CAPÍTULO 9 INESPERADO.

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No puedo evitar de ninguna forma el nerviosismo que me invade cuando el telefonillo de mi apartamento suena, el señor Westhall, recepcionista del edificio, indicándome que mi invitado está subiendo.

Espero junto a la puerta, mi mano en la perilla hasta que oigo el pitido del ascensor al detenerse, abriendo la puerta justo cuando él da el primer paso fuera del habitáculo.

Intento sonreír, aunque debe de parecer una mueca a sus ojos. Su olor es demasiado intenso, atrayente... y por el Buda, me recuerda tanto al aroma que me volvía loco cuando sólo era un adolescente... Nunca jamás he vuelto a sentir esta atracción por el aroma de alguien. -Hoseok... por favor, pasa.

Me hago un lado, abriendo la puerta de par en par, dejándole acceso. Parece algo tenso, y no me extraña, pero aun así parece seguro cuando avanza al interior de la vivienda, mirando a su alrededor de esa forma crítica y observadora, como si estuviese analizando todo en décimas de segundo.

Cierro la puerta una vez está dentro, carraspeando antes de indicarle el sofá del salón para que se siente. -¿Quieres tomar algo? - Me mira como un cervatillo alumbrado por los faros de un auto, como si realmente se diese cuenta de que está aquí. Asiente levemente a la pregunta. -Algo de agua estaría bien. Sin gas.

Camino hasta la cocina que hay en un rincón, bastante grande a comparación con otras cocinas, pero encajando bien con el concepto abierto de todo el habitáculo. Consigo una botella de agua fresca del refrigerador para cada uno y un par de vasos, caminando de vuelta al sofá para colocarlo todo en la mesita sobre unos posavasos, sentándome en el sillón frente a él.

-Menuda sorpresa... ocho años buscándote y resulta que hacen mejor el trabajo dos niños de siete años que todos mis contactos... - Me cruzo de piernas, adoptando una pose relajada sobre el sillón. Es de formación profesional, inconscientemente encaro esta reunión como si fuese una más de mis reuniones de negocios, todo el control corporal que he aprendido en estos años puesto en práctica como si fuese ya algo innato en mi.

-Nunca me he escondido de nadie... no debían ser demasiado buenos tus contactos. Incluso estoy en Google. -Abre la botella de agua en su lado de la mesa, vaciando un tercio en el vaso antes de volver a cerrarla y darle un trago, sus intensos ojos dorados fijándose en mi, haciendo que mi interior de una vuelta por completo. Maldito omega.

Frunzo los labios, presionándolos con fuerza antes de desviar la mirada de sus ojos unos segundos, buscando en mi interior la forma de calmarme y no soltar un gruñido. -Vayamos a lo importante... Está claro que esos niños son mis hijos también... -No sólo porque lo haya sentido nada más verlos, sino porque Myeong se ha pasado el día entero repitiéndome todos los atributos míos que vio en ellos.

-Taehyung y Jungkook son mis hijos. -Suena cortante y su mirada se vuelve desafiante, sus manos reposando sobre sus rodillas cerradas en puños. Casi puedo sentir la amenaza en sus palabras. - Se que probablemente tengas los mejores abogados del mundo y muchos más recursos que yo, pero no permitiré que me los quites. Son mis hijos. Yo los he criado, yo se lo he dado todo. Una corrida no te hace padre.

Auch. Eso duele. -No hace falta que te pongas a la defensiva. ¿Cómo voy a querer quitártelos? - Noto como la tensión desaparece un poco de su cuerpo, su mirada se suaviza, pero su omega interior sigue fiero y alerta, sin bajar la guardia ni un segundo. Dispuesto a defender a sus cachorros.

-Mira, Hoseok... no nos engañemos. Puedes llamarlo corrida, donación o como te dé la gana... pero esos niños son mis hijos también, llevan mi sangre. Y sinceramente, me jode enterarme de su existencia ahora. - Suelto un botón de mi camisa, dejando a la vista mi cuello y el inicio de mi pecho, la presencia del omega revolucionando a mi alfa interior. - Me he perdido siete años de sus vidas y eso no voy a poder recuperarlo nunca.

Descruzo las piernas, poniéndome en pie, la quietud poniéndome demasiado nervioso. -Es que no entiendo como no me has dicho nada en todo este tiempo... no era tan difícil, ¿sabes? Podría haber... no sé, ¡ayudado! O estar con ustedes... - me doy cuenta de que empiezo a perder el control, así que le doy la espalda, mirando por el gran ventanal que, a la altura a la que estamos, me permite ver gran parte de la ciudad.

-Oh si, claro que sí. Primero abusas de mi, luego me enlazas marcándome cual ganado, uniéndome a ti pese a que te supliqué que no lo hicieras... y luego esperabas ¿qué?¿que corriese a tus brazos? Me habría gustado ver eso, ¿sabes? El gran Kim SeokJin, con todo su futuro perfectamente planificado... enlazado a un simple omega con dos bebés en camino. Seguro que a tus padres les habría encantado. -Ahí estaba, esa lengua viperina y mordaz que mi yo adolescente había disfrutado tanto. Claro que nunca la había sufrido dirigida hacia mi persona.

Me giro mirándole, claramente dolido. -Me habría importado poco lo que mis padres dijeran. Los habría protegido. Habría cuidado de los tres. -Le oigo chascar la lengua mientras también se pone en pie, bebiendo de un trago largo el resto del agua en su vaso. -¿Eso es todo, SeokJin?¿Arrepentimiento por una responsabilidad que nadie te ha pedido? No necesitamos tu ayuda, ni tu protección. Ellos están bien conmigo, salimos adelante, solos. Siempre lo hemos hecho.

-Nunca les ocultaste la verdad... ellos sabían que yo era su padre. - Se encoge de hombros, desviando la mirada. -Me prometí ser sincero con ellos... no quería que tuvieran dudas. Yo tuve suficiente de eso cuando era niño. No se merecían eso.

Suspira, sus hombros cayendo. Cuando alza la mirada, parece diez años más viejo, su aspecto cansado y rendido. - Ellos quieren conocerte. No han dejado de hablar de ti, y de Myeong. - Esos ojos, antes brillantes de furia, ahora están apagados, casi muertos. - Si tu también quieres... supongo que... podríais verlos de tanto en tanto.

Siento la esperanza crecer en mi pecho, una sensación burbujeante aparece en mi estómago, haciéndome sonreír. -Me encantaría conocerlos mejor, Hoseok... Apenas los tuve dos horas y me conquistaron por completo. Has hecho un trabajo tan bueno con ellos... - veo un deje de orgullo en su rostro pasar tan rápidamente que creo que me lo he imaginado. Sin embargo, una pequeña sonrisa en sus labios me hace saber que es real.

-Sólo tengo una condición... - Alzo una ceja, mirándole incrédulo. ¿Condiciones?¿Después de haberme ocultado su existencia siete años? Debería ser yo el que estuviese exigiendo aquí.

-Nada de los Kim. Puedo aceptar a tu hermana con ellos, incluso a Yoongi si es que todavía está pululando a tu alrededor... pero no quiero que ellos tengan nada que ver con las empresas Kim. Son sólo niños y eso es lo que seguirán siendo. Ellos son Jung, no Kim.

Muerdo mi lengua, queriendo protestar, pero decido callarme. Ya habrá tiempo para discutir esta clase de cosas. Por el momento, me doy por satisfecho sabiendo que voy a poder ver a mis cachorros y por ende, a su padre. Mi precioso omega, más atractivo si cabe que en nuestra época de instituto.

Es sólo cuando sale que el pañuelo en su cuello se mueve lo justo como para permitirme ver la pequeña marca plateada que dejaron allí mis dientes. El alfa gruñe en mi interior, orgulloso. Posesivo.

Maldita sea.



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