CAPITULO 7

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LENA POV

Mis días eran perfectos antes de que llegara esa chica. Odio que sea tan amable con todos, especialmente conmigo. Sé que muchos odiarán mi actitud, pero no estoy acostumbrada a que todo el mundo me trate bien, a que todo el mundo sea tan comprensivo. Sé que mentalmente no estoy bien. Todo me irrita, tengo muy mal humor. La presión de las responsabilidades diarias en el convento y las expectativas que todos tienen sobre mí me están afectando. Intento mantenerme fuerte, pero a veces siento que todo está fuera de control. La llegada de esa chica, Kara, solo ha empeorado las cosas. Sus buenas intenciones y amabilidad me desconciertan, y no sé cómo manejarlo. Mis días perfectos se han vuelto un caos desde su llegada.

Trataba de no toparme con ella por los pasillos porque, de plano, no me interesaba. Era una persona como cualquier otra. Simplemente no me gustaba cómo es. Si la gente nos conociera, dirían que somos como el agua y el aceite, que no se mezclan. No veo la necesidad de intentar ser amigas. Prefiero mantener mi distancia y centrarme en mis propios asuntos. 

Aquel día sentí la necesidad de poder ayudarla cuando vi que regresó al comedor y ya estaba todo guardado. Lo pensé por un rato si estaba bien hacerlo o no, pero fue un impulso o Dios quien me mandó a darle aquellas galletas. Sin embargo, por cobardía o orgullo, preferí dejárselas bajo la puerta. Vi cuando las tomó y regresé a mi habitación. Aunque mi gesto fue silencioso, esperaba que lo habría probado.

Y todo iría bien si Lex no me hubiera pedido enseñarle todo el lugar. Quise quedarme en mi habitación y no salir, pero no podía hacer eso. Lex se enfadaría conmigo, y no me daría permisos para salir cuando yo quisiera, así que no me quedó otra opción más que aceptar.

Después de mostrarle todo el tour, no sé si me estaba cabreando porque no se dio cuenta cuando buscaba el cuarto de Recursos. Así que nuevamente la llevé allí, buscaba entre las cajas una máquina de escribir. No sé para qué quiere esa cosa; estaba en malas condiciones, no creo que le sirva por mucho tiempo. Me retiré, dejándola sola en el pasillo. Ya había encontrado lo que quería, así que me fui a mi habitación.

En la cena, volví al comedor y no me la encontré; supuse que estaría arreglando aquella máquina. Terminé de cenar y regresé a mi habitación. Estaba leyendo algunos libros de la Biblia, pero me resultaba difícil concentrarme. Últimamente, me estaba sintiendo alejada de esta travesía. Recordé lo que un día la Madre Moira me dijo: "Cuando sientas que estás perdida, recurre al Señor para que Él vuelva a guiarte en el camino correcto". Así que me dirigí directo a la capilla a orar, suplicaba para que me quitara todo mal pensamiento y perversidad que se atravesara por mi mente.

Justo cuando me estaba levantando, la encontré arrodillada un tanto alejada de mí. Lo único que se me ocurrió decirle fue preguntarle si me estaba espiando. Ella, obviamente, dijo que no y que solo iba a orar. Me acerqué a ella, pero estaba arrodillada frente a mí. Se me olvidó lo que había pedido porque mi cuerpo recorrió una electricidad perversa. Inmediatamente borré todo mal pensamiento y lo único que le dije fue "Buenas noches". Si me quedaba, iba a ser un completo error y me metería en serios problemas.

Después de eso, volví a mi habitación. Sentí la necesidad de alejarme y concentrarme en mis propios pensamientos. La presencia de esa mujer, Kara, estaba afectando mi tranquilidad y mis propias convicciones. Intenté retomar la lectura de la Biblia para encontrar consuelo y guía espiritual, pero mi mente estaba inquieta. 

Estaba dando vueltas en mi cama hasta que Morfeo me llamó y me quedé dormida.

...

Jadeos... jadeos y mas jadeos....

Me desperté bañada en sudor, no recuerdo mucho del sueño. Solo recuerdo que estoy en un cuarto rojo, con mujeres desnudas, y en una esquina estaba la hermana Zor-El. Quise que no estuviera allí, deseé que se fuera de ahí, pero luego todo estuvo borroso y recuerdo a ella cabalgándome, y por primera vez no aparecía la figura de Rose.

Me desperté inquieta por aquel sueño perturbador. Decidí no volver a dormir hasta que amaneciera, no quería perder más tiempo, así que me levanté temprano. Me ocupé de regar algunas cosechas en el huerto y, antes de que las demás hermanas se despertaran para ir al río, aproveché para nadar un poco antes de regresar. La frescura del agua ayudó a aclarar mi mente y a alejar los pensamientos oscuros que persistían desde la noche anterior.

Ese día me encargaron la administración de las ganancias de las cosechas. Lex me asignó la tarea de supervisar todo lo relacionado con el dinero, considerando mi formación en administración de empresas. Era consciente de que, para no desperdiciar mi educación, debía desempeñar un papel importante en esta tarea específica dentro del convento.

Entonces, me encontraba ocupando la oficina pastoral, donde debía lidiar con papeleo y todas las tareas relacionadas con la administración.

Había finalizado todo el papeleo para entregárselo al Padre Joe y presentarle el informe. Lo que no tenía en cuenta es que, al salir de la oficina, me choqué con la Hermana Zor-El, haciendo que el café que llevaba en la mano se derramara sobre los documentos.

—Maldi... —no pude terminar la oración.

—¡Hermana Luthor! —gritó la madre Moira— ¿qué estaba a punto de decir? —no me di cuenta de que estaba detrás de ella.

—Nada, Madre, lo siento. Fue un impulso.

—Fue un accidente —habló la ojiazul.

—Cállate, acabas de mojar los papeles —dije molesta.

—Ya te dije que fue un accidente.

—¿Sabías que estaba saliendo...?

—No, yo...

—¡Silencio! —sentenció la Madre Moira. —A mi oficina las dos.

—Pero... ¿por qué? —trató de hablar Kara.

Estando en la oficina, nos pidió que tomáramos asiento.

—Veo que no se llevan muy bien que digamos. Y usted, Hermana Lena, ya no me sorprende.

Se veía que estaba molesta.

—Siempre metiéndose en problemas desde pequeña, ¿o no es así?

Admito que me dolió, admito que sentí un dolor en el pecho; al final de cuentas, no soy tan fuerte como aparento.

—Madre, si me permite, quiero ofrecer una disculpa —y ahí estaba nuevamente la dulce y tierna Zor-El.

—Gracias, Hermana Zor-El, habla muy bien de usted.

—Sí, ¿me permite? ¿Puedo ayudarle con lo que dañé?

—No, gracias —dije secamente.

—Creo que sería una gran idea. Trabajarán con la Hermana Zor-El. Ahora en adelante, ustedes serán un equipo. Y se apoyarán para cualquier trabajo.

—¿Está bromeando, cierto?

—Perdón, Hermana Luthor.

—Tiene que ser una broma, no quiero trabajar con nadie.

—Este es un buen momento para poder hacer equipo con alguien, y creo que la Hermana Zor-El sería una muy buena influencia para usted.

—Dije que no quiero.

—Pues lo siento mucho, soy la encargada de este lugar y harán lo que yo diga.

La Hermana Moira me detuvo antes de salir de la oficina.

—Hermana Luthor, no crea que puede ignorar mis decisiones. Es por el bien del convento y de ambas.

—Lo sé, madre. Pero no creo que trabajar con ella sea la solución.

—A veces, lo que necesitamos no es lo que queremos. Debería darle una oportunidad y aprender a trabajar en equipo.

Solo me levanté de ahí y me fui a mi habitación. Estaba enojada, estaba molesta, y quería estar sola un rato antes de ir con Zor-El.

Lujuria - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora