CAPÍTULO 23 NO LO SABÍA

47 6 0
                                    

-¡Esto está exquisito! Admitanlo, no lo cocinaron ustedes. - Río ante las palabras de mi hermana, negando con la cabeza. -Tienes razón. Lo encargamos en un catering. En nuestra defensa diré que ni Hoseok ni yo teníamos demasiado tiempo para eso.

Doy un vistazo general a la mesa cuadrada de nuestro nuevo salón, los niños sentados frente a nosotros, Mye y Yoongi a nuestra derecha y Namjoon con Jimin a nuestra izquierda. Definitivamente es una buena cena de inauguración para la casa. Con la gente que nos quiere y nos apoya.

He estado moviendo algunas cosas las últimas semanas, separándome de la empresa de mi padre para fundar la mía propia. No han sido días fáciles, pero al final parece que todo va cuajando y funciona. Muchos de los antiguos clientes de mi padre han venido conmigo. Es normal, al final del día, era conmigo con quien trataban. Desventajas de enviar a tu hijo a hacer tu trabajo.

-Me da igual lo que a papá se le pueda ocurrir, Jin. A donde tú vayas, yo voy. Y si sale mal y te hundes, me hundiré contigo. Prefiero eso que seguir viviendo a las órdenes de alguien así. Siempre puedo vivir de la moda. - Sonrío al recordar las palabras de Mye cuando dije que me iba. Ni siquiera necesité contarle lo que nuestro padre había dicho y sugerido sobre Hoseok.

Yoongi había dudado un sólo segundo, su agradecimiento para con mis padres creando una batalla personal en él. Pero su lealtad hacia mi es más fuerte y estoy muy agradecido por ello.

-Siempre has sido tú, Jin. Si yo dudaba, tú me hacías comprender. Si no sabía, tú me hacías ver. Si yo caía, tú me ayudabas a levantar. Tus padres salvaron mi vida, pero tú me hiciste quien soy. Contigo al fin del mundo, hermano. -Aparto la mirada de mi hermano, viéndolo reír de alguna de las ocurrencias de Kook, sonriendo un poco más al acordarme de su mirada fiera y decidida cuando le conté que abandonaba la empresa de nuestros padres.

Si de algo estoy agradecido a mis padres es por haberme dado unos magníficos hermanos.

Río divertido cuando, a la hora del postre, los niños corren ansiosos al congelador. Llevan esperando el helado desde que saben que lo tendrán para cenar. -¿Nueces de macadamia? - Miro a Hoseok con una ceja alzada. - Pensaba que las odiabas...

Se encoge de hombros como si nada, rebuscando en el envase por uno de los trozos del fruto, llevándose la cuchara a la boca en cuanto lo consigue encontrar. - Ha sido un antojo, no sé. Además, a los niños les gusta. -Coge dos de los boles que estoy sirviendo, llevándolos a la mesa y empezando a repartir.

Niego con la cabeza, divertido. Omega loco. ¿Quién te entiende?

●☆● ☆● ☆● ☆ ●☆● ☆● ☆● ☆ ●

El interfono de mi oficina suena, haciendo que desvíe la mirada de la pantalla por un instante antes de contestar. -¿Señor Kim? Su madre está aquí.

Suspiro, frotando mi mano contra mi rostro. ¿Qué hace ella aquí?

-Que pase, Suni. Y puedes irte a casa, terminaré yo. -Oigo el agradecimiento de mi secretaria, la misma que tenía en la empresa de mi padre y que fielmente me acompañó en mi nueva compañía. Es por personas como ella, que abandonaron un puesto de trabajo estable y bien remunerado por creer en mí, que necesito que esto funcione.

Oigo el sonido de sus tacones antes de que note su presencia a través del cristal tintado de la puerta. Aún así, la puerta se abre sin llamar, dejando ver el cuerpo cuidado y esbelto de la mujer que me dio la vida.

Guardo un suspiro para mí mismo, sabiendo lo mucho que ella odia ese tipo de gestos. -¿Qué haces aquí, mamá? - Tengo la decencia de levantarme de la silla, rodeando mi escritorio para depositar un beso en su mejilla. En el fondo se que ella sólo se deja manipular por mi padre y sus opiniones. No todos los omegas pueden ser Hoseok.

-Quería verte... tu padre no sabe que he venido. -Su mano acuna mi mejilla y me permito por un instante relajarme, observándola curioso. Ella nunca hace nada a espaldas de mi padre. Es incapaz de mentirle, nunca ha sabido hacerlo. -No sabía que había niños de por medio, Jin... no le habría permitido decir todas esas barbaridades sobre tu omega... - Chasco la lengua, el disgusto pasando inevitablemente por mis pensamientos. -¿Ese es el problema?¿Si tiene hijos no es tan malo? Sigue siendo la misma persona, mamá. Sigo amándolo, lo haría incluso si mis hijos no existieran.

Asiente y por un momento retrocede, como si mis palabras la hirieran a ella también, sin embargo su mano no deja mi mejilla, acariciando mi piel, el contacto siempre presente.

Sus ojos se abren de golpe cuando vislumbran la marca en mi cuello, sus labios presionados de forma tan firme que apenas son una fina línea en su rostro. -Debes amarlo mucho para permitir que te marque... -Parece que por un instante piensa en tocar la marca, pero retrocede en el último instante. No es bueno tocar las marcas de otros enlazados, todo el mundo lo sabe.

-Eres mi niño, Jin... se que tu padre no es el más comprensivo, pero no quiero estar alejada de ustedes. Quiero saber de tus hijos, mantener el contacto, incluso si debe ser a espaldas de tu padre. -Puedo notar el miedo en su olor, la angustia y la desesperación de la omega frente a mi. Siempre ha sido fuerte, neutra, algo maternal cuando eramos mas niños... pero nunca había olido así. No frente a mi.

Suspiro y rodeo sus hombros, abrazándola contra mi unos segundos antes de separarme, rodeando el escritorio hasta rescatar un marco de fotos a un lado de mi ordenador. Jungkook y Taehyung abrazados a Mickey, los tres tirados en el césped del jardín. Sus sonrisas de traviesos más acentuadas que nunca.

-Él es Taehyung... pero le decimos Tae. -Lo señalo en la foto. Recuerdo como las primeras semanas me costaba diferenciarlos si no los tenía delante y podía adivinar por sus personalidades. Parece que ha pasado una eternidad desde entonces. -Y él... él es Jungkook, y le decimos Kook. -Pronuncio el nombre con cautela, pero también con orgullo. Sé cuánto sufrió mamá la muerte de Jungkook.

Un sollozo escapa de sus labios, su mano acariciando los rostros de mis cachorros en la fotografía. -Se parecen a ti... son como tu cuando eras niño... Creí que... cuando dijiste...cachorros yo... -se lleva una mano a la boca, las lágrimas brillando en sus ojos. - Están tan grandes... ¿cómo hemos perdido tanto el tiempo? Por todos los alfas... -Una lágrima traicionera amenaza por escapar de sus ojos, pero la limpia rápidamente, su maquillaje intacto, como siempre.

Una pequeña alarma suena en alguna parte de su bolso, apenas un par de pitidos suaves. Toma un par de respiraciones profundas, buscando serenarse, pero pronto una sonrisa adorna su rostro. Una sincera y real, como hacía tiempo que no veía una en ella.

Sus dos manos van a mis mejillas, sus pulgares acariciando mi piel. -Estoy muy orgullosa del hombre en el que te has convertido... me gustaría pensar que tengo parte del mérito pero... simplemente eres tú. Siempre has sido tú quien nos ha enseñado. Me enseñaste a ser madre, has enseñado a tu padre que no puede tenerlo todo, le estás enseñando al mundo cómo debe ser un alfa. Y estoy segura de que estás siendo un padre excepcional para esos cachorros.

Sonríe con un pequeño sollozo, acompañándolo de una risa. -Demasiadas emociones para un sólo día. Debo irme o tu padre hará salir a buscarme incluso al FBI. -Deja un beso en mi mejilla, limpiando el labial que impregna mi piel. -Espero que algún día tu omega y tu me permitan conocer a mis nietos.

Y tan rápido como ella ha aparecido, se va, dejando mi cabeza hecha un lío pero al mismo tiempo mi corazón más tranquilo que nunca.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora