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⚠️ Advertencia
Capítulo con contenido sexual.

Cuando todos empezaron a abandonar aquel auditorio, muchos felicitaban a Aponia, otros la miraban con envidia y repele, pero Luther solo pensaba en el momento tan encantador que Aponia les había regalado aquella mañana, en especial la sonrisa inocente que la chica le había dado hizo que su corazón diera un vuelco en su pecho.

          Así cuando Luther llegó a su salón de clases al cual le tocaba enseñar esa hora, todos sus estudiantes quienes ya estaban sentados y listos para recibir las lecciones religiosas del hombre. Pero apenas se sentó en su escritorio y a sacar sus cosas, los estudiantes se aventuraron a hablar.

— ¡Profesor Luther! ¿Escuchó a la maestra Aponia cantar esta mañana? Fue tan hermoso. —

— ¡Es verdad! Usted estaba al lado de ella, ¿cómo fue verla cantar? Cuéntenos por favor, tenemos mucha curiosidad — Aquella estudiante hizo que los demás niños empezaran a hablar y a rogarle porque les contara.

          Luther no podía negar que estuvo al lado de Aponia en el momento en el que ella había cantado, todos lo habían visto y no iba a mentir sobre eso con ellos, no había manera en el que pudiera hacerlo.

— Así es, yo estaba al lado de ella y puedo confirmarlo, su voz es celestial, definitivamente es un ángel. Ella verdaderamente es la cosa más pura que he visto en mi vida, su voz es extremadamente hermosa — Describió lo que fue estar al lado de ella, aunque quizás se había alargado en sus pablaras.

          Aun así, todos concordaron con el maestro sin cuestionarlo por el como la había descrito, tal vez era normal que un maestro de religión describiera aquel acto celestial de esa manera tan exagerada y hermosa. Sus palabras incitaron al caos de los alumnos, quienes ahora no dejaban de preguntar sobre ellos o Aponia, preguntas similares a: "¿ustedes son muy cercanos?", "debería de venir a cantar en clase", "he escuchado que es extranjera", "mi hermano dice que los ayuda en los exámenes", "sería lindo verlos juntos". Y aunque no tuvieran razón en que eran cercanos pues NO LO ERAN, él realmente creía que sí, había estado en los mismos lugares de Aponia, cada día aprendía más de ella, la admiraba demasiado y le gustaba pasar tiempo en el mismo lugar que ella.

          El escándalo qué se armó después de que Luther hiciera un ademán de que las preguntas de los alumnos eran positivas fue enorme, los niños empezaron a celebrar y a alzar la voz, mostrando un poco más de apoyo a la profesora.

— ¡A callar ya! Voy a iniciar la clase en este momento — La estricta voz de aquel profesor logró someter las voces de sus alumnos de una sola vez antes de empezar su clase.

         Curiosamente el tema que les tocaba abordar aquel mes era el de la vida de la virgen María, su inmaculada concepción, sus aportes, etc. Y como una plaga, la imagen de la joven maestra invadió el cerebro de Luther, la veía a ella en lugar de a la madre de Cristo en la biblia; seguramente Aponia era más pura que María, ya hasta la veía como su esposa, viviendo en la misma casa, siendo la madre de sus hijos.

          Todo eso hizo preguntarse: ¿Acaso Aponia era virgen?

          ¿Aponia sería una mujer que nunca habría compartido cama con otro hombre, manteniendo un voto de castidad, o sería una mujer blasfema qué se acostaba con cualquiera, haciéndola una "femme fatale" qué pudiera seducir a quien se le diera la gana?

          Las ideas burbujeaban en su cabeza como agua hirviendo; el hecho de que Aponia fuera una virgen le daba todo tipo de posibilidades a Luther de cumplir sus fantasías, manejarla como él quisiera, moldearla, hacer qué ella cumpliera sus fetiches. Verla abajo de él, suspirando su nombre al mismo tiempo que lo abrazaba porque él hombre la estaba haciendo suya, todo mientras Aponia le decía que lo amaba y se sometía a él.

          Los pensamientos qué el hombre tenía sobre ella provocaron qué su mente y cuerpo se volvieran locos, especialmente cuando pensó en que esa chica era tan joven y virgen, le gustaba todavía más pensar en que iba a ser el primer hombre en su vida, iba a arrancarle la inocencia a esa niña, iba a ser amado y deseado por ella, todo lo que se le pudiera ocurrir, ya estaba siendo maquinado en su cabeza, iba a poseerla, como fuera. Aquel plan logró algo un tanto inesperado, un creciente y doloroso "inconveniente" se presentó en sus pantalones, marcando la primera reacción física qué él tenía; aunque se encontraba de espaldas a sus alumnos, la incomodidad se apoderó de su cuerpo, obligándolo a tensarse y recargar su frente en el pizarrón blanco.

          Luther sintió la sangre y las hormonas correr hacia su entrepierna de una manera que no se le hubiera cruzado por la cabeza y era incapaz de controlarlo, sus fantasías lo llevaron muy lejos como para causarle una erección en medio de la clase. Necesitaba un lugar para liberarse, necesitaba a Aponia y ocuparse de su problema con ella, pero sabía que eso no era posible, tendría que hacerlo solo.

          Tuvo que dejar el salón de inmediato, necesitaba un lugar a solas, y su única opción viable eran los baños de hombres, rezaba porque nadie estuviera adentro; justamente sus plegarias fueron escuchadas y todos los baños estaban desocupados, de todas formas, no quiso arriesgarse y se fue al último cubículo, encerrándose ahí, colocándose contra la puerta. Bajó su mirada, tratando de analizar si sólo necesitaba calmarse. Un adelanto: no iba a funcionar eso.

          No quería hacerlo, sabía que estaba muy mal, el arrepentimiento y la culpa ya lo estaban invadiendo, pero al mismo tiempo necesitaba liberarse y hacerlo. Bajó su mano lentamente hasta su cinturón, el cual desabrocho y a continuación su bragueta, tratando de no bajar demasiado su ropa, aunque la presión fuera insoportable. Se tragó todo el orgullo, Dios lo podía perdonar una vez más.

           Terminó por sacar la erección de su bóxer, estaba caliente y duro, el dolor por el qué estaba pasando lo condenó a comenzar a tocarse. El vaivén qué hacía su mano en su miembro iba a ritmos tan aleatorios qué no sabía que iba a hacer después, pero era tan satisfactorio qué no evitaba soltar varios jadeos. Iba tan rápido como su mano le permitía, a veces bajaba la velocidad y se concentraba en su grande, incluso podía apretar su falo para sentir todavía más presión y placer, su mente le ayudaba con las imágenes de Aponia estando frente a él, ayudándole con su erección, utilizando sus manos o su boca para hacerlo pasar por mucho más. El pensamiento qué más le excitaba era el formular como sería su expresión de sorpresa cuando estuviera follando su boca.

          Arrastraba sus palabras, casi estaba gimiendo por estarse masturbando en el baño, el sudor recorría su frente mientras gruñía, tratando de silenciar sus gemidos necesitados del afecto femenino de aquella jovencita.

— C-Carajo...~ — Gimió, siendo la única maldición coherente qué logró formular.

          Su excitación llegó al punto en el que su cadera se movía violentamente contra su mano, usándola como algún tipo de consolador, aumentando sus jadeos. Pronto empezó a desesperarse, sentía que iba a explotar, que no podría soportarlo más, incluso su mano libre estaba rasguñando sus muslos buscando una compensación por el placer.

— Mierda... no puedo... no puedo más- ¡Ah! —

         Su momento de catarsis fue al llegar al orgasmo, eyaculando todo el semen qué tenía contenido en aquella erección, manchando lo que fuera qué tuviera enfrente de su liquido reproductor al mismo tiempo que mordía su mano, buscando callarse.

          Tras varios segundos, su mente volvió a tranquilizarse, regulando su respiración, logrando poder pensar claramente, viendo con sorpresa todo el desastre qué había hecho, no le tocó más remedio que limpiar. Al momento que se estaba lavando las manos se vio al espejo, sentía que no se conocía, no reconocía al hombre que tenía en frente, lo veía como alguien ajeno, una parte de él qué no conocía, o creía desconocer. ¿Quién era aquel hombre que se veía tan idéntico a él, pero no se sentía igual? El pensamiento lo ponía más ansioso.

         Cuando salió del baño, todo circulaba como la normalidad, sintiéndose este fuera de aquella armonía, como si no perteneciera allí.

𝐌𝐲 𝐋𝐮𝐜𝐢𝐝 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐢𝐧 | 𝘓𝘶𝘵𝘩𝘦𝘳'𝘴 𝘧𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora