Salimos del Estudio del Sacerdote rumbo a donde se encontraba la Hermana Lena. Estaba en su cuarto. Lex tocó y abrió, traía un libro en su mano.
—Hola —habló Lex.
—Hola, ¿qué pasa? —respondió.
—Necesitamos un favor —no respondió—. Podrías enseñarle todo el lugar a la Hermana Kara. —se volteó a verme y su semblante cambió.
—¿Qué? Ella ya lleva algunas semanas y aún no lo conoce —preguntó algo molesta.
Quise responder, pero Lex me ganó la palabra.
—Lena, comportate, solo haz ese favor y no rezongues.
Lex se volteó y me dedicó una sonrisa. —Ella la llevará. —se dio la vuelta y se marchó.
Cuando iba a hablar, Lena azotó la puerta.
—No es necesa... —y no pude terminar la oración.
Me di la vuelta y estaba regresando por el pasillo cuando una figura se unió a mí.
—Si va por ahí, se perderá —sus palabras hicieron que diera un respingo.
—Yo puedo ir sola, no se preocupe.
—Fíjate que lo primero sería preocuparme por ti. Además, no estaría cumpliendo mi papel de anfitriona si te dejara perderte en este laberinto conventual. —dijo un poco sarcástica.
No dije más y dejé que me guiara. Me mostró los alrededores, recorrimos todos los cuartos que había en el convento, y debo admitir que son muchísimos. Hay una Capilla, el Dormitorio de las Hermanas, el Estudio del Sacerdote, la Sala de Reuniones, la Cocina, la Biblioteca, el Cuarto de Oración, la Sala de Meditación, la Oficina Pastoral, el Cuarto de Herramientas, la Enfermería, el Comedor, el Cuarto de Almacenamiento, la Sala de Costura, la Bodega, la Sala de Recreación, el Baño Comunitario, el Cuarto de Invitados, el Aula de Enseñanza, el Jardín de Oración y la Sala de Artes y Manualidades.
Sí, definitivamente son muchos cuartos. Por último, terminamos en el huerto. Ya lo conocía, pero no dije nada.
—¿Cuál es el cuarto de Recursos? —pregunté.
—Acabamos de pasarlo —respondió—. ¿Me está escuchando o solo hablé como tonta durante todo este tiempo?
Me respondió de una forma grotesca.
—No, no para nada... yo... solo me distraje un segundo.
Simplemente rodó los ojos. —Sígueme.
La seguí hasta dar con el cuarto de Recursos. Ya dentro, observé que había cajas y algunos suministros en diferentes anaqueles. Así que me puse a buscar una máquina de escribir. La Hermana Lena no decía nada, pero me miraba con curiosidad.
—Estoy buscando una máquina de escribir por si...
—No te pregunté —interrumpió.
—...quisieras saber... —no dije más y callé.
Rebusqué entre las cajas y anaqueles hasta que encontré uno. Estaba un poco lleno de polvo y, al parecer, le faltaban algunas piezas; tendría que arreglarlo. Lo tomé con la caja en la que venía y salí de allí.
—Listo, ya está todo —dije.
—Vaya —suspiró y salimos de ahí.
La caja estaba un poco pesada, así que me esforzaba por agarrarla con todas mis fuerzas. Aunque pensé que la Hermana Lena me ayudaría, simplemente siguió su camino.
—Eso es todo, tengo que irme —dijo antes de desaparecer en la distancia.
—Gra... gracias —intenté decirle, pero ya se alejaba a paso veloz.
Mientras me quedaba allí sosteniendo la caja, observé cómo Lena se perdía entre los pasillos del convento. Con paso lento, me dirigí hacia el cuarto que me habían asignado, sintiendo el peso de la caja y la curiosidad de explorar la antigua máquina de escribir que había rescatado.
Saqué la máquina de la caja, comencé a revisarla y noté que le faltaban unas cuantas letras y el rodillo de carro estaba un poco tieso.
Hice lo que pude con esa máquina. Ya tenía casi todo listo; ahora me faltaba entrevistar a las demás religiosas.
Tal y como me lo pidió el Padre Joe. Primero entrevisté a la Madre Moira. Después pasé con las demás religiosas, aquellas que llevaban más tiempo aquí y las encargadas de diferentes áreas.
Un día entero estuve metida dentro de mi pequeña oficina. Alex me trajo un poco de comida y después se fue. Revisé mi trabajo antes de poder dárselo al Padre Joe para que lo entregara al periódico local.
No me di cuenta de las horas que pasé. Hoy me tocaba ir al Santísimo a orar. No importaba el tiempo, tenía que ir sí o sí. Acomodé mis cosas antes de salir y me dirigí a la capilla. Nuevamente, casi corriendo por lo oscuro y solitario que estaba. Llegué y pensaba encontrar el lugar vacío.
Volví a encontrarme con la Hermana Lena. No quise interrumpir y me arrodillé lejos de ella. Se dio cuenta de que la estaba mirando y se levantó.
—¿Me estás espiando?
—¿Qué? No, claro que no. Para nada.
—¿Y qué haces aquí? —preguntó.
—Vine a orar, ¿qué más haré?
Se paró justo enfrente de mí, y por un momento no la reconocí. Sus ojos estaban oscuros, sus pupilas se habían dilatado. Me miró desde arriba y pude notar una pequeña sonrisa y su ceja enarcada. Después se puso seria.
Pensé que diría algo más y solo me dijo "Buenas noches". Y se marchó.
Terminé mi oración y me fui de allí, dejando atrás la capilla silenciosa.
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Lujuria - Supercorp
General FictionKara, una joven con un corazón espiritual, nunca había sentido atracción hacia nadie, manteniéndose ajena a cualquier tipo de vínculo amoroso. Sin embargo, todo cambia cuando cruza caminos con Lena Luthor, la hermana menor del sacerdote Lex. Sin emb...