CAPÍTULO 25 ESTO NO TENÍA QUE PASAR

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-¿Hoseok?¿Estás bien?- Alzo la mirada de los papeles que estoy revisando. O finjo revisar, porque no consigo concentrarme. Me froto la cara, mirando a mi amigo y compañero Eun Woo que está de pie frente a mi escritorio.

-¿Querías algo?- Su cara muestra una mueca divertida, sus manos están en sus caderas pero nada en él indica enfado. -Llevo media hora intentando hablar contigo. Estás en la inopia, amigo mio. ¿Problemas en el paraíso?¿Tengo que ir a amenazar a ese alfa tuyo?

Sonrío de medio lado, negando. -Que va... SeokJin es maravilloso, Eun. Gracias por preocuparte. -Cierro la carpeta con el proyecto al que de todos modos no estaba prestando atención, echando un vistazo a la hora en el reloj de mi muñeca. Todavía me sobra tiempo antes de tener que ir a por los niños. Podría ir dando un paseo porque definitivamente hoy no es un buen día para concentrarme en el trabajo. -Creo que saldré antes hoy. Si alguien pregunta inventa algo.

Ha pasado una semana desde el celo de Jin y no puedo quitarme de la cabeza la idea de un posible embarazo. Los supresores que tomo son los mejores del mercado, con SeokJin nos aseguramos de ello. Y es imposible que tenga síntomas desde el mismo momento en que ocurrió el celo. Los embarazos no suceden de ya para ya. O al menos no se muestran tan rápido. Sin embargo, conforme pasan los días más detalles me hacen pensar que puede ser real. Extraños antojos las últimas semanas, cambios de humor, cansancio, algunos dolores nada habituales en mi... Sacudo la cabeza al detener mis pasos en un cruce en rojo. No, es imposible.

Llego diez minutos antes a la escuela de los niños y espero allí con un grupo de madres y padres, cerca pero distante, aún perdido en mi mente. No puedo evitar que mi vista se posee en un par de carritos de bebé, incluso un omega embarazado está ahí, frotando su vientre a punto de estallar como si fuese el momento más feliz de su vida. No lo es, seguro. En ese punto del embarazo todo su cuerpo debe estar matándolo de dolor, apenas debe dormir y estar esperando de pie tanto rato luego va a pasarle factura. Y el parto, oh, no olvidemos el parto.

La alarma de salida me saca de mis pensamientos, mis ojos repasando toda la marabunta de niños saliendo del colegio hasta que detecto dos cabelleras oscuras y rebeldes, cuatro brazos rodeando mi cintura segundos más tarde. Sonrío sin poder evitarlo. Mis bebés mimosos. -¿Listos para ir a casa?

Preparo la merienda para ambos cachorros, un sandwich y algo de fruta cortada, dejándolo en la isla de la cocina que tanto les gusta usar, acariciando el pelo de Kook cuando sube a su taburete y empieza a comer. -¿La pasaron bien hoy en clase?- Me siento con ellos, una manzana rodando entre mis manos, aunque la como muy despacio, apenas sin hambre. Quizá si no me hubiese comido la mitad de las donas de la caja de Eun Woo...

Mi estómago es otro tema aparte. El otro día subí mi trasero a la báscula y descubrí que desde la última vez he aumentado casi cuatro kilos. ¡Cuatro kilos! Entre la comida de SeokJin y estos extraños e inusuales antojos, a este paso tendré que ponerme a dieta. Pero la manzana es mucho menos apetecible que las donas. -¡Papá!- Salgo de la bruma que es mi cerebro para mirar el ceño fruncido de Tae. Sonrío sin poder evitarlo, acariciando con mi pulgar esa arruga en su entrecejo, tan idéntico a su padre. -¿Qué, cachorro?- Su puchero se hace más evidente, aunque se apega a mi toque. -No nos estás escuchando...

-Lo siento, cachorro. ¿Qué decías? - Doy un bocado grande a la manzana, obligándome a masticar y tragar mientras escucho a los chicos hablar de una excursión del colegio a la que tienen ganas de ir. Tres días sin mis cachorros se me puede hacer eterno, pero está claro que es una actividad que tienen ganas de hacer y tarde o temprano tendré que acostumbrarme a que tienen casi diez años y van a querer ir dando sus pasos fuera del nido pronto.

La puerta se abre horas más tarde, la nariz de Jin instantáneamente pegada a mi cuello, aspirando mi aroma. Sonrío y me inclino ante su toque, impregnándome también de su olor. -Mi alfa... llegas pronto hoy. - Asiente, separándose de mí apenas lo justo, levantando una pequeña bolsa de papel que lleva en su mano. -Te he traído algo. Por si acaso.

SIEMPRE TE SENTÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora