CAPÍTULO 16 CAMBIOS

47 7 1
                                    

Dos semanas han pasado desde ese reencuentro entre SeokJin y yo, alfa y omega más significativos que nunca.

Las tardes con Jin en casa se vuelven frecuentes y aunque los cachorros se dan cuenta de ello, no pronuncian palabra sobre el tema. Sería un tonto si intentase ignorar lo mucho que adoran a su padre. Conectaron desde el primer día, como si el mayor siempre hubiese estado aquí con nosotros, siendo uno más. Una familia normal.

Las noches en las que el alfa se queda a dormir también empiezan a volverse frecuentes, quizá no tanto como me gustaría admitir. No puedo evitar sentirme receloso a esta nueva presencia en nuestras vidas. Hasta hace unos meses todo de lo que tenía que preocuparme era de tener trabajo y dinero suficiente como para mantener a salvo a mis cachorros. No había nadie más, éramos solo ellos y yo, y estaba bien así... pero con SeokJin aquí es como si mi mundo entero estuviese del revés.

Cuando él está conmigo es como si nada más importase. Todo está bien, cada pieza encaja en su lugar y la vida se vuelve perfecta. Pero cuando Jin no está cerca las dudas me asaltan, la calidez que me proporciona tener al alfa cerca se esfuma y la inseguridad vuelve a mí, atacándome como no lo había hecho en años. Me siento tan fuerte y tan débil al mismo tiempo que creo que terminaré por volverme loco.

Sin embargo, una noche más, cuando sus fuertes y cálidos brazos me rodean entre las sábanas, la paz me inunda y todos los malos pensamientos desaparecen. El latido de su corazón contra mi oído calmándome como nada lo ha conseguido antes. -Piensas demasiado... puedo ver los engranajes en tu cabeza chirriando de tanto que los usas. - Sonrío levemente sin poder evitarlo. Todavía no entiendo como puede leerme con tanta facilidad, pero cuando siento a mi omega interior ronronear complacido supongo que debo echarle la culpa a nuestra conexión. Esa que parece ser más fuerte de su lado que del mío. O quizá sólo es que como Alfa, él recibe más información de mi y yo, a cambio, recibo tranquilidad y protección de su parte, incluso cuando siempre me he considerado fuerte e independiente.

-Odio que puedas leerme así de bien. - Me muevo, girando entre sus brazos hasta quedar frente a frente con él, su flequillo haciendo cosquillas en la piel de mi frente de lo cerca que estamos. Sus ojos brillan incluso en la oscuridad de la noche. -¿Qué es lo que callas, SeokJin?

Una suave risa escapa de sus labios y no puedo resistirme a besarlos. -¿Y tú eres el fácil de leer? Eres demasiado observador, mi omega hermoso. -Siento una de sus manos acariciando mi cabello, bajando por mi espalda hasta rozar ese punto entre vértebras que me hace ronronear. Todos los omegas tienen un punto de ronroneo que los calma y apacigua cuando su alfa lo presiona, pero yo apenas hace unas semanas que he aprendido a disfrutar del mío.

-SeokJin... -intento reprenderlo con mi tono de voz, igual que lo hago con los chicos, pero casi suena como una súplica en medio del ronroneo producido por su toque. - sólo suéltalo.

Suspira y sus ojos se ocultan tras sus párpados, su frente haciendo contacto con la mía mientras los brazos que me rodean se ajustan más a mi cuerpo, nuestros estómagos juntos. -Tengo que ir a Alemania... en un principio tres semanas, pero probablemente sea más. Siempre es más cuando se trata de mi padre.

Oh SeokJin. Llevo ambas manos a sus sienes, acariciando su cabello con cariño. -Mi maravilloso alfa... no iremos a ningún sitio. Seguiremos aquí cuando vuelvas.- Bajo las caricias a sus mejillas, separándome de él lo justo para que sus ojos se abran de nuevo, buscando los míos. -Tienes que ir... es tu trabajo.

Sus manos suben por mis costados, enviando escalofríos por todo mi cuerpo hasta que las siento atrapar las mías aún sobre sus mejillas. Inclina la cabeza hasta besar cada una de mis palmas, suspirando antes de cerrar los ojos de nuevo. -No quiero irme... no ahora que los tengo... no ahora que me he acostumbrado a besar tus labios cada día... no ahora que puedo decir que tengo un motivo para sonreír. No ahora que al fin te he encontrado.

Entrelazo una de mis piernas con las suyas, el calor del alfa rodeándome, haciéndome sentir cómodo, en casa. -No podemos ir contigo. Tengo mi trabajo también, los niños tienen clase... Son sólo tres semanas, SeokJin. - Pongo una mueca, escondiendo el rostro en su cuello. -Yo también te echaré de menos.

La mañana de su viaje el sol nos despierta en mi apartamento, ninguno de los dos siquiera pensó en pasar la última noche separados. La maleta de mano de Jin está en la entrada, el resto de su equipaje enviado a Alemania por mensajería. El reloj todavía no marca las siete de la mañana y la intrusión en mi trasero es tan placentera como molesta la mano sobre mi boca para acallar mis gemidos.

-SeokJin... - suspiro mordiendo suavemente su mano, un gemido escapando de mi garganta, su mano amortiguando el sonido. Noto los golpes de su creciente nudo golpeando mi entrada y tras un ligero vistazo al reloj en mi mesilla, rodeo su cintura con las piernas, pegándolo mas a mi, su nudo terminando de crecer en mi interior, manteniéndonos unidos, alfa y omega más sensibles que nunca.

Jin, mientras nos mantenemos enlazados, se transforma. Su alfa es más protector que en ningún otro momento, incapaz de dejar de acariciar y venerar mi cuerpo, haciéndome sentir lo más preciado del planeta. Muerde sin fuerza la marca en mi cuello, haciéndome gemir con fuerza, un nuevo orgasmo abandonando mi cuerpo. Me siento tan lleno, tan completo, tan unido a él que incluso siento ganas de llorar por todo el tiempo que no lo he tenido, todo el tiempo que mi cuerpo lo ha añorado.

Doy gracias al cielo por los inhibidores anticonceptivos que SeokJin consiguió para mi. Hacer el amor con él es una delicia, pero llegar a anudarnos... es un placer más allá.

Cuando, veinte minutos más tarde, el nudo se deshincha y podemos separarnos de nuevo, ambos elegimos permanecer unidos. Tan solo dura unos minutos, hasta que el despertador nos saca de nuestra nube, pero son los mejores minutos del día. -Ven a ducharte conmigo... no quiero separarme de ti mientras pueda evitarlo. -Sonrío, a sabiendas de que debería ir a despertar a los chicos, pero decido concederselo. - Sólo por esta vez.

SeokJin es capaz de hacerme sentir bien incluso tratándose de algo tan mundano como tomar una ducha. Sus manos no se separan de mi cuerpo ni sus labios de mi piel, provocando que vuelva a sentirme excitado. -SeokJin... vas a perder el avión... -sin embargo, inclino mi cabeza, dejándole más acceso a mi cuello.

Por suerte para nuestras responsabilidades, las voces de los niños se escuchan en el pasillo. Suelto una pequeña risa, apoyando mi frente en la clavícula de mi alfa, el agua corriendo cálida por nuestros cuerpos. -Lo siento... han salido a ti en lo de madrugar.

SeokJin abraza a los chicos cerca de diez minutos antes de subirse al taxi que tiene que llevarlo al aeropuerto. Sigo el vehículo con la mirada hasta que desaparece de mi vista en la esquina y suspiro, acariciando el cabello de mis chicos. -Venga terremotos... hora de ir al cole. Papá estará de vuelta muy pronto.

Y de verdad espero que así sea, porque apenas lo he dejado ir y ya lo estoy echando de menos.

¿Qué me estás haciendo, Kim SeokJin?

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora