfa o un beta. Atraen irremediablemente a los alfas, que pierden todo su autocontrol en la presencia de un omega en celo.  

Los alfas y los omegas pueden crear un lazo entre ellos. Tan fuerte e importante es este lazo, que un omega marcado y enlazado por un alfa no atrae a otros alfas durante su celo, haciéndolos mucho más soportables para el omega.

Para evitar los instintos animales de los alfas y preservar la salud de los omegas no enlazados, permitiéndoles llevar una vida lo más normal posible, existen unos inhibidores del celo. Es importante que los omegas lleven un absoluto control de sus celos para poder tomar los inhibidores a tiempo.

Hoseok es un joven tardío a la hora de mostrar su naturaleza.

A sus casi 18, todavía no ha madurado sexualmente. Está tan acostumbrado a que esa es su realidad, que el día que su naturaleza despierta y su primer celo comienza no se percata de ello hasta que es demasiado tarde y resulta enlazado por un alfa.

A la mañana siguiente, el lazo está intacto pero el omega ha desaparecido, sin saber que carga con él al fruto del alfa. 

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