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El corazón de Luther saltó dentro de su pecho al momento que escuchó a Aponia saludarlo de forma tan alegre, lo sacó de su trance rápidamente, sintiéndose abrumado y casi como si le hubieran dado una descarga eléctrica en todo su cuerpo para ponerlo alerta de su alrededor, afortunadamente no fue algo tan notable, logrando calmarse al darse cuenta que era Aponia quien lo llamaba.

— Oh lo siento señorita Aponia, no la vi — Saludó de vuelta con cierto nerviosismo en su tono por aquel susto, pero siguió siendo amable y respetuoso con ella.

— Por favor, llámame Aponia, no necesitas ser tan estricto conmigo — Sin duda alguna, era lindo hablar con ella, no te sentías presionado a ser respetuoso y seco como con los demás maestros, eran compañeros de trabajo, y eran adultos hablando con adultos. — Vi que te detuviste a en mi clase hoy, ¿acaso viniste a supervisarme? —

          La chica le ofrecía una sonrisa amable, tan gentil que lo hacía obsesionarse mucho más con ella, su belleza y su carisma lo hacían parecer un tonto o quizás un inadaptado, que no era nada en comparación con ella. Era algo que no hubiera pensado, que ni siquiera se le cruzaba a la cabeza, pero no tenía nada planeado en la conversación, Aponia lo había tomado desprevenido, tenía que improvisar.

— Caminaba por las aulas en mi tiempo libre y te escuché mientras dabas clases, la encontré muy interesante de ver, ¿sabes? Creo que haces un gran trabajo, te felicito — Trató de sonar lo más serio posible, como si realmente esa hubiera sido su intención.

          Las palabras de Luther hicieron sonreír a Aponia, la hicieron feliz al oír que estaba haciendo bien su trabajo, pero rápidamente notó que quizás estaba demostrando muchas emociones y cubrió respetuosamente sus labios con su mano, ¿por qué quería ocultar su sonrisa?

— Aprecio muchísimo tus palabras, profesor Ivory. Me hace sentir que hago bien mi trabajo y que los rumores no forman peso sobre mi trabajo — se notaba lo genuina que era Aponia con sus agradecimientos, y su preocupación por lo que llegaban a decir de ella.

          No era algo tan nuevo para Luther escuchar o tener en mente que Aponia no era la profesora más querida de los demás maestros, y aunque la veía convivir con pocos, no llegaban a interesarle mucho los rumores, aunque había participado en alguno de ellos indirectamente. Su mente no dejaría de reflexionar si no fuera seducido por la belleza natural de la chica.

— Los rumores, son sólo eso, rumores — habló con monotonía

— Supongo, quizás sea mi edad o la forma en la que enseño. No tengo idea — respondió de la misma manera, antes de cambiar totalmente el tema. — Por cierto, he escuchado que tus clases son las mejores, enseñas religión, ¿no es así? —

          Otro brinco dio su corazón, ¿en serio hablaban así de él?, ¿qué más había escuchado?, ¿también lo observaba de lejos como él lo hacía? Muchas preguntas llenaron su cabeza, y en cada una de ellas, el nivel de impulsividad y de emoción incrementaba, todo esto al punto de que estuviera imaginando qué en lugar de ser él el "acosador", esa rubia qué tenía a pocos centímetros era quien lo buscaba y que todo era invento de su mente.

— Sí, enseño religión, aunque mi carrera y especialidad son las éticas — Una carrera bastante incoherente por el tipo de persona que la estudió.

          Recibió una mirada de sorpresa de la rubia, antes de tomar un sorbo de su botella de agua, que no había notado hasta que se movió.

— ¿En serio, también enseñas éticas? ¡Qué genial! Me encantaría sentarme a platicar contigo —

          Durante todo ese tiempo que estuvieron conversando, la mente de Luther no dejaba de malpensar el cuerpo joven de Aponia, justo frente a ella y sin remordimiento alguno. Tenía un cuerpo formado, con sus hombros y cintura pequeña, su cadera era lo que sobresalía, mucho más con esos pantalones ajustados de los muslos qué tanto la hacían ver bien, aunque fuera un uniforme.

𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora