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Al otro día apenas si fue capaz de ver a Aponia, se sentía avergonzado por todo lo que había fantaseado con ella la noche anterior, la culpa lo tenía incapacitado de tan siquiera hablarle de nuevo, pero no dejaba de tener el pequeño pinchazo de curiosidad de lo que ella pudiera estar haciendo. Cuando se encontraban rezando, este lo hizo con mucho fervor en su cabeza.

« Dios, por favor perdona las ofensas y las obsenidades que aquejaron mi mente la noche anterior. Te suplico, aleja de mi al mal que está acechando mi alma y busca condenarme.» Rezó en su cabeza, manteniendo una expresión fría en el exterior.

          Parecía que había funcionado, durante todo el día no vió a la chica rubia, pero sus pensamientos no se detuvieron. Se sentía enfermo, incapaz de controlar su propiamente, le dolía la cabeza de tanto esforzarse, se preguntaba porqué estaba pasando eso ni siquiera la había visto, lo que desencadenó otra pregunta: ¿por qué no la había visto si estaban en la escuela?  No era como si le importara... aun así, no la podía sacar de su cabeza, de todos modos necesitaba de su atención, su presencia, su compañia.

          No hubo realmente algo relevante en la escuela, quizás lo único era la tremenda distracción que traía Luther encima, estaba totalmente perdido ese día. Él era alguien muy estricto, disciplinado y un maestro eficiente, pero ese día extrañamente decidió que sus alumnos hicieran lo que quisieran en su clase, obvio, sin romper el orden.

          Incluso cuando estuvo en su casa (la cual era el mejor lugar para que tu mente se pusiera en blanco y pensaras sólo dos cosas: "huye" y "¿por qué hay una serpiente con peluca?") nada lo hizo salirse de su trance. El hermano menor de Luther, Randal y las "mascotas humanas" de Luther lo acosaban desde la distancia, observando su extraño comportamiento, ni siquiera su hermano, que era un adolescente con la cabeza atrofiada, gustos extraños y con un posible trastorno mental, se acercaba; Randal no era una persona que se asustara fácilmente, hasta llegaba a ser muy cinico, pero en ese momento sólo veía a su hermano a la distancia, al mismo tiempo que dos hombres jovenes de cabellos azules y rosados, lo miraban con preocupación, comunicandose en silencio buscando alguna explicación. Ese día Luther se convirtió en una caja de secretos, nadie le sacó una palabra.

— Seguramente ya se aburrió de ustedes dos, kukuku — Se burló de las "mascotas" de Luther con cierto rencor, recibiendo la respuesta inmediata de los mencionados, pero no de Luther.

          Randal era quien más rápido se ganaba la atención de Luther, todo por sus desastres y su personalidad extravagante, esta vez el silencio de Luther también lo alcanzó a él. Bromas, chistes, destrozos, trucos, incluso enseñarle la cabeza de una cuchara no fue nada contra la estatua que era el más alto de la casa. Olvidó todas sus responsabilidades ese día, pensó que tal vez la vería, pero como no fue así, su mente se puso ansiosa, la chica lo había intonxicado sólo con su linda cara y él no era capaz de entender como no fue capaz de observarla.

          Sus "mascotas" (había que aclarar que en aquella comunidad la religión y las tradiciones antiguas seguían estando vigentes, incluso había familias que tenian "trabajadores", por no decir esclavos, en sus casas. El termino más normal para las mascotas humanas en esa casa era "roomies") intentaron de todo, pero al igual que el pelirrojo de pelo tieso, recibieron la ley del hielo.

          Aparentemente Luther sólo tuvo un mal día pues a la mañana siguiente, en la hora santa, se encontró nuevamente con Aponia, como si nada hubiera pasado, y él la volvió a observar a lo lejos como si un día antes no hubiera maldecido su presencia.

          Pero a diferencia de los demás días, la de cabellos dorados no mantuvo visión con su compañero de trabajo, ¿la razón? No le interesaba. Aunque el coro interpretara perfectamente a "Benedicta et venerabilis", Aponia no se veía interesada, si no era su canción favorita del coro, su atención no estaría ahí.

𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora