CAPÍTULO 8

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KARA POV

Sabía que mi presencia le molestaba, no sé por qué. Solo trataba de ser amable con todas, y ella no iba a hacer la excepción. 

Después de haber salido de aquella oficina, quedé un poco incómoda.

—¿No cree que fue muy dura con ella? —pregunté a la Madre Moira.

—Para nada, ella siempre ha sido así. No tiene una buena reputación, que digamos.

Aunque no le agradara tanto a la hermana Lena, las palabras de la madre Moira me resultaban muy desagradables. Me parecía que era muy cruel con ella.

—Creo que iré a buscarla.

—Claro —cuando iba a salir, volvió a llamarme. —Y Hermana, si sucede algo, no dude en decírmelo.

—Sí, madre. Con permiso.

Regresé a la oficina pastoral, suponiendo que estaría allí, así que esperé a que llegara. Aproximadamente veinte minutos después ingresó. Me quedé mirándola, pero no dijo nada, solo se sentó y siguió con su papeleo.

—¿Quieres que te ayude en algo? —traté de sonar amable.

—Sí —su respuesta me tomó por sorpresa.

—¿En qué? —pregunté.

—En cerrar la boca, y no moverte de ahí.

—Estás siendo...

—Si sigues hablando, me iré de aquí.

—Y si no quieres que te ayude, le diré a la madre Moira —sentencié.

Eso pareció dejarla un poco desconcertada.

—¿Me estás amenazando?

—¿Qué? No.

—Sabes, no quiero pelear contigo, ¿de acuerdo? —me dijo.

—Pero tampoco quiero que estés aquí.

No puedo entender por qué no puedo llevarme bien con ella. No quiero acabar odiándola. Estaré aquí por el resto de mi vida y tendré que encontrármela todos los días. No me gusta tener conflictos con nadie, pero ella no facilitaba las cosas.

—Solo permíteme hacer mi trabajo y no hables.

—Pero...

—¿No tienes otra cosa que hacer? —me preguntó.

—Por ahora no...

—¿Por qué no te pierdes un rato por ahí? Digo, ya conoces el convento, ¿no?

—Estás empezando a molestarme —dije calmada para no parecer demasiado irritada.

—Perdón, chica perfecta, no quiero enfadarte.

—No soy...

—Escucha, hagamos un trato. Tú no me molestas, y yo tampoco te molesto. Fingiremos llevarnos bien para que la madre nos quite este castigo, y ya está. Volvemos a nuestras vidas de siempre.

Aunque me gustaba la idea, no quería que termináramos así. Quería que al menos pudiéramos llevarnos bien.

—¿Por qué eres así con todo el mundo? —me atreví a preguntarle.

—A ti no te interesa eso... —la interrumpí.

—Claro que sí, me tratas como al resto, como si me conocieras. Nunca te he hecho nada, ni siquiera me conoces, y yo tampoco sé nada de ti. No tengo la culpa de que no tuvieras la vida que deseas. —No sé de dónde saqué tanto coraje para gritarle eso.

—Eres una...

—Dímelo, no me interesa lo que me digas. No eres nadie.

—¿Quién te crees...

—No, ¿quién te crees tú para tratarme así o tratar a cualquiera?

Tomó los papeles de la mesa y salió de ahí hecha una furia. Creo que le herí su orgullo o fui muy dura con ella. Después de que se marchó, me sentí muy mal.

Me arrepentí de lo que había dicho; no quise sonar tan dura. Salí también de ahí y me fui a mi habitación. Más tarde, en el comedor, me disculparía con ella. Cuando Alex me llamó para ir a comer, notó mi cara un poco desanimada. Me pidió que le contara lo que me sucedía y le expliqué lo que había pasado con la Hermana Lena. A ella le pareció bien lo que había hecho; nadie se había atrevido a enfrentarla así y yo tuve el valor, según ella.

Estando en el comedor, no me la encontré. Alex se dio cuenta de eso y lo único que me dijo fue: "No te sientas mal, puedes ir a verla a su habitación cuando terminemos". Agradecí por eso y, cuando terminé, fui a verla.

Toqué la puerta y esperé unos segundos a que abriera.

—¿Qué haces aquí? —preguntó confundida.

—¿Puedo pasar? —temía que no lo hiciera, pero se hizo a un lado y me dejó entrar.

Observé rápidamente su habitación y me di la vuelta para enfrentarla.

—Lo siento por lo de hace rato, en verdad no quise decir eso. Yo no suelo ser así.

No dijo nada al respecto.

—Solo quiero llevarme bien contigo. Dios quiere que estemos en paz y en armonía.

—Sé lo que quiere Dios, pero a mí no me agradan las personas. Y mucho menos tú, y no haré una excepción contigo.

Sé que sus palabras fueron crueles conmigo. Admito que tenía la esperanza de llevarme bien, pero cada vez lo hace más difícil.

—Tenía la esperanza de que me permitieras llevarme bien contigo —dije de la nada; su rostro estaba serio.

—No puedo hacerlo...

—¿Por qué? —pregunté.

—Es mejor dejarlo así, Hermana Zor-El. Vuelva a su habitación. Ya es tarde y necesita descansar, igual que yo.

No quise presionarla más. Creo que ahora que estamos juntas por decisión de la Madre Moira, tendré tiempo para acercarme a ella y poderle preguntar.

—Buenas noches, Hermana Luthor —por impulso me acerqué a ella y le dejé un beso en la mejilla como saludo. —Descanse. —Por suerte, no respondió y me fui.

No me di cuenta de lo que había hecho hasta que me encerré en la habitación y caí en cuenta de que le di un beso como despedida. Seguramente ella estaría confundida, pero simplemente fue un gesto cordial.

Lujuria - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora